Hemos viajado hasta Oslo para realizar nuestra primera prueba de conducción del Mercedes-Benz EQC. Este SUV se convierte en el primer modelo de la nueva submarca EQ, familia de automóviles eléctricos que, según promete la marca alemana, constará de diez integrantes en 2022. El Mercedes EQC ya está a la venta con precios que parten desde 77.425 euros; las primeras unidades llegarán a España a lo largo del verano.
Más allá de los tópicos del frío y los salmones, Noruega arroja dos datos estadísticos fundamentales: el primero es que en el mundo hay más andaluces que noruegos; pero el motivo real por el que Mercedes nos llevó a Oslo se debe más bien a que el Noruega es el mercado europeo con mayor proporción de coches eléctricos en su parque automovilístico.
El primer SUV eléctrico de Mercedes tendrá como adversario directo al primer SUV eléctrico de Audi, el e-tron -del que aquí tenéis nuestra videoprueba-. Pero ese no va a ser su único rival, ni mucho menos. Ahí están, sin ir más, lejos, el Jaguar I-Pace -aquí nuestro primer contacto en vídeo- y el Tesla Model X -aquí nuestra prueba, también en vídeo-.
El Mercedes EQC ha sido desarrollado sobre la base del GLC, adaptándolo en profundidad para convertirlo en un automóvil 100 % eléctrico. Su esquema motriz presenta un propulsor para cada eje, con una potencia combinada de 300 kW. Entre ambos motores y en la ubicación más baja posible se sitúa la batería de iones de litio con 80 kWh de capacidad. La batería pesa 652 kg y consta de 384 celdas, refrigeradas por líquido y calefactadas para rendir adecuadamente en bajas temperaturas.
Pese a guardar relación con el GLC, el EQC es 10 centímetros más largo (mide 4,76 metros); pero por lo demás, sus dimensiones son muy parecidas: sólo es 1 cm más estrecho (1,88 m), 2 cm más bajo (1,62 m) y presenta la misma distancia entre ejes (2,87 m).
Un Mercedes que quiere parecer un Mercedes
A diferencia de otros eléctricos, el EQC no recurre a un diseño especialmente extravagante ni futurista: este Mercedes quiere parecer un Mercedes, sin duda con la idea de no generar rechazo entre los fieles a la marca. De hecho, las formas de la carrocería son suaves, sin grandes nervaduras, para favorecer tanto la aerodinámica como la aprobación estética de sus compradores.
De todas maneras sí hay aspectos que se atreven a dejar claro que estamos ante un coche diferente. El primero es el frontal, cuyo diseño anticipa el que veremos en los próximos modelos eléctricos de Mercedes. Serán seña de identidad de familia EQ estos faros triangulares unidos por debajo de la calandra, que, por cierto, es “real” y cuenta con entradas de aire para enfriar el circuito de refrigeración de la batería.
Visto de perfil podría pasar por el típico SUV de la marca y no hay nada que llame especialmente la atención. Por su parte, la zaga también rehuye de extremismos y, sin embargo, resulta moderna y atractiva. Sólo dos cositas; la primera: hay que ver cómo se ha extendido esa moda de unir las ópticas con una línea roja; y la segunda: esta vez no hace falta averiguar si hay escapes falsos. Tampoco podían faltar los típicos acentos de color azul con los que tanto gusta decorar a los eléctricos: en este caso podemos encontrarlos en los faros, en algunos diseños de llantas y, faltaría más, el identificador del modelo.
El puesto de conducción recupera la relativa sobriedad del exterior del vehículo y permanece fiel a la línea diseño de la marca; aunque como detalle diferenciador, y también seguramente como rasgo identificativo de la familia EQ, el color cobre acentúa las salidas de aireación y otros elementos decorativos. Por lo demás, nos encontramos en un ambiente similar al del GLC, con buena sensación de espacio, luminosidad, calidad y confort.
Destaca -y viene de serie- el sistema de infoentretenimiento MBUX con dos pantallas digitales de 10,25” que ya equipan los últimos modelos de la marca. Destaca por su fluidez, versatilidad y calidad de imagen, y cuenta con CarPlay, Android Auto y el ya casi obligado asistente asistente virtual. En este caso, además, añade gráficos mostrando los flujos de energía y el estado de carga de la batería; y también incluye los puntos sugeridos de recarga en la ruta planificada mediante el navegador.
Las plazas traseras quedan algo elevadas pero el acceso es sencillo y su amplitud es más que aceptable. Hay buen espacio para las rodillas y podemos pasar los pies fácilmente bajo el asiento delantero; no falta anchura para los hombros y aunque la altura no es sobrada, el rebaje del techo ayuda a no sentirlo demasiado cerca de la cabeza. La plaza central es de ancho aceptable y ni el respaldo ni el asiento son incómodos, pero sí resulta molesta la presencia de un gran túnel central como consecuencia de haber reaprovechado la plataforma del GLC (que sí emplea un árbol de transmisión para el sistema 4x4).
El maletero es adecuado y correcto para un coche como éste aunque no presenta aspectos muy destacables. Es cierto que la boca de carga es amplia y que las formas del interior son aprovechables, pero el umbral queda algo elevado y bajo el piso no encontraremos una rueda de repuesto sino un doble fondo en el que dejar objetos de manera organizada. La capacidad del maletero, medido desde la bandeja superior (que es retráctil) hasta el piso, y sumando el espacio inferior, es de 500 litros. Si plegamos los respaldos traseros, la capacidad total de carga es de 1.460 litros.
