Skoda Scala 1.6 TDI DSG: Eslabón intermedio

Conducimos un modelo del que se habla poco: el Skoda Scala, en su versión con motor diésel 1.6 TDI con 116 CV y cambio automático DSG. Una versión ideal como coche de familia y para hacer muchos kilómetros sin excesivo coste de uso diario.

El Skoda Scala llegó hace un año para sustituir al Skoda Spaceback y el Rapid, y lo hizo con la misma fórmula: A base de utilizar una plataforma del segmento B, en este caso la MQB-A0 de Volkswagen (la misma que utilizan el Seat Ibiza y el Volkswagen Polo) aunque con una batalla más larga. Así, se logra un compacto con un tamaño parecido al de un Volkswagen Golf (enlace a la videprueba del Volkswagen Golf) o un Seat León (enlace a la videoprueba del Seat León), con los que compite junto con los Renault Mégane, Ford Focus, Kia Ceed, Hyundai i30, etc.

¿En qué destaca el Skoda Scala frente a sus rivales? Sobre todo, en su habitabilidad. Tiene unas magníficas plazas traseras y uno de los mejores maleteros de la categoría. Este es un coche que mide 4,36 metros de largo, 1,80 de ancho y 1,47 de alto. Tiene una batalla de 2,65 metros. Es 8 centímetros más largo que un Golf o un Mégane, para que os hagáis una idea, y eso es una ventaja cuando hablamos de espacio interior.

Quizás no destaque tanto en diseño como sus rivales. Tiene una estética un tanto sosa, en mi opinión. Aunque para gustos, colores.

Nuestra unidad venía pintada en un color verde Rally Metalizado. Este color tan llamativo sirve de contrapunto a las formas poco complejas, funcionales, de su carrocería. El Skoda Scala parece una mezcla de coche compacto y de coche familiar. Su trasera simula la de un Station Wagon, aunque en realidad es un hatchback con un gran portón, al estilo de un Honda Civic (enlace a la videoprueba del Honda Civic) salvando diferencias.

Se reconoce a la primera por esta esta gran luna tintada, que se prolonga hasta el borde, con las letras de Skoda en primer término. Tiene bastante superficie acristalada, que puede ser más a partir del acabado Style si se pide el techo panorámico que todavía da más luz al interior.

La sencillez en el diseño queda muy patente en el frontal. Tiene unas formas poco complejas, muy limpias. La parrilla es de tamaño digamos, normal, para lo que se estila actualmente: parrillas cada vez más grandes. Esta parrilla enlaza con unos faros con forma de triángulo, de aspecto simple; aunque en su tecnología se incluyen luces diurnas LED e intermitentes dinámicos.

La unidad que probé tenía un acabado Style First Edition, el de lanzamiento, que incluye estas bonitas llantas de aleación de 18 pulgadas en promoción. El acabado Style a secas monta de serie llantas de 17”.

Como en todo Skoda, las soluciones “Simply Clever”, esos pequeños detalles que hacen más práctico el uso del coche, están repartidas por doquier: la rasqueta para quitar la escarcha del parabrisas, el paraguas en la puerta, la pinza para el tiquet del aparcamiento en el montante o el embudo para rellenar con mayor facilidad el depósito del limpia.

El Interior es muy de Skoda, muy del grupo Volkswagen: sobrio, de líneas rectas, muy bien organizado y terminado, muy de estilo alemán, aunque este sea un coche checo.

El salpicadero utiliza buenos materiales, y cuenta con superficies blandas en la parte superior, aunque bastante plástico en la inferior y algo de piano black.

Esta unidad equipaba tapicería de cuero/Suedia en color beige. También calefacción para los asientos y altura regulable, y apoyabrazos central trasero. Un paquete opcional que cuesta 1145 euros.

Montaba la pantalla pequeña del sistema de infoentretenimiento, la de 8 pulgadas en lugar de 9 pulgadas. La digital más grande con el virtual cockpit cuesta 1315 euros. El cuadro de instrumentos es analógico con una pantalla monocromo en el centro.

Los menús del sistema de infoentretenimiento son muy prácticos, tienen buenos gráficos y la velocidad de carga es buena. Sólo una pega: este sistema, que Skoda llama Radio Bolero, no incluye navegador. Deberemos navegar conectando el Smartphone a través del sistema Smartlink, pero gastando datos. Si se quiere un navegador hay que pedir la pantalla de 9,2 pulgadas del sistema Amundsen, como opción. Eso sí, el equipo de música suena de maravilla y aunque no se califique de “Premium”, lo parece.

En este coche los mandos de climatizador son individuales, no integrados en la pantalla, al estilo clásico. Pero hay una pega: el climatizador se maneja parcialmente con los botones físicos, pero si queremos subir o bajar la velocidad del ventilador, hay que ir a la pantalla táctil. No es un sistema demasiado práctico.

