El Suzuki Jimny ya ha llegado a los concesionarios españoles, con una gama de versiones, todas con motor de gasolina de 1,5 litros y 102 CV y en acabados JX, JLX y Mode 3. Probamos la versión intermedia y con cambio automático, la más adecuada para hacer TT y una de las más prácticas para un uso diario en ciudad.
Suzuki ha tardado más de 20 años, y se dice rápido, en renovar su modelo más icónico, el Jimny. Pero la espera ha valido la pena. Aquí tenemos el nuevo Jimny, uno de los pocos todoterrenos auténticos que quedan, que sigue fiel a su filosofía de coche pequeño, utilitario y capaz de superar todo lo que le echen. Y con una estética llamativa, rompedora, muy original.
Este coche rinde homenaje a las tres generaciones anteriores del Jimny: a la primera, de 1970, que no llegó a España; a la segunda, la del popular Suzuki Samurai que se fabricó en Linares; y a la tercera, la del Jimny que se ha estado vendiendo hasta ahora. 50 años después, la cuarta generación del Jimny conserva las características que lo hicieron nacer en Japón como Kei Car. Es decir, como un coche utilitario, de pequeño tamaño, poca potencia y económico. Y sigue fiel a unas aptitudes para el todoterreno intachables. Es de los pocos vehículos que tienen chasis de largueros y travesaños, dos ejes rígidos y tracción a las cuatro ruedas con reductora. Esto es lo que lo ha convertido en un modelo icónico entre los amantes del fuera carretera.
El Suzuki Jimny es un coche pequeño. Mide 3,48 metros de largo, 1,64 de ancho y 1,72 de alto.Pesa poco, 1.110 kilos en orden de marcha, y su carrocería tiene unos ángulos característicos perfectos para hacer TT: 37 grados de ángulo de ataque, 28 de ventral y 49 de salida. La distancia al suelo es de 21 centímetros.
Este concepto de todoterreno pequeño y ligero también lo hace muy apto para moverse por ciudad. No es un coche sólo para profesionales o amantes del off-road. También para urbanitas que quieran ir con él a la universidad, al trabajo o a llevar los niños al colegio. Aunque sólo está homologado para 4 pasajeros.
Estética retro
Su aspecto exterior resulta familiar. Mezcla cosas del anterior Suzuki Jimny o del Suzuki Samurai. En algunas áreas recuerda al Mercedes Clase G (la zaga) o a algunos modelos de Jeep (frontal). Su estética cúbica es muy de vehículo off-road.
Precisamente su capó plano y y la verticalidad del pilar A mejoran la visibilidad hacia delante, un punto clave a la hora de hacer todoterreno.
Tiene una línea de cintura relativamente baja, que permite mejorar la visibilidad lateral. También grandes pasos de rueda, estribos laterales protectores y un juego de llantas de acero de 15 pulgadas. Todo ello le da un claro aspecto de robustez, que siempre ha caracterizado a este modelo.
La parrilla delantera con faros redondos es típica del modelo. Mantiene sus líneas verticales, como en el anterior Jimny, aunque podemos cambiar este frontal por otro de estilo más retro, parecido al del primer Jimny de los sesenta.
Los paragolpes también tiene un aspecto robusto, pero son muy sensibles a las manchas del barro, que cuestan bastante de eliminar. El paragolpes trasero integra los pilotos, una característica también típica en el Jimny de anteriores generaciones. Esto permite tener un portón más grande, pero también expone los pilotos a los golpes. Por supuesto, el nuevo Jimny conserva la rueda de repuesto en el portón, al estilo más tradicional de un todoterreno.
Suzuki nos dejó una unidad en color negro, pero hay hasta 8 colores disponibles, entre ellos un llamativo amarillo Kinetic, un azul metalizado o un verde jungla, que lo mimetiza en el paisaje.
Interior en negro, muy clásico
El diseño del salpicadero es simple, muy retro. El cuadro de instrumentos, por ejemplo, recuerda el del primer Samurai, con sus relojes enmarcados en un cuadrado. Entre ellos se coloca una pantalla digital, muy parecida a la que podemos ver en otros modelos de Suzuki, que muestra los principales datos de la conducción, a modo de ordenador de a bordo. (indicaciones del navegador, velocidad, lectura de señales de tráfico, consumo, autonomía disponible, etc)
La unidad probada, con cambio automático, se vende sólo con acabado JLX, el intermedio de la gama. No trae climatizador, sólo aire acondicionado. Pero curiosamente, sí que tiene asientos con calefacción. También una toma USB y otra de 12 voltios y una pantalla táctil con navegador, Bluetooth, radio Digital y sistema de reconocimiento de voz. Entre el equipamiento se echa en falta una cámara de marcha atrás y retroiluminación en la palanca del cambio.
El volante es ajustable en altura, pero no en profundidad; y la banqueta tampoco puede regularse en altura. A pesar de ello, la posición de conducción es correcta, e incluso una persona de baja estatura goza de buena visibilidad frontal.
Las plazas delanteras se perciben un poco angostas, como es lógico. Es un coche pequeño, y no lo puede disimular. En las plazas traseras hay esa misma sensación. El acceso a las mismas no es especialmente difícil, pero hay que plegar el respaldo y adelantar el asiento, en dos fases, y no hay memoria de posición. Atrás caben dos pasajeros, no tres. La banqueta tiene un mullido blandito y cómodo, pero es poco ergonómica, no sujeta bien el cuerpo. Hay buena distancia al suelo y al techo, pero el espacio para las piernas es muy justo.