Con mucha potencia y con un buen par (motor)
El Mercedes EQC equipa dos motores eléctricos, uno sobre cada eje. La potencia total del conjunto es de 300 kW (equivalentes a 408 CV), y el par motor es de 760 Nm nada menos. Los dos propulsores pueden trabajar de manera conjunta o separada; así, cada motor se ocupa de realizar un su tarea en función de nuestra manera de conducir y las circunstancias de la vía. El propulsor delantero se ocupa de maximizar la eficiencia energética, y será el que actúe principalmente en situaciones de baja o media carga (es decir, cuando circulamos a ritmo tranquilo). Por su parte, el motor trasero se destina a ofrecer el máximo rendimiento y gana protagonismo a medida que exigimos un mayor dinamismo.
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Otra consecuencia de emplear dos propulsores independientes es la de dar pie a un sistema 4Matic de tracción total gestionado electrónicamente, y que por tanto no requiere la complejidad de un árbol de transmisión.
Cuando ambos motores trabajan en conjunto nos regalan aceleraciones dignas de un deportivo: baste indicar que el EQC acelera 0 a 100 km/h en sólo 5,1 s. Eso sí: la velocidad máxima está limitada a 180 km/h para evitar que “nos fundamos” la batería en un santiamén. La entrega de potencia es llenísima en toda circunstancia, hasta el punto de parecer casi sobrada para mover este SUV de 2.495 kg de peso. Las aceleraciones son fulgurantes, la recuperación de velocidad es instantánea y en todo momento sentimos la tranquilidad y confianza de contar con una enorme reserva de potencia para afrontar cualquier maniobra de adelantamiento.
Como es habitual en los eléctricos, no disponemos de una caja de cambios al uso. Por ese motivo, las levas situadas tras el volante no sirven para subir o bajar marchas sino para controlar el grado de recuperación de energía en deceleraciones. Cuanto más alto sea, mayor será el efecto de “freno motor”; y en el nivel más agresivo, apenas hará falta pisar el freno y bastará con regular el pedal del acelerador. También contamos con cuatro programas de conducción pensados para favorecer la eficiencia o el rendimiento, y un programa individual para que ajustemos a nuestro gusto cada parámetro del vehículo.
Queda claro que los ingenieros de la firma de Stuttgart han procurado encontrar el punto de equilibrio en el chasis de un SUV que, recordemos, pesa dos toneladas y media. Para empezar, la batería está donde debe estar, en el punto más bajo posible para rebajar el centro de gravedad. Y luego está la cuestión de las suspensiones, que afortunadamente recurre a un equipo de calidad con paralelogramo deformable en ambos ejes. Su tacto es relativamente firme, pero en ningún momento se hace incómodo; es más, el confort de marcha es precisamente el punto más destacable en este coche. Resulta imposible evitar un cierto balanceo de la carrocería cuando enlazamos curvas, pero por lo demás parece mentira que estemos conduciendo un SUV tan pesado.
La dirección no es muy rápida y el tacto del freno resulta algo esponjoso, aspectos que a la hora de la verdad tampoco interfieren en el uso tranquilo y rutero al que va destinado este vehículo. Por último, la insonorización del habitáculo merece un notable alto, y sólo le falta un punto más de aislamiento de la rodadura de los neumáticos para llevarse el sobresaliente.
La angustia se reduce
Pasemos ahora a dos apartados críticos: el de la recarga y el de los consumos. Empezando por el primero, el EQC equipa un cargador integrado de 7,4 kW de potencia refrigerado por líquido. Es posible cargar el vehículo en un enchufe convencional; pero como podemos hacernos viejos esperando, lo ideal es instalar en casa el wallbox de corriente alterna ofrecido por la marca, donde cargar la batería al 100% lleva un tiempo de 11 horas. La manera más veloz es acudir a puntos de carga rápida con corriente continua, modalidad para la que el EQC admite una potencia máxima de 110 kW (inferior a la de algún modelo de la competencia) . De esta manera, el tiempo mínimo para elevar el nivel de la batería del 10% al 80% es de sólo 40 minutos.
La batería de iones de litio cuenta con una capacidad de 80 kWh y, según el ciclo combinado WLTP, promete una autonomía teórica entre 374 y 416 km, dependiendo de la configuración del vehículo. Las cifras de consumo, también según WLTP se sitúan entre 22,4 y 25 kWh/100 km, que no son valores precisamente bajos.
Un evento de presentación, lejos de nuestras rutas habituales, nunca es buen lugar donde medir consumos; pero sí puedo deciros que en conducción normal nos mantuvimos dentro o cerca de los valores homologados, sin lugar por lo tanto para angustias ni preocupaciones.
El menos carísimo de los de su clase
El Mercedes-Benz EQC ha iniciado su producción y la marca ya admite pedidos. En España, su equipamiento de serie incluye faros LED adaptativos, pilotos led traseros, cristales tintados, climatizador bi-zona e instrumentación digital con navegador, además de un amplio abanico de sistemas de seguridad. Durante el primer año de comercialización se añaden los cristales calorífugos e insonorizantes y la preinstalación para acceder a la carga rápida de 110 kW en la red de Ionity.
Los precios del Mercedes-Benz EQC comienzan en 77.425 euros. Es precio elevado, no cabe duda, pero son 2.200 € menos de lo que cuesta un Jaguar I-Pace, unos 5.000 € menos que un e-tron y 10.600 € menos que un Tesla Model X. La cosa cambia un poco si accedemos a la edición especial limitada 1886, con un equipamiento completísimo, garantía y servicios de mantenimiento ampliados y un precio de 87.405 euros.
Las primeras unidades del Mercedes EQC llegarán a nuestro país a lo largo del verano.
Yo no acabo de ver que los eléctricos sean una solucion factible a medio y largo plazo. Antes creo que la pila de hidrógeno sería una solución más factible...