LLegó el momento de la aventura con el Volkswagen Golf MK2: recorrer Túnez de norte a sur y de oeste a este dentro de la caravana de la Volkswagen Golf Challenge 2022.
Todo empezó cuando decidí comprar un Golf de segunda mano y prepararlo para las exigencias de la Volkswagen Golf Challenge. Aquí tenéis el enlace al video en el que explicamos el proceso de preparación del coche. Decidí subir la altura de la carrocería, montar unos neumáticos de todocamino y un robusto protector para los bajos. Y nada más. Se hizo una preparación muy básica, sin complicaciones, con un presupuesto bajo, pero suficiente para inscribirse en la Golf Challenge con un mínimo de garantías.
Y así me presenté con el Golf en el puerto de Marsella, en Francia, listo para embarcar en el ferry que lleva a Túnez junto con el resto de participantes de la challenge (en total, 50 coches). Nos esperaban 20 horas de trayecto que en realidad fueron más de 30 debido al temporal marítimo. Pero el sacrificio valió la pena. Había muchas ganas de visitar el país árabe
Ibamos a recorrer Túnez de Norte a Sur, y de Este a Oeste. En total, más de 2.000 kilómetros por todo tipo de pistas, asfalto e incluso dunas.
El buen ambiente, característico de la Challenge
El día en la Golf Challenge empieza con un breve briefing, y después cada participante sale a hacer la ruta un poco a su aire, sin prisas. Pensad que este es un raid no competitivo, es más bien una ruta turística, de puro placer. Es un raid para disfrutar del coche, del país y sobre todo, del buen del ambiente entre los participantes.
En la Volkswagen Golf Challenge participan personas de todo tipo: directivos de empresa, jubilados aficionados al automóvil, jóvenes promesas e incluso algún que otro personaje famoso, como el exjugador de baloncesto de la NBA y del FC Barcelona, Mario Kasun. Kasún participó con un Golf MK2 preparadísimo, y adaptado a sus gustos y necesidades.
Lo primero que sorprende al llegar a Túnez es el caos circulatorio que hay en algunas ciudades y pequeñas poblaciones. Aquí todo el mundo conduce a su manera, conviviendo con peatones, ciclomotores, ciclistas, carros, obras sin señalizar… en fin. Un desorden al que todo el mundo está acostumbrado, y al que te adaptas rápidamente, sin problemas.
Al dejar el norte de Túnez, más urbanizado, y dirigirnos hacia el sur, aparecen las primeras pistas con las que ensuciar los Golf. Unas pistas que en ocasiones cruzan vías de tren abandonadas y ríos secos que son una auténtica trampa para los coches. Aquí hubo las primeras empanzadas, de las que se sale con la ayuda de todos los participantes. Espíritu Challenge, le llaman. Colaboración mútua y buen rollo que convierten un pollo monumental de Golfs enganchados en la arena en un rato muy divertido.
Pistas poco técnicas y muy rápidas
A medida que avanzas hacia el sur de Túnez, las pistas se van cargando de tolé ondulée, esas arrugas transversales, formadas por el paso de los coches, que machacan los amortiguadores. Estas pistas son poco técnicas y muy rápidas, ideales para empezar a dar caña al Golf y tomar contacto con el desierto.
Atravesando el Chott o lago salado de El Djerid, se llega a escenarios de película. El que sirvió para el rodaje de la película Gold Noir, o la roca del Dromedario, que recordaréis del film El Paciente Inglés. Combinar este paisaje, con la conducción del Golf es una experiencia única. El coche rueda con comodidad en estas pistas compactadas, con algo de arena, la justa para avanzar con cierta soltura. Esta es una zona bastante transitada por los amantes del 4x4 más auténtico.
En la Golf Challenge no pudo faltar la visita decorado de Mos Spa, la ciudad ficticia construida para la película Star Wars, situada en medio de la nada. Se llega por una pista que se bifurca y que en nuestro caso, se complicó debido al grosor de la arena, superior al que es capaz de superar el Golf. Bajamos la presión de los neumáticos, pero no fue suficiente para evitar las primeras empanzadas en las dunas. Pero se sale. Haciendo hueco con la pala, colocando planchas y empujando o tirando con eslinga. Al final se tira palante como sea.
Reparaciones sobre la marcha
En un evento de este tipo los días son intensos. No sólo por lo vivido, sino porque el coche también requiere su atención.
Suelen aparecer algunos problemas mecánicos. Si la reparación es urgente, se hace sobre la marcha. Si no, al llegar al hotel o por la mañana, antes de salir. La colaboración de todos es imprescindible. Sorprende la inventiva de algunos para reparar un manguito, solventar un problema con una copela de amortiguador, o desbloquear una pinza de freno. Se percibe un buen nivel de conocimientos mecánicos entre los participantes, pensad que pasa de todo. Y sorprende: siempre aparece la pieza que falta por un lado u otro. Incluso hubo que cambiar algún cárter, y se hizo.
Si no hay solución, siempre se puede acudir a un taller de la zona. Que los hay, y muy buenos, en los pueblos más habitados. Con mecánicos dispuestos a reparar lo que haga falta, si hace falta en plena calle.
