Volkswagen T-Cross: Con 'T' de "todoasfalto"

Touareg, Tiguan, T-Roc... Todos los SUV que Volkswagen vende en Europa empiezan por ‘T’, y el nuevo punto de acceso a la familia tampoco es una excepción. El T-Cross -que hemos conducido por primera vez con motivo de su presentación dinámica en Mallorca- es la variante crossover del Polo, con el que comparte plataforma y la mayoría de componentes. Sale a la venta en España con cuatro niveles de acabado y dos motorizaciones de gasolina (1.0 TSI de 95 y 115 CV), con tracción delantera en ambos casos. Los precios parten desde 18.990 euros; la marca ya admite pedidos y las primeras entregas llegarán en mayo.

Volkswagen llega casi tarde al mercado de los conocidos como “SUV urbanos”, donde se va a encontrar con muchos y muy buenos competidores. Siete de ellos ya aparecieron en nuestra comparativa de segmento: Hyundai Kona, Kia Stonic, Citroën C3 Aircross, Opel Crossland X, Seat Arona, Peugeot 2008 y Renault Captur. Luego tenemos a los SsangYong Tivoli, Ford EcoSport... y pronto saldrá al mercado el Skoda Kamiq. Casi ná.

En cuestiones de diseño, parece que Volkswagen se va atreviendo a salir un poquito del guión establecido. De hecho, el T-Cross evoluciona a partir de lo mostrado por su hermano T-Roc, que trajo consigo un soplo de aire fresco para la marca. El frontal del T-Cross exhibe una parrilla que, sin fundirse con los faros como ya es costumbre, sí se une a ellos mediante una de sus lamas horizontales. Y por debajo, el paragolpes aporta fuerza a la imagen del vehículo.

Visto de perfil, el T-Cross casi parece un Tiguan a escala, con un capó bien esculpido, una línea de techo bastante plana, la luneta trasera poco inclinada y, cómo no, los pasos de rueda y la parte inferior de las puertas con refuerzos de plástico. Podemos elegir entre doce colores para la carrocería; y en contra de la tendencia actual, sin techo en contraste. Las llantas vienen en medida de 16” a 18”. La zaga es probablemente la más original de los últimos Volkswagen; y aun así no sólo sigue sino exagera la moda actual de unir las ópticas con una línea roja, insertada en este caso en una gruesa moldura brillante. A decir verdad, en vivo y en directo le queda bastante bien.

El T-Cross está construido sobre la plataforma MQB-A0, empleada por los Seat Ibiza y Arona, los Skoda Scala y Kamiq, y cómo no, también por el Volkswagen Polo. No sorprende por lo tanto que el T-Cross comparta con aquel su anchura (1,76 m) y distancia entre ejes (2,56 m). Las formas de la carrocería, en cambio, lo hacen 5,4 cm más largo (4,11 m) y 13,8 cm más alto (1,58 m) que el utilitario. La distancia al suelo también crece hasta los 18 cm.

El puesto de conducción recuerda bastante al del Polo, con el que comparte un diseño agradable, la posibilidad de elegir entre distintos colores para las molduras decorativas del salpicadero y la consola central. Lo que comparte con el T-Roc, por desgracia, es la ausencia de superficies blandas al tacto; es más, las puertas quedan recubiertas en su interior por plásticos desnudos que, sin ser de mala calidad, empobrecen la imagen del vehículo.

El cuadro de instrumentos puede ser digital; y de hecho es el mismo del Polo y el T-Roc. Es totalmente configurable y puede mostrar las imágenes del navegador. La pantalla central está situada donde toca, por encima de las salidas de aireación. Es de superficie táctil y en medida de hasta 8”, y destaca por su brillo y visibilidad. Además cuenta con unos prácticos diales giratorios, como también los tos tiene el climatizador. La consola puede incorporar una bandeja de carga inalámbrica y dos puertos USB. El arranque es por botón aunque el freno de estacionamiento es por palanca.

