Hemos viajado hasta Frankfurt (Alemania) para conducir por vez primera el nuevo Mercedes-Benz GLC, actualización de mitad de vida para el SUV medio de la firma alemana. El modelo de 2019 presenta cambios estéticos y de equipamiento, actualiza su gama de motores (excepción hecha de las versiones deportivas AMG) e incorpora la opción de suspensiones con amortiguación regulable (hasta ahora sólo se ofrecía como extra la costosa suspensión neumática). El nuevo GLC, en carrocerías estándar y Coupé, llegará a nuestro país este verano con precios todavía por definir.
El "SUVperventas" de Mercedes-Benz afila sus uñas
El GLC se ha convertido en un superventas para Mercedes-Benz por dos razones fundamentales: la primera -que admite discusión, lo acepto- es que el GLC, reemplazo del antiguo GLK, es un automóvil mucho más bonito que su predecesor. La segunda es que, como los clientes se han vuelto locos por por los SUV, pues bueno, los clientes con dinero se han vuelto locos por los SUV “der taco”, a los que calificamos con el eufemismo cariñoso de “premium”.
Y como la moda de los SUV dejó de ser una moda para convertirse en un sector predominante, el Mercedes GLC no está solo, ni mucho menos: ahí están competidores de gran envergadura como los Audi Q5, BMW X3, Volvo XC60, Alfa Romeo Stelvio, DS 7 Crossback, Land Rover Discovery Sport… y ahí me paro, porque haber, hay más. Tantas amenazas no podían quedar sin respuesta; y la respuesta de la firma de Stuttgart ha sido actualizar su GLC a todos los niveles, comenzando por el visual.
En este apartado, y como en todo buen restyling, los principales cambios se centran en el frontal. Y en mi opinión, han sido para mejor. El SUV alemán exhibe una personalidad más marcada gracias sobre todo a su nueva calandra, antes “sonriente” y ahora más “enfadada” -si bien la forma y tramado de la parrilla depende del paquete estético elegido. También cambian los grupos ópticos, más bajos y cortos, así como el paragolpes.
La vista lateral permanece casi intacta y apenas cambian los diseños de llantas; y lo mismo puede decirse de la zaga. En la trasera, cambia la firma visual de las ópticas y el paragolpes ha sido renovado, aunque (salvo en las versiones AMG) las aparentes salidas de escape siguen siendo sólo eso: mera apariencia.
Recordemos que el nuevo GLC no es un nuevo-nuevo GLC sino un facelifit sobre el modelo original, de manera que más que detallar sus características, lo que “toca” es explicar sus modificaciones. Y en el puesto del conductor hay más de las que parece. Cierto es que su diseño es el mismo aunque sí llegan más opciones de color y materiales de recubrimiento; y también son nuevos los asientos multicontorno. Pero en realidad, las principales novedades tienen que ver con la tecnología.
La primera de ellas tiene que ver con el volante, que da cabida a los pequeños controles táctiles que permiten movernos fácilmente por las pantallas digitales. Y las cito en plural porque el cuadro de instrumentos también puede ser digital, con pantalla de 12,3 pulgadas; por su parte, la pantalla central ahora es táctil y viene en medida de 7” u opcionalmente en 10,25” de diagonal. Estas pantallas dan acceso al sistema de infoentretenimiento MBUX que por fin llega al Mercedes GLC, y que como en otros modelos de la marca dice adiós al mando giratorio de la consola central para ofrecer un trackpad, solución más práctica y adecuada. La consola, por cierto, da cabida a una bandeja de carga inalámbrica (opcional) para el teléfono móvil y se acompaña de un puerto USB de tipo C.
Las plazas traseras no cambian, claro está. El acceso continúa siendo bueno, como también lo es la distancia para las rodillas y la impresión general de amplitud. El techo no queda especialmente lejos de la cabeza -menos aún si el techo es de cristal- pero tampoco hay problema para personas de hasta 1,85 m de estatura. La plaza central es simplemente aceptable, y no resultaría incómoda de no ser por el enorme túnel de transmisión. Al menos, en la fila de atrás disponemos de salidas de aireación, control del aire acondicionado, una toma de 12V y dos puertos USB-C.
El maletero ofrece, como antes, una capacidad de 550 litros incluyendo el doble fondo. No es que sea un maletero enorme pero sí tiene formas aprovechables, un espacio con red en el lado izquierdo, acabado ganchos y argollas para controlar la carga y un buen nivel de acabado. El portón es eléctrico y, como opción, podemos abrirlo y cerrarlo pasando el pie bajo el paragolpes; también se ofrecen botones de plegado de los asientos desde los lados del maletero. Con sólo dos asientos en uso, la capacidad total es de 1.600 litros.
Renovación mecánica, con híbridos ligeros de gasolina
Pongamos el coche en movimiento para hablaros sobre el apartado en el que más incorporaciones presenta el GLC. Me refiero a su gama de motores diésel y de gasolina, renovada en busca de la mejor eficiencia energética. Ahora, todos los propulsores no-AMG son de 2 litros y 4 cilindros en línea, y se acompañan del cambio automático 9G-Tronic y el sistema de tracción total permanente 4Matic.