Coches para todos los gustos
El nivel de los coches participantes en la Challenge es muy variado. Los hay que apenas tienen preparación, como un Golf MK3 cuyo propietario lo utiliza para ir a trabajar a diario, otros que invierten una fortuna en construir un auténtico “pepino”, algunos que la simplifican colocando un espectacular alerón y otros que participan con ejemplares de Golf únicos, como un Golf Synchro de tres puertas con motor de GTI.
Pero la preparación más completa, desde mi punto de vista, fue la del Golf Mk4 del francés Quentin Gillard, con suspensión de doble muelle que eleva la carrocería 10 centímetros, motor TDI con 150 CV, toma de aire de Subaru para refrigerar un intercooler, snorkel de Isuzu, cabestrante integrado, soporte artesanal para colocar la rueda de recambio en el portón, asientos con arnés de tres puntos, o iluminación LED en la baca y en los faros.
La mayoría de Golfs que participan en la Challenge son MK3, pero también puede verse algún MK4, alguno con tracción 4Motion, y algunos MK2. Lo raro es encontrar un MK1.
A medida que la ruta avanza hacia el sur, el tráfico disminuye y las carreteras cruzan grandes planicies deshabitadas, enlazando pueblos separados por grandes distancias.
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También puedes encontrar autopistas con poco tráfico, que cruzan el territorio a lo largo y ancho.
También mucho asfalto
En esta Challenge se alternó asfalto y pista. Por pista llegamos a pueblos bereberes como Matmata, donde se encuentra el Hotel Sidi Idriss, con sus casas trogloditas con habitaciones en forma de cueva, y que en su momento fue el escenario de la casa de la familia de Luke Skywalker, recordad, en la primera entrega de la película Star Wars.
No es fácil encontrar gasolineras en esta zona. Lo que sí hay son puntos de repostaje de bidones, regentados por un lugareño, siempre dispuesto a llenarte el depósito. El sistema es bastante rudimentario. Se aboca la gasolina en el embudo, se filtra con un trapo, y listo. Hay que decir que la gasolina es de calidad, os lo puedo confirmar. Y barata: poco más de medio euro el litro de 95. Una cuarta parte de lo que pagamos en España.
Túnez es un país con unos 12 millones de habitantes, que viven en su mayoría en el norte del país. En el sur se percibe un ambiente más pobre y rural, un lugar de subsistencia más difícil.
Aquí los reyes del parque móvil son los pick-up Peugeot 504 de los años sesenta. Los hay a montones, y han sobrevivido al paso del tiempo, algo que no pueden decir otros clásicos como el Renault 4 o el Renault 12, que también podéis ver “aparcados” en las calles, formando parte de un improvisado cementerio de chatarra. Incluso vi algún que otro Volkswagen Golf MK1, que también ha pasado a mejor vida.
Acción solidaria
El Sur de Túnez también es el lugar en el que la Volkswagen Golf Challenge de este año decidió realizar su acción solidaria y entregar material escolar, ropa o juguetes entre los niños que íbamos viendo por el camino. También visitamos algunas escuelas, que nos recibieron con cordialidad. Los tunecinos, en general, son gente hospitalaria, amable, agradecida y de carácter abierto. El trato con la gente local es muy agradable. Para ellos, la visita de la caravana de la Golf Challenge es toda una novedad, en un lugar en el que la vida pasa lentamente, sin grandes cambios, sin prisas.
Entre pueblo y pueblo, las carreteras y pistas cercanas a la frontera con Argelia ofrecen un paisaje más inhóspito, desolado y árido. Es fácil ver dromedarios a pie de carretera o cruzando la pista, a su rollo, y también lenguas de arena que cruzan la carretera a su antojo, y que obligan a reducir la velocidad para no salir volando. También las pistas se vuelven todavía más desérticas y solitarias. Algunas me recordaron a paisajes de la península.
Como en Marruecos, el paso por los oueds o ríos secos obliga a bajar la velocidad. De lo contrario, te puedes dar un golpe descomunal. No se ven, aparecen de golpe. Aquí, el protector de cárter justifica su presencia.
Acercándonos al Sáhara
A medida que nos fuimos acercando al oasis de Ksar Ghilane y el erg que lo rodea, las pistas se volvieron más arenosas, algo más difíciles. Nuestro Golf vió en ellas claramente su limitación. Estas pistas obligan a ir con cuidado, ya que es fácil engancharse si te despistas.
Si las pistas tienen la arena compactada, el Golf avanza sin problemas. Llevando el coche a medio y alto régimen y haciendo algo de manos te lo puedes pasar bomba. Este Golf no es muy potente, pero se nota ágil y robusto, se defiende bien.
Pero claro, a la mínima que te sales de la pista puedes quedar atascado. La falta de tracción integral limita mucho las cosas, sobre todo si pretendes meterte en un erg.
No podemos pedir peras al olmo, está claro. Pero conociendo estas limitaciones, lo cierto es que las posibilidades de diversión con un Volkswagen Golf de las primeras generaciones son mayores de las que te imaginas. La octava edición de esta Golf Challenge, que ya es historia, lo ha demostrado claramente.
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Gracias por el video ??