Bentley Flying Spur: el diablo está en los detalles

La tercera generación del Bentley Flying Spur es la berlina de proporciones más contenidas de toda la gama, con más de 5,30 metros de longitud. Su aparición, a mediados de 2019, culminó el proceso de renovación del porfolio de esta lujosa firma. Eso sín contar al Bentley Bacalar, que podéis descubrir en este vídeo de deportivos que iban a presentarse en el Salón de Ginebra. Comparte plataforma con el Audi A8 y ya han empezado a llegar las primeras unidades a España. Su motor W12 de 635 caballos pone los pelos de punta a cualquier apasionado del motor, pero su mejor baza son las plazas traseras. Esta suite cinco estrellas puede ser tuya por un módico precio de salida de 249.780 euros.

Por sorprendente que parezca, y pese al propulsor que esconde bajo el capó, el Flying Spur es de esos vehículos que se disfruta especialmente en la fila trasera. La calidad del cuero utilizado, la amplitud de los dos asientos individuales y la posibilidad de ajustar su posición electrónicamente, los convierte en un espacio de relax superior al sofá de tu casa. No falta el hueco central para transportar dos latas y un espacio para guardar los teléfonos, con doble puerto de carga y apoyo eléctrico para retraerlo.

El Bentley Flying Spur es una berlina 2+2 en la que la estatura de los pasajeros es lo de menos. Midas metro noventa o metro sesenta, la comodidad está asegurada y la luminosidad aporta todavía más sensación de amplitud. Por ese motivo, el doble techo panorámico es uno de los protagonistas del habitáculo.

A través de la pantalla táctil posterior podremos gestionar la temperatura de la zona, la regulación de los asientos, activar la calefacción o la ventilación de estos e incluso intervenir en la pantalla de infotaintment central. Eso sí, con sistema anti-niños incorporado. Los cojines del reposacabeza merecen mención aparte: nunca me había encontrado con unos asientos tan relajantes.

Las plazas traseras son un disfrute pero la del conductor tampoco está mal. La amplia regulación eléctrica, tanto del asiento como del volante, permiten encontrar tu posición sin problemas. El tamaño de los asientos es grande pero sujetan lo suficiente a cuerpos menos corpulentos. Se da por entendido pero el tacto del cuero y el tamaño del volante es, sencillamente, perfecto. Incluso las levas, que son algo pequeñas, se accionan con una facilidad pasmosa y su sonido es electrizante.

La unidad probada, cedida por el concesionario Bentley Barcelona, contaba con la especificación Mulliner, escogida por el 80% de los compradores del Flying Spur. Este acabado incluye los asientos en forma de diamante, los logos dorados en el reposacabezas o el techo corredizo está acabado en cuero, entre otros. También es uno de los modelos fabricados durante su primer año de producción, de ahí que se trate de un First Edition. Lo sabremos por los emblemas del salpicadero o la zona central intercambiable. Es un detalle curioso ya que puedes decidir entre dejar la pantalla a la vista, tres relojes analógicos (temperatura, crono y brújula) o un embellecedor que le iguala con el resto del salpicadero. Con motivo de su lanzamiento, el concesionario en Barcelona juntó al nuevo Flying Spur con un Blower original de 1929. Un evento del que puedes leer todos los detalles en este enlace.

Bentley asegura que el habitáculo del Flying Spur es el más complejo de fabricar para la marca. Un total de 141 artesanos trabajan en, solo, en el apartado textil de esta berlina ultralujosa. Se utilizan más de 3 kilómetros de hilo para bordar las 350 piezas de cuero de los asientos, volantes, salpicadero y puertas. Este cuero se extrae de la industria cárnica sostenible del norte de Europa, un detalle que no convencerá a los más concienciados pero a lo mejor le sirve al comprador.

El volante es otro de los aspectos más especiales del interior. Los artesanos tardan más de 3 horas en pasar un hilo de 5 metros por los 352 agujeros de este volante, y se invierten más de 12 horas en los asientos. Como curiosidad, el detalle de las alas del reposacabezas supone más de 5.000 puntadas.

La magia de Bentley reside en el viaje temporal que supone entrar en sus vehículos. La combinación entre tradición y modernidad es sublime en el Flying Spur, con la presencia de la pantalla central de 12,3 pulgadas y el cuadro de instrumentación, también digital. Su calidad de visualización es innegable, como lo es también la calidad percibida a través de detalles clásicos como los tiradores de las salidas de la climatización o los relojes analógicos.

El Bentley Flyin Spur mide 5,31 metros de largo por 1,97 de ancho y 1,48 de alto, con una distancia entre ejes de 3,19 metros (3 centímetros más que la generación anterior). Una batalla que, sin duda, no se traslada al maletero sino a las plazas traseras. Su espacio interior contrasta, y mucho, con el maletero de 420 litros de capacidad. Un dato muy por debajo de lo esperado teniendo en cuenta sus dimensiones.

Estamos ante la tercera generación del Flying Spur pero los cambios estéticos no son espectaculares. El trabajo de los diseñadores ha sido, más bien, mejorar lo ya existente y vamos si lo han conseguido. La presencia del modelo anterior ya era espectacular pero en esta nueva hornada, la berlina va un paso más allá en sofisticación, exclusividad y belleza.