En gasolina, los GLC 200 4Matic (197 CV de potencia y, 320 Nm de par) y GLC 300 4Matic (258 CV, 370 Nm) hacen uso de la tecnología híbrida ligera de 48 V y se acompañan de un pequeño motor-generador eléctrico de 10 kW. En diésel, el número de opciones se eleva a tres: GLC 200 d 4Matic (163 CV, 360 Nm), GLC 220 d 4Matic (194 CV, 400 Nm), y GLC 300 d 4Matic (245 CV, 500 Nm).
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Durante nuestra breve experiencia de conducción por los alrededores de Frankfurt y Rüsselsheim, pudimos conducir el diésel GLC 300 d, el más potente de los alimentados por gasóleo con sus 245 CV. No me ha parecido un propulsor especialmente fino pero sí muy prestacional, hasta el punto de convertir al GLC, pese a sus cualidades como SUV, en una máquina ideal para viajar a ritmo elevado por la autobahn. Para el mercado español, donde la vida transcurre algo más despacio, os recomendaría "bajar" al GLC 220 d (que lleva el mismo motor equipado por el híbrido, enchufable y mejor aislado acústicamente Clase E 300 de -aquí nuestra videoprueba-).
En cuanto a comportamiento dinámico, el GLC ya era uno de los SUV más equilibrados de su categoría, con una elevada calidad de marcha y un chasis bien ajustado aunque relativamente tranquilo. Nada de eso cambia con esta actualización. Las suspensiones de serie tienen un tacto suave y blandito; pero si queréis poder modificar su personalidad, ahora Mercedes ofrece por primera vez para este modelo un equipo de suspensiones con amortiguación regulable. Si el presupuesto os lo permite, continúa estando disponible la suspensión neumática Air Body Control que permite cambiar su tacto de forma dramática además de modificar la altura del coche en 15 mm hacia arriba o hacia abajo en función de nuestros intereses.
Otra novedad es que el paquete técnico Offroad (opcional por supuesto) ahora ofrece dos modos de conducción: Offroad y Offroad+. Estos modos afectan al comportamiento de la dirección, el motor, el cambio y los controles de tracción y estabilidad para garantizar el avance fuera del asfalto; pero el programa Offroad+ es más adecuado para situaciones difíciles, pues emula la acción de un diferencial autoblocante activo. Además, si equipamos la suspensión neumática, el paquete Offroad permite elevar o rebajar la altura del vehículo en 50 mm.
Pero si más que el campo lo que os gusta es quemar goma sobre el asfalto, también han sido actualizadas las versiones AMG 63, tanto en carrocería GLC como Coupé. Siguen equipando motores V8 biturbo de 4 litros de cilindrada con potencia de 476 CV (que en la versión S, más radical, llega a 510 CV). Traen de serie el cambio automático AMG Speedshift MCT 9G con embrague húmedo; tracción total, diferencial autoblocante posterior y tren de rodaje deportivo. El concepto de “SUV deportivo” da para mucho debate, pero lo que nadie me va a negar es que la imagen del Mercedes-AMG GLC 63, con su parilla ‘Panamericana’, es un reclamo para la vista. Y la música de su V8, un reclamo para el oído.
El apartado de la seguridad activa se enriquece con asistentes de conducción mejorados: los asistentes activos de dirección, distancia y frenado y el limitador automático de velocidad han refinado su funcionamiento.
Pese a todos los cambios incorporados, el Mercedes-Benz GLC mantiene intacto su espíritu: continúa siendo un coche atractivo, viajero, apto para el día a día, con un tacto suave pero muy adecuado a la carretera para tratarse de un SUV -que además se defiende más que bien cuando se aventura por caminos de tierra-. Además, su conducción resulta intuitiva y no nos exige un periodo de adaptación; y esta suma de factores, tan difícil de encontrar en ocasiones, convierte al SUV mediano de la casa de Stuttgart en claro candidato para quienes buscan un automóvil familiar polivalente, con imagen y ciertas cualidades de todoterreno. Más aún para quienes se sienten atraídos por la estrella de tres puntas.
Los nuevos GLC y GLC Coupé llegarán en verano
En cuanto al equipamiento de serie, la filial española de Mercedes nos asegura que el nuevo GLC incorporará sin coste los faros LED, llantas de 18”, portón eléctrico, cámara de visión trasera y preinstalación de navegador. Recordemos asimismo que, con independencia de la motorización elegida, la tracción total 4Matic viene de serie.
Lo que no nos ha confirmado la marca son los precios con que saldrá a la venta en nuestro país. Habrá que esperar, pero tampoco tanto en realidad: el Mercedes-Benz GLC con especificaciones de 2019 llegará a España a finales de verano.
y si lo comparamos con el X3 y Q5...que diferencias tenemos...