Seat nos ofreció la posibilidad de acudir al País Vasco Classic Tour organizado por Automovilia y la revista Motor Clásico y conducir, durante dos días, un Seat 124 Sport 1600, un coche que este año cumple 50 años desde su lanzamiento en España y que, en el momento de aparecer en el mercado nacional se convirtió en el modelo más deportivo y atractivo de la, en aquel entonces escasa, producción nacional.
En 1970, en el Salón de Barcelona, se presentó el Seat 124 Sport. Era la cuarta versión del modelo estrella de Seat en la época después de la berlina (en este vídeo Juan Carlos Grande os cuenta la historia del Seat 124), del lujoso 1430 de faros cuadrados (en los dos primeros videos de esta serie Winter Job os contamos nuestra experiencia al volante de un 1430 1600 en el Rally de Montecarlo de coches hisóricos) y de la versión familiar. Este cupé de elegante línea se había lanzado en Italia en 1967 con un motor de 1,5 litros y 90 CV que, dos años más tarde, dejó su puesto a una nueva versión con el mismo bloque, pero con una cilindrada de 1.605 c.c. y 110 CV. Esta es la versión que Seat comenzó a fabricar en la Zona Franca de Barcelona en 1970.
El motor es de cuatro cilindros en línea y está situado longitudinalmente en el vano motor. Dispone de doble árbol de levas en cabeza y dos carburadores Weber de doble cuerpo, es de tipo "carrera cuadrada" (80 x 80 milímetros) y rinde 110 CV a 6.400 vueltas. En aquella época, este motor, de origen Fiat, era una referencia en el panorama europeo. Este bloque biárbol se empleó en numerosos coches de la marca italiana y, también, de Seat.
El motor tiene un empuje notable. Necesita estar muy bien puesto a punto (los carburadores dobles exigen cariño), pero cuando está afinado, acelera y recupera de maravilla. Y más teniendo en cuenta que el coche es ligero y que el cambio fue el primero de cinco marchas montado en un coche fabricado en España.
Precisamente el hecho de que tenga cinco marchas resulta ideal para mantener el motor siempre sobre las 3.500 vueltas, donde el ronroneo que emite se convierte en un sonido mucho más contundente cuando se acelera para recuperar en segunda o tercera. Se trata, en definitiva, de un motor de otra época, de una pequeña obra de orfebrería que, cincuenta años más tarde, sigue dando satisfacciones y no se corta a la hora de flirtear con la zona roja, situada en las 6.500 rpm.
El más deportivo de su tiempo
El 124 Sport no era un coche más en una época en que los modelos a la venta en España podían contarse casi con los dedos de una mano. No era el más caro porque existía el Dodge Dart GT que Barreiros fabricaba para los empresarios de éxito y las flotas ministeriales en la planta de Villaverde.
El Seat 124 Sport era un coche deportivo, un vehículo para bolsillos desahogados, el coche que todos los aficionados al automóvil en la época hubieran deseado poder comprar, el no va más, en definitiva, de un mercado nacional cerrado a cal y canto a las importaciones. Un coche por el que Seat pedía en la época casi un cuarto de millón de pesetas (243.500 para ser exactos).
Hoy, 50 años después, la línea sigue teniendo un indudable atractivo. Es un coche de apenas 4,12 metros de longitud (como un Seat Arona) 1,67 metros de anchura, una altura de solo 1,34 metros y un peso que no llega por los pelos a la tonelada. Con un habitáculo de cuatro plazas, asientos cómodos y acogedores, pero sin reposacabezas, un maletero donde poner dos trolleys de viaje llenos hasta arriba y un salpicadero funcional donde destacan la completa instrumentación y el enorme volante con arco de madera, era, en su tiempo un coche refinado y de calidad.
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Al volante, es un coche en el que se nota que no tiene dirección asistida (la dirección es de tornillo sin fin y hay que hacer brazos para maniobrar en parado), pero, por lo demás, resulta muy fácil y muy agradable de conducir. Es de aquellos coches que transmiten lo que sucede en la carretera, coches donde la electrónica ni tan siquiera se intuía y donde la mecánica es la gran protagonista. En este Sport, se nota el empuje del eje trasero al acelerar, se siente la carretera a través d euna dirección precisa e informativa y se escucha el límite de adherencia en los neumáticos.
La suspensión es también de otra época, con la delantera independiente por doble triángulo y la trasera de eje rígido, con muelles en ambos casos. Los frenos son de disco en las cuatro ruedas y éstas montan llantas de 13 pulgadas con unos neumáticos de sección 165. Con esos mimbres, el 124 Sport es un coche con el que uno recupera el placer de conducir. Y, además, es un coche con el que disfrutar realmente. Es estable, es muy noble en cualquier circunstancia y, además, tiene un motor vigoroso y un cambio muy preciso.
País Vasco Classic Tour
Con el Seat 124 Sport de la Colección de Coches Históricos de Seat participamos en el País Vasco Classic Tour, un evento organizado por Automovilia y la revista Motor Clásico en el que, los chicos de Seat Históricos llevaron también un adorable Seat 850 Coupé de primera serie, con motor de 850 c.c. y 47 CV, un Seat 1200 Sport, el mítico “Bocanegra”, primer modelo 100% desarrollado por la marca, un Seat 124 2000 FL90, el más deportivo de la serie de 124 Pamplona con 115 CV y el Seat 1400 Furgoneta que cuidaba del resto y, sobre todo en las subidas, marcaba el paso, más bien tranquilo, de la comitiva. Afortunadamente, en algunos momentos pudimos escaparnos y disfrutar de la conducción del 124 Sport.
El evento recorrió durante dos días la Rioja Alavesa, en uno de sus mejores momentos paisajísticamente hablando, con las vides mostrando una interminable paleta de amarillos, rojos y naranjas, así como las serpenteantes carreteras locales de Guipúzcoa y de Vizcaya, todavía con el verde intenso característico de las tierras de Euskadi. Perfectamente separados en grupos, tanto en la carretera como en las comidas, los participantes exhibieron sus clásicos y sus youngtimers y disfrutaron de dos largas jornadas de conducción con algunos puntos álgidos como los ascensos y descensos de los puertos de Udana, Otzaurte, Opacua, Herrera y Orduña.
La organización superó todas las dificultades derivadas de la situación sanitaria e incluso pudo incluir una visita libre a Torre Loizaga, un enclave donde se mezclan la arquitectura medieval con una de las más impresionantes colecciones de Rolls-Royce del mundo. Con toda la prudencia del mundo y con las máximas medidas de seguridad y el distanciamiento aplicado a rajatabla, el evento permitió seguir disfrutando de los clásicos y de su conducción.
Aún recuerdo el hermoso Sport 1600, en color rojo, que mi padre, gran aficionado y excelente conductor, compró; y que duró poco tiempo en casa...por la férrea oposición de mi madre, que no deseaba un coche así de caro...y que le resultaba (a ella, claro) muy difícil de aparcar ?