Emoción al límite
Viajamos hasta la sede de Lamborghini, en la pequeña localidad de Sant’Agata Bolognese, para probar uno de los deportivos más salvajes de cuantos se han fabricado jamás, el Aventador LP 750-4 Superveloce. Un automóvil capaz de provocar emociones indescriptibles al volante.
Incluso en parado pone los pelos de punta. Su afilada carrocería no tiene apenas curvas, todo son agresivas y marcadas líneas de tensión. Aunque sea rojo podría pasar perfectamente como el coche del mismo Batman. Hay pocos coches que sean tan impactantes en vivo y en directo.
Es largo con 4,8 metros, muy bajo con 1,1 metros y muy, pero que muy ancho con 2 metros. Su alerón de carbono regulable en tres posiciones, junto al resto de modificaciones aerodinámicas, aporta un 170% más de apoyo con respecto al Aventador normal.
A través de las llantas de 20” delanteras vemos los discos de freno carbono-cerámicos de 400 mm de diámetro con pinzas de 6 pistones. Detrás sus llantas de 21” tienen una colosal anchura de 13”. Los neumáticos que calza son los extremos Pirelli P Zero Corsa con medidas 255/30 ZR 20 y 355/25 ZR 21. Vamos, que descalzo no va…
Mantiene la mística del Countach
Para acceder al habitáculo lo hacemos a través de sus puertas de apertura vertical. Un elemento que no faltan en todos los modelos V12 de la marca de Sant’Agata desde la llegada del Countach en 1974.
No estamos ante el coche más cómodo, pero para entrar y salir tampoco es tan dramático como había imaginado. Pie derecho dentro, agarras el volante, encoges un poco la espalda, acercas el culo al asiento y te dejas caer. En la puerta hay una correa de piel a la que se llega fácil sentado, tiras de ella y ya tienes la puerta cerrada.
El asiento no se puede regular más que de forma longitudinal. No es por tanto el colmo de la ergonomía, pero a quien narices le importa estar cómodo cuando tienes entre manos al Lamborghini de serie más potente jamás fabricado.
Una única pantalla de gran formato engloba la instrumentación principal. Para activarla levantamos el cierre de seguridad tipo aviación del túnel central que esconde el botón START/STOP. Entonces se ilumina el display con fondo amarillo, cuenta-vueltas, indicador de marcha engranada, velocímetro, indicadores de temperatura y demás.
Bajo su capó trasero cuenta con un V12 completamente nuevo, diseñado por Maurizio Reggiani. Un monumental V12 atmosférico de 6.498 c.c. que rinde 750 CV a 8.400 rpm y 690 Nm a 5.500 rpm. El aullido que provoca, característico de una mecánica con esta tradicional arquitectura pone los pelos de punta.
Hasta el antecesor del Aventador, el Murciélago, Lamborghini había montado distintas versiones del primer motor de la historia de la marca, una mecánica V12 diseñada por Giotto Bizzarrini. Aquel histórico motor fue evolucionando desde el 350 GT de 1963 hasta el Murciélago LP 670-4 Superveloce de 2010.
Volviendo de nuevo al actual propulsor, rinde 50 CV más que en un Aventador “normal”. En la misma línea el peso del vehículo ha sido rebajado en 50 kilos. Esto hace que la relación peso/potencia sea de 2 kg/CV. Una auténtica salvajada.
Para que esta colosal mecánica se encuentre en óptimas condiciones en todo momento y no haya problemas de temperatura cuenta con un sistema de refrigeración a la altura. Ni más ni menos que con 13 litros de aceite y 25 litros más de otros líquidos.
Instalado en posición longitudinal posterior está unido al monocasco de carbono de forma portante, tal y como sucede en un monoplaza de F1. Si levantamos el capó trasero, además de las barras de refuerzo en carbono, podemos ver los amortiguadores magnetoreológicos in-board del eje posterior.
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“Gallina en piel” que diría Johan Cruyff
La marca italiana anuncia una punta superior a 350 km/h, una aceleración de 0 a 100 km/h en 2,8 segundos, 0-200 km/h en 8,6 segundos y 0-300 km/h en 24 segundos. Un Porsche 918 Spyder que cuesta más del doble sólo es 2 décimas más rápido en el 0 a 100…
Un Lamborghini tiene que ser brutal y sin concesiones, como el Aventador SV. Junto con el motor V12 la caja de cambios manual de embrague pilotado ISR encaja perfectamente con esta filosofía. Para mi es todo un acierto porque es exactamente lo que esperaba encontrar. Un 15 sobre 10 en sensaciones. En modo Corsa es una auténtica animalada.