El freno de mano en este Skoda es manual, el de toda la vida. Esto gustará a los más puristas, pero la verdad es que ocupa demasiado espacio en la consola central, que ya de por sí es bastante estrecha.

El cofre central es pequeño, pero tiene un buen detalle: la tapa es desplazable y se puede usar para apoyar el codo.

En las plazas traseras destaca la distancia entre filas, mayor de la esperada para un coche de su tamaño. La altura al techo también es buena, y eso que monta techo panorámico que reduce el espacio unos centímetros. Y donde flojea es en anchura entre filas. Aquí sí que se nota que es un compacto con plataforma de un utilitario del segmento B. El pasajero de la plaza central viaja estrecho, con un túnel de transmisión que molesta un poco. Como casi siempre, en estas plazas traseras mejor dos personas que tres. Hay dos conexiones USB-C y rejillas de ventilación.

El maletero es de los mejores del segmento: 467 litros. Es casi lo que ofrece un Honda Civic (478 litros el japonés) y eso que el Civic es un coche más grande y largo. Como siempre en un Skoda, el maletero es uno de sus puntos fuertes. Puede ser de apertura eléctrica, aunque hay que pagar 380 euros. Tiene un plano de carga muy bajo, un piso a dos alturas, ganchos para sujetar la carga y un doble fondo con una rueda de repuesto de verdad. La capacidad total, una vez abatidos los asientos es de 1419 litros.

También hay la opción de instalar un gancho de remolque para ampliar esta capacidad de carga. Muy práctico, se abate y recoge de forma automática. 881 euros.

La competividad del Skoda Scala respecto a sus rivales en el segmento viene por ahí; Por su diseño funcional, práctico y cargado de detalles para hacer la vida a bordo más fácil y agradable. No es un compacto que demuestre tener grandes prestaciones, ni un chasis enfocado a un uso deportivo. Aunque su comportamiento convenza.

Los motores de gasolina son los conocidos TSI de un litro y 3 cilindros de 95 y 115 CV, además de un 4 cilindros 1.5 de 150. Hay también una versión de gas natural comprimido, de 1 litro y 110 CV. Y en diésel sólo se ofrece el motor que he probado para vosotros, un 1.6 TDI de cuatro cilindros y 116 CV, con cambio automático DSG de 7 velocidades.

El motor que mueve a este Skoda es un diésel de cuatro cilindros, 1.6 TDI, con cambio automático DSG de 7 velocidades. Es un motor que da buenas prestaciones, a pesar de que los 116 CV puedan parecer poco. Empuja y estira con rapidez, y se asocia bien con el cambio automático, de buena respuesta y con posibilidad de usarse en modo Sport, que acelera la transición entre marchas. Se echan en falta unas levas detrás del volante.

El consumo es bueno aunque, como siempre, por encima de los 4 litros que dice Skoda que gasta. En realidad, dio una media de 6 litros y medio. En carretera y autopista se mueve entre 5 litros y medio y seis, en ciudad se va a los siete y sólo en carretera a ritmo, digamos, deportivo, marcó un máximo de 9 litros.

El Scala tiene una suspensión con un tarado bastante rígido, algo seco, y esto hace que la absorción de irregularidades sea algo escasa. Por lo tanto, aunque es un coche cómodo, podría ser mejorable en este aspecto. Las reacciones del coche son muy nobles, vira plano y muy bien guiado por una dirección bastante directa, aunque demasiado asistida en el modo Normal de conducción. En el modo Sport se endurece un poco y mejoran las sensaciones.

Esta rigidez general en la respuesta de la suspensión es más notable en esta unidad que conduje, que montaba el tren de rodaje “Sport Chassis Control”. Esta opción rebaja la altura de la carrocería un centímetro y medio y permite montar amortiguadores con regulación electrónica, además del sistema de modos de conducción. Esta suspensión es directa responsable del poco balanceo de la carrocería que os comento.

De serie equipa Asistente de frenada de emergencia y mantenimiento de carril, asistente de arranque en pendiente y el lane assist. Como opción, pueden pedirse el control de crucero adaptativo 425 euros o el side assist (para el ángulo muerto), 460 euros.

Me hubiera gustado que hubiese un pulsador para desconectar el sistema de mantenimiento de carril, que se conecta de forma automática al arrancar el coche y hay que desconectarlo a través de los menús de la pantalla. Un pequeño detalle a mejorar.

Hay un Skoda Scala desde 20.680 euros. Pero esta versión de prensa con acabado Style First Edition, con motor diésel 1.6 y cambio DSG, tiene un precio base de 27.330 euros. Equipada a tope, como es el caso, alcanza los 35.716 euros. El precio base es razonable, pero si no vamos con cuidado con algunos extras el PVP final se dispara. En estos niveles de acabado se pone a la altura de lo que se pide por un Skoda Octavia, una berlina de segmento superior. Desde este punto de vista, el Octavia se convierte en su principal competidor, en su propia casa.