El maletero ofrece una capacidad inicial de 85 litros. No hay ningún maletero más pequeño en el mercado, caben en él una bolsa de viaje no muy ancha y una chaqueta, y poco más. Pero puede ampliar su capacidad hasta 377 litros plegando los asientos. Son 53 litros más que el anterior modelo. Eso sí, con el maletero en su capacidad máxima las plazas traseras quedan inoperativas.
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Sólo motor de gasolina
Bajo el capó de este Suzuki hay un motor de gasolina de cuatro cilindros, litro y medio de cilindrada, que da 102 CV, 17 CV más que el anterior Jimny, que cubicaba un poco menos. Sólo hay esta opción, no hay motores más potentes ni tampoco diésel. Este gasolina puede ir unido a un cambio manual de 5 velocidades o a un automático de 4, como en este caso.
El Suzuki Jimny cumple en carretera, sin más. Es un coche para tomarse las cosas con calma en largos desplazamientos. Su velocidad máxima es de 140 Km/h, por lo que circula a velocidad máxima legal, 120 km/h, a un régimen bastante elevado: 4.000 r.p.m.
No es un coche que se note muy aplomado, precisamente. Es alto, estrecho y a alta velocidad es muy sensible a las ráfagas de viento, debido a su deficiente aerodinámica. La dirección está muy asistida y se nota algo imprecisa. A veces obliga a hacer pequeñas rectificaciones, ya que es muy sensible a las irregularidades del asfalto. Los dos ejes rígidos con muelles son en parte responsables de este efecto, ya que hacen que la suspensión sea bastante rebotona y poco eficaz para absorber pequeños baches.
El motor tiene una buena entrega de par a bajas vueltas para ser un gasolina de baja cilindrada, y rueda bastante fino. Pero el cambio automático de 4 velocidades no le hace justicia. Es un cambio perezoso, que va un poco a su aire y reacciona con sosiego y a veces incluso a destiempo. Las recuperaciones son, por lo tanto, bastante lentas.
Tosco en carretera
El placer al volante no es el punto fuerte de este coche. Pero se guía de forma fácil, frena bien (a pesar de montar tambores en el eje trasero) y tiene la ayuda de diversos sistemas ya vistos, por ejemplo, en el Suzuki Swift como el sistema de mantenimiento de carril y el avisador de posible colisión con frenado autónomo. Los dos vienen de serie y se pueden desconectar directamente a través de estos pulsadores.
A pesar de incorporar estos sistemas, además del asistente de luces de largo alcance, el sistema de reconocimiento de señales de tráfico o el control de presión de neumáticos, el Jimny ha obtenido sólo 3 estrellas en el test EuroNcap. El hecho de que su carrocería exponga a los peatones frente a un atropello junto con alguna imprecisión del sistema de frenado autónomo de emergencia le han penalizado en este sentido.
Este mini todoterreno se mueve muy bien en ciudad. Al ser pequeño, es fácil de aparcar. La posición de conducción es elevada, hay buena visibilidad hacia delante, y esto facilita las maniobras y el tránsito por las calles. Lástima del consumo, que es un poco alto: 8 litros a los cien nos dio de media, medio litro más que el consumo homologado que declara Suzuki. La versión con cambio manual gasta casi un litro menos, tenedlo en cuenta.
La autonomía real de esta versión con cambio automático se queda, pues, en unos 500 kilómetros, suficiente para un uso habitual pero algo corta para largos desplazamientos.
El TT de siempre
En realidad, el nuevo Jimny no ha cambiado en lo básico. Los ingenieros japoneses sólo han tenido que reforzar, en esta última generación, el chasis de escalera para darle todavía más rigidez. Esa rigidez es la que permite, por ejemplo, hacer un cruce de puentes sin que se resienta la carrocería.
Es un TT con un buen recorrido de suspensión, y equipa un control de tracción que también ayuda a recuperar la motricidad cuando alguna de las ruedas pierde contacto con el terreno. Este control de tracción, junto con el control de retención y descenso en pendientes, es la poca electrónica que Suzuki ha incluido en este TT para defenderse en off-road.
Su transmisión 4x4 sigue siendo muy clásica: es a tiempo parcial, que da tracción al eje trasero en condiciones normales y sólo conecta al delantero cuando interesa. Se gestiona a través de una palanca, al viejo estilo, mediante la que también se inserta la reductora.
Este TT no tiene diferencial central, por lo que sólo podemos circular en 4x4 cuando el terreno es deslizante, no es recomendable hacerlo sobre asfalto seco. Es un TT que acepta un buen grado de inclinación lateral, puedes ir con él por pistas forestales a ritmo alegre o cruzar un río con toda confianza.
Hay un Suzuki Jimny desde 16. 839 euros, con cambio manual y acabado JX, mientras que la versión tope de gama, Mode 3, cuesta 20.659 euros, con cambio manual y más equipamiento que esta JLX que hemos probado.
El Suzuki Jimny no es un coche barato, pero no existe otro TT en el mercado con estas características. La ausencia de un rival directo, su atractiva estética y el hecho de ser toda una novedad después de 20 años sin cambios, han hecho que la demanda supere las expectativas de la marca japonesa. Hasta el punto de que la lista de espera para hacerse con una unidad se acerca a los 12 meses. La fábrica de Suzuki en Japón no da abasto para satisfacer la demanda interna, y según nos confirmó Suzuki Ibérica, no será hasta marzo de 2019 que se pongan al día para poder suministrar con normalidad a Europa. Es, por lo tanto, un coche que tiene el peligro de morir de éxito.
Madame, Monsieur, je recherche un SUZUKY JIMNY 2 places vert foncé. Cordialement, Claude CRUBILE .