Tendiendo en cuenta su tamaño compacto, el T-Cross ofrece un ambiente confortable y espacioso para conductor y acompañante; y por fortuna, también para los pasajeros de la fila posterior. Hay espacio más que suficiente para las rodillas, la altura al techo es sobrada y la anchura es buena para dos ocupantes. La plaza central resulta incómoda por su estrechez, insuficiente para acomodar a tres personas; y tampoco ayuda la presencia de un túnel que obliga a separar los pies. Se echan en falta un reposabrazos central y alguna salida de aireación; pero al menos, como equipamiento extra, se ofrece una paraja de puertos USB para tener entretenidos a los niños con sus tablets.

Pero sin duda, la mayor cualidad de las plazas traseras es que la banqueta es corrediza, con 14 cm de desplazamiento que podremos aprovechar para aumentar la capacidad de carga cuando llevemos los asientos vacíos o con niños de baja estatura. En la posición más retrasada, el maletero ofrece 385 litros (34 l más que el Polo); y si la adelantamos del todo, tendremos 455 litros a nuestra disposición.

Los respaldos pueden ser abatidos en dos secciones (40:60) y dejan un plano de carga bastante uniforme, con 1.281 litros de capacidad. Además, como opción el respaldo del acompañante puede ser plegado también, lo que permite visitar sin preocupaciones esas tiendas de origen sueco donde venden muebles empaquetados.

Vaya por delante que el T-Cross no es un todoterreno, como tampoco lo es ninguno de sus rivales en el mercado. Este es un automóvil de tracción delantera, con carrocería protegida y sobreelevada; pero a decir verdad, éste y todos los de su estilo han sido diseñados para circular por ciudad y carretera.

El T-Cross es ante todo un coche maniobrable, muy fácil de conducir y cuya agilidad va más allá de lo que sugiere su estética. Las suspensiones son sencillas -nada de multibrazos ni dobles triángulos- pero copian muy bien el asfalto y tienen una dureza similar a la de un turismo tradicional. Se apoya bien en curvas rápidas, no flanea en los cambios de peso y tampoco cabecea demasiado en las frenadas; y la dirección no muy desmultiplicada ayuda a transmitir agilidad y confianza.

Tampoco es que el T-Cross “vaya” como un Polo, eso está claro, pero los sacrificios son menores de lo que cabría pensar. En este primer contacto, el chasis me ha parecido bien adaptado a la carrocería y, desde luego, a la gama inicial de motores, no muy prestacionales por el momento. De salida, podremos elegir entre dos variantes del motor tricilíndrico de gasolina 1.0 TSI, en potencias de 95 y 115 CV; en breve se les unirá el diésel 1.6 TDI 95 CV, y más adelante podremos optar por el gasolina 1.5 TSI con 150 CV de potencia y desconexión automatica de cilindros.

Durante el recorrido de prueba por carreteras mallorquinas pudimos probar el T-Cross con el motor 1.0 TSI de 115 CV que llevan tantos y tantos modelos del Grupo Volkswagen. Con el tiempo, este pequeño propulsor de tres cilindros ha ido mejorando su tacto y finura; y sin ser tan redondo como un cuatro cilindros, resulta agradable para el uso diario. Su principal inconveniente es la carencia de bajos, y su respuesta es pobre mientras llega a las 2.000 rpm; a partir de ahí el par de 200 Nm es más que suficiente para mover el vehículo con soltura.

Este motor puede asociarse con una caja automática DSG de 7 velocidades o bien la manual de 6 marchas. Con esta última, el T-Cross de 115 CV acelera de 0 a 100 km/h en 10,2 segundos; el consumo es de 4,9 litros según el ciclo NEDC y de 5,8 litros según el nuevo y más realista ciclo WLTP. En una prueba más detallada nos ocuparemos de obtener los consumