El Suzuki Jimny es un rara avis en el mundo del automóvil. Es un todoterreno de pequeño formato, de cuatro plazas y sin apenas maletero que cuesta menos de 20.000 euros y que está disponible en diferentes acabados. Ya hemos probado este modelo en otras ocasiones. En este enlace tenéis la prueba en video de la versión con cambio automático que hizo Jaume Gustems y en este otro, un comparativo de diferentes tipos de todoterrenos también en vídeo. Del Suzuki Jimny ya lo habíamos contado todo pero...
Nos llamaron de Suzuki y nos dijeron que se iban al desierto a probar el Jimny y que si nos queríamos ir con ellos. ¿Desierto?, pregunté. Marruecos, contestaron. Sonaba bien. Ya sabéis que nos encanta Marruecos así que, dijimos que sí, que vale, pensando… otra presentación en Marruecos, un día en ir, un paseíto por pista, una dunita por aquí, otra por allá, un poco de río de arena, mucho cuidadín y vuelta a casa… lo típico… Pues no
Nos esperaban cuatro jornadas intensas, desde las siete de la mañana a las siete de la tarde, en el desierto, desierto con arena y desierto sin arena. Pistas duras, pedregales, oueds, pequeños franqueos, chots, arena y dunas, muchas dunas. Un menú que sólo puede saborearse con un coche capaz de no amedrentarse ante nada, con un auténtico todoterreno. Una verdadera prueba de fuego, casi iniciática para el pequeño saltamontes japonés.
El primer día y tras aterrizar en el aeropuerto de Ouarzazate, tomamos una pista hacia la localidad de Skoura para luego subir por carretera a Boumalne Dades. Un buen aperitivo en el que, a los diez minutos de haber pisado la pista… pinchamos. Menos los dos Jimny que abrían y cerraban la caravana, que llevaban ruedas de taco, el resto montaban las de serie, mixtas pero orientadas al asfalto así que pensé: si en diez minutos ya nos hemos dejado una rueda, esto va a parecer una romería. Pues no. No volvimos a pinchar en los cuatro días de prueba. Ni nosotros ni ninguno de los Jimny restantes lo que demuestra que ese pinchazo inicial fue, simplemente, mala suerte.
En este primer día nos entretuvimos en comprobar las buenas aptitudes para el franqueo del Jimny. Este coche lleva reductora pero no bloqueos de manera que hay que ir jugando con los pesos en los cruces de puentes para avanzar. Tiene la ventaja de que los ángulos de ataque y de salida son espectaculares: 37 grados el primero y 48 el segundo que sumados a su corta batalla le confieren una agilidad espectacular.
En la pista elegida nos encontramos muy pronto con uno de los problemas habituales en Marruecos. Hay un río, pero no hay puente. Lo había, pero… se lo llevó la corriente, así que hubo que improvisar hasta dar con una alternativa en el cauce del oued. El Jimny franquea bien porque su motor tiene más bajos que antes. Es de gasolina y atmosférico, cierto, pero sube de vueltas desde muy abajo y, si la primera, que es larga, no nos da, se mete la reductora y asunto arreglado.
Segundo día por las gargantas del Dades
El segundo día subimos por las gargantas del Dades, parando en los dedos de Alá, una curiosa zona montañosa, hasta llegar a ese tramo de carretera que aparece siempre en todos los resúmenes de internet que agrupan a aquellas carreteras más peligrosas, más espectaculares, más alucinantes, más lo que queráis del mundo. Y la verdad es que es tremenda. Ya pasamos por ella cuando hicimos la prueba en Marruecos del Ssangyong Rexton que encontraréis en este enlace. Son una sucesión de horquillas en subida en medio de una espectacular garganta que en esta época del año tiene más tráfico de turistas que de locales pero que en verano se pone imposible.
Tras abandonar el asfalto, nos metimos 25 kilómetros en el lecho de un oued. Pasamos de la carretera del Dades a la de las gargantas del Todrà a través de una pista muy atractiva pero cuyos primeros kilómetros había que hacerlos muy lentamente por la presencia de enormes piedras en el cauce. La pista, a veces marcada, desaparecía por momentos para reaparecer algo más allá y los Jimny iban pegando saltitos.
No, este no es el coche más cómodo del mundo. El eje rígido trasero, tan bueno para descolgar ruedas, es un pequeño suplicio en estas condiciones, sobre todo para el acompañante que debe adelantar el asiento y clavar el pie derecho en el paso de rueda para hacer un poco de fuerza y así evitar sentirse como en una batidora. Es el todoterreno, amigos.
En algunas zonas en esta etapa pusimos a prueba el control de descensos del Jimny. La verdad es que con la reductora basta, pero en bajadas más o menos asequibles, pones el control y te olvidas del gas. En este aspecto, el Jimny se ha vuelto un poco burgués, pero, en contrapartida, la marca ha eliminado el botón que tenía el anterior modelo para insertar el 4x4 para volver a la palanca de toda la vida.
Las pistas hacia el Todra nos permitieron disfrutar de vistas espectaculares y de la conducción del Jimny en pista, donde la verdad es que el coche se comporta estupendamente bien. En las gargantas del Todra se reúnen vendedores ambulantes, sobre todo de pañuelos y bisutería y hasta hace unos meses, numerosos turistas que dormían en los albergues del otro lado del río, hoy cerrados desde que una piedra de grandes dimensiones cayó encima de uno, por suerte sin causar heridos. Ahora no se puede aparcar en las gargantas y los atascos son de órdago. Pasamos y seguimos hacia Merzouga, hacia el desierto auténtico, el de arena.