Después de hacer un Launch Control te preguntas: "¿Por qué no habré dejado las lumbares en casa?" Es una barbaridad lo que llegan a agarrar sus monumentales Pirelli traseros así como los delanteros, movidos por el diferencial Haldex del sistema de tracción integral. Pero lo más bestia es cómo encadena cada marcha superior, el golpe en la espalda es digno del mismísimo Mike Tyson.
Por favor, echad un vistazo al vídeo para apreciar como “Crator”, nuestro cámara, y el que suscribe estas líneas realizamos más de un Launch Control. Al accionar la leva derecha para subir de marcha por un momento dejas de apoyar la espalda al respaldo y acto seguido vuelves a ser lanzado contra el asiento de una forma animal.
Este es de esos coches en los que tienes que tener Fe. Toca creer en él y en que todo saldrá bien. Para empezar creer en que podrás pasar sin llevarte un solo rasguño por las diminutas y bacheadas carreteras secundarias que envuelven Módena.
Ironías del destino: me crucé con un tractor durante la prueba. Lamborghini inició su andadura industrial en 1948 fabricando estos vehículos agrícolas. A día de hoy esta es una división que sigue plenamente activa. Es tan, pero tan ancho que aun sacando las ruedas del lado del acompañante al sembrado terminé pasando a micras del gigantesco tractor.
El equipo de suspensión es la guinda que culmina este verdadero potro de tortura. Se muestra muy dura, con una respuesta seca y veloz a las irregularidades del asfalto. Copia en exceso los baches. El monocasco de carbono contribuye a transformar cualquier resalto en una vibración que recorre todo el chasis. Con un asfalto perfecto, algo difícil de encontrar en la Emilia-Romagna, eliminamos de la ecuación todas estas vibraciones parásitas.
En autovía es una auténtica bestialidad. Es de los pocos coches que celebras encontrarte con otro vehículo más lento delante, así una vez éste vuelve al carril derecho te ves obligado a bajar a segunda y acelerar a fondo.
El V12 sube de vueltas con una rabia sin igual. Parece que esté guiado por el mismo Diablo. Es una auténtica salvajada. Haciendo esto una y otra vez y estirando un poco más el resto de marchas los depósitos de Sin Plomo de 100 octanos caen como moscas. Sí, ¡en Italia hay 100 octanos! Jamás había visto un coche de calle con un apetito por la gasolina tan descomunal como el Superveloce.
Los frenos están a la altura, tras un uso intensivo en conducción deportiva no sufrieron fading en ningún momento. El tacto del pedal es bastante directo y para tratarse de un equipo carbono-cerámico ofrece buen feedback con lo que es fácil modular las decelarciones.
En resumidas cuentas
Nunca antes un coche me había conmovido como sí ha logrado hacerlo el Aventador SV. Por un lado disfrutas como un enano cuando lo llevas cerca del límite, pero al mismo tiempo un sudor frio te recorre todo el cuerpo mientras piensas que aquellos pueden ser tus últimos instantes en la Tierra. Aquellos instantes valen todo el dinero del mundo. Por 379.250 euros este es un coche que emociona de verdad, que te toca la fibra, que te hace sentir vivo.
Tras haberlo probado sólo puedo decir que Marco Mapelli es un verdadero héroe, el piloto italiano que paró el cronómetro en 6 minutos y 59 segundos en el Nürburgring. Ver de lo que fue capaz al volante del SV lo eleva al estatus de un verdadero paladín por la incesante batalla que tuvo que lidiar en cada curva.
El asunto es claro, siempre cuando se opina de coches en cualquier elemento comparativo. Dos vertientes. Alguno que tenga un coche de alta gama. Y otros que nunca lo usarán. Porqué, tenerlo siempre hay opción mientras se tenga vida. Pero, Porsche 911 turbo, Cayenne turbo, Mercedes 63, Lamborghini Aventador SV y 911 GT3 RS. Sin probar o haber tenido o tener alguno de estos coches, disculpar pero quién no haya experimentado, no debería morir sin hacerlo. Lo demás, son opiniones infundadas. Todos, son una caña. Salud a todos y os deseo que tengais la opción.