La parrilla es más ancha que nunca, con una caída mucho más vertical y láminas rectas que sustituyen la anterior calandra cruzada. Los faros LED cuentan con tecnología matriz que genera diferentes patrones de luz en función de la situación de la carretera, peatones y otros vehículos. Su diseño con detalles geométricos en forma de diamante son… sencillamente sublimes, y evitan la tendencia afilada que tan de moda está. Bentley se puede permitir seguir haciéndolo a su modo.

El paragolpes con detalles cromados eleva la elegancia de su frontal, un material que también encontramos en la franja central del capó que termina con el emblema de la B retráctil. Sí, como podéis ver, lo que antes era la dama alada, ahora es una B que puede esconderse o mostrarse al gusto del conductor. Al ser un Mulliner las llantas son de 22 pulgadas, de serie se tiene que conformar con unas minúsculas llantas de 21 pulgadas. Nótese la ironía.

Os proponemos un reto que nosotros no fuimos capaces de conseguir. ¿Cuántas B hay repartidas por el Flying Spur? Y no solo te quedes con las más obvias, porque como dice el dicho…. El diablo está en los detalles.

Muchos caemos en la trampa de cuantos más cilindros mejor, pero no es tan fácil. Algunos priorizan el empuje que ofrece un V8, la rabia y la emoción que generan esos bloques. Otros, como el Flying Spur, prefieren el equilibrio, la potencia sin fin y la finura de un W12. Rinde 635 caballos sí, pero no están pensados para un tramo ni de lejos.

Sus 900 Nm de par máximo se entregan entre las 1.350 y 4.500 revoluciones, alcanzando su potencia máxima a las 6.000 vueltas. Esta berlina de lujo está ideada para correr, sobre todo, en línea recta. Un escenario en el que sería capaz de alcanzar los 333 kilómetros por hora y acelerar de 0 a 100 km/h en tan solo 3,8 segundos.

Para poder controlar su paso por curva, Bentley ha dotado al Flying Spur de una batería de 48 V y 2 pequeños motores eléctricos, encargados de mandar energía al nuevo eje direccional trasero. Este sistema permite que, a velocidad más baja, las ruedas se muevan en el sentido contrario al giro, reduciendo su radio y permitiendo una mayor agilidad en zonas más estrechas. A velocidad elevada, en cambio, este eje dirige las ruedas en el mismo sentido que las delanteras, facilitando su entrada en curva y reduciendo el subviraje. Un fallo que, debido a su peso, sigue apareciendo en el Flying Spur sobre todo a mucha velocidad. Su dato en báscula oficial es de 2.437 kilos pero, si sumamos especificaciones Mulliner y algún que otro extra, seguro que superaremos las dos toneladas y media.

La suspensión es regulable y sus muelles neumáticos almacenan un 60% más de aire que en el modelo anterior. Estos amortiguadores son capaces de compensar la altura del coche en función del peso que le vayamos añadiendo y, al contrario que en el modelo anterior, este Flying Spur cuenta con barras estabilizadoras.

Existen cuatro modos de conducción: Sport, Confort, Bentley e Individual. Los cambios entre modos no son especialmente notables pero se dejan notar en la dirección, suspensión y reacción del motor. Siendo el modelo que es, su mejor baza se encuentra en el modo Confort. Otra de las novedades es el cambio automático ZF de ocho velocidades y doble embrague. Tiene un comportamiento más fino y dócil que en el modelo anterior, priorizando las marchas largas para reducir los consumos. Unos consumos que no conseguimos bajar de 21 l/100km.

En circulación normal el Flying Spur es un coche de tracción trasera pero mediante un embrague multidisco puede enviar potencia a las ruedas delanteras. En el modo confort se manda 480 Nm de par al eje delantero, pasando a solo 280 Nm de par en el modo Sport. A pesar de estas incorporaciones, las curvas no son el mejor entorno para esta berlina de representación. Sus discos de freno delanteros de 420 milímetros de diámetro y de fundición gris son lo justo y necesario para frenar a esta mole, pero sin convertirlo en un coche de tramo. Las inercias se dejan notar enseguida y, a cada paso por curva, deberás tener en cuenta el tiempo de frenada y el barqueo más que justificado. No se puede tener todo en esta vida.

Si nos pusiéramos a detallar todo el equipamiento del Flying Spur, no llegaríamos ni al precio así que repasaremos las que no traía el modelo anterior. Esta nueva generación llega con más sistemas de ayuda y seguridad a la conducción como el aviso de ángulo muerto, tráfico cruzado posterior, cámara de visión nocturna y aparcamiento cenital de 360 grados. Tampoco falta el Head Up Display y la configuración del cuadro de instrumentación digital. Además, el modelo probado incluye el sistema de audio tope de gama Naim, con 19 altavoces capaces de generar ambientes distintos en el habitáculo.

La personalización es uno de los estandartes de Bentley, por eso es casi imposible hablar de precios para sus modelos. Con la especificación Mulliner, su gama de tonalidades es ilimitada, tenemos los pedales en aluminio, las molduras de madera, los bordados de oro de los asientos y una lista de extras con la que comprarías otro coche. Su precio inicial es de 249.780 euros, un coste que le sitúa por debajo del Benltey Muslane del que puedes ver el vídeo en este enlace.