En el Erg Chebbi
El tercer día nos levantamos temprano, para encontrar las dunas fresquitas y atravesamos el Erg Chebbi. Dicho así parece lo más normal del mundo, pero no es algo que esté al alcance del primer SUV con tracción a las cuatro ruedas que se os ocurra. En la arena hay una serie de características que un coche debe tener sí o sí y que el Jimny tiene.
La primera, buenos ángulos, para no dejarte el parachoques en el primer vértice de bajada. La segunda poco peso, perfecto para surfear y el Jimny pesa menos de 1.200 kilos. La tercera, una buena reductora porque en las dunas conviene circular fino y cambiar entre tercera y cuarta cortas resulta ideal para moverse por ellas y la cuarta, unos neumáticos mixtos que no arañen la arena, que la acaricien, bien deshinchaditos, a poco más de uno de presión para aumentar la huella y distribuir mejor el peso.
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El Jimny tiene todo eso. Le falta, eso sí, algún caballito más. Aquí sí queda claro que el motor es atmosférico y que los discretos 130 Nm de par máximo no llegan hasta las 4.000 vueltas. Por debajo, hay par, pero poquito y eso se nota en algunas subidas de dunas largas en las que el coche se va quedando y al que el motor no acaba de ayudarle. Lo bueno es que, cuando se queda, sale marcha atrás sin problemas y permite volver a coger carrerilla para volverlo a intentar.
Hubo algunas enganchaditas, sí, pero de empujón. La eslinga no salió nunca a ver el espectáculo de las dunas y las enganchadas fueron más atribuibles a la poca pericia de algunos de los conductores, neófitos en estas lides, que a las aptitudes del Jimny que, bien lanzado, en tercera o cuarta corta y el motor a 3.500-4.000 vueltas, sube por todas partes, baja por donde quiere y, si alguno se pasa de optimista… pues se le empuja un poquito y palante.
Ah, y el Jimny es duro, muy duro. Alguno de nuestros colegas decidió, sin pretenderlo, ponerlo realmente a prueba, por ejemplo en un salto en una subida que podréis ver en el vídeo que ilustra este reportaje. El Jimny, que saltó más de un metro y aterrizó frenando, algo poco aconsejable, siguió sin más problemas. También conducimos por el río de arena que da la vuelta al erg, una zona muy divertida, sobre todo con el Jimny, que es nerviosete y le gusta mover la trasera. Luego volvimos a atravesar el erg para acabar en unas haimas donde pasamos la noche.
Hacia la pista prohibida
Nos quedaba un cuarto día, de nuevo de pista. Bajamos desde Merzouga en dirección a Ouzina por la llamada Pista prohibida, que corre paralela a la frontera argelina y que conviene no abandonar para no tener un encuentro con el ejército de ninguno de los dos países o, peor aún, con alguna mina inesperada.
Esta pista, donde viven los asnos salvajes, atraviesa algunos chots o lagos secos, llanuras completamente planas en las que el Jimny puede ponerse a 120 km/h sin el menor problema pisando donde no hay pista en una gran explanada que parece cubierta de asfalto blanco. Si algo tiene Marruecos es que en este país convergen todos los desiertos posibles y todos los paisajes imaginables. Por eso y por la amable hospitalidad de los bereberes nos encanta.
Y en Jimny más. Lo mejor de este coche es que es realmente un todoterreno asequible, que se puede comprar desde 17.000 y hasta 20.820 euros, que es lo que costaba nuestra unidad en acabado Mode 3. Un coche que tiene un habitáculo agradable, con un salpicadero funcional, pero de calidad, unos buenos asientos delanteros y un maletero que, eso sí, sólo es digno de ese nombre cuando se renuncia a las plazas traseras.
Un coche que, pese a su tamaño y a su aspecto de juguetito para la jungla urbana, se desenvuelve fantásticamente en los terrenos más hostiles, es capaz de subir laderas arenosas, superar franqueos inesperados, ser tu mejor socio en la conducción en dunas y que, una vez vuelve al redil, va mejor en asfalto que su antecesor.
Hasta 100 km/h. el Jimny va bien. Su motor es bastante elástico y sube bien de vueltas y tiene un comportamiento sano y estable. Además, es menos ruidoso que el anterior modelo y no tiene ruidos parásitos, lo que habla muy bien de su calidad. Solo le falta una sexta velocidad que le permita rebajar un poco el régimen de giro del propulsor y, con ello el nivel sonoro.
Lo que hemos dicho del asfalto vale hasta los 100 km/h. En autopista y a 120 ya todo cambia. Hace más ruido y uno no tiene la sensación de conducir un coche estable y aplomado, pero para un coche como este, la autopista no es más que ese mal trago necesario para volver a la tierra, a las pistas o allí donde estas escasean o simplemente no existen.
Uno de mis compañeros, que hacía un video del evento, me preguntó qué era lo mejor del Jimny y yo le contesté que el hecho de que exista, de que haya una marca que haya creído en un todoterreno de pequeño formato para disfrutar de la conducción en pista, de que, con un planteamiento sencillo, modesto, pero riguroso y de calidad, sea capaz de ofrecer tan buenos ratos como los que pasamos con él en Marruecos. Aunque, por desgracia, la marca calculó mal la demanda y ahora para comprar un Jimny tienes que esperar mucho tiempo, tal vez demasiado. El Jimny ha sido un éxito en todo el mundo, lo que demuestra que hay un mercado esperando un coche así. Ojalá Suzuki consiga pronto atender la demanda y todos los enamorados del Jimny puedan tener el suyo.
En este enlace encontraréis los Suzuki Jimny a la venta en Coches.net tanto de esta generación (pocos, insisto) como de la anterior, que mantenía caractercaracterísticas similares en su rendimiento fuera de carretera.
Bien .me gusta Fantastico Me Lo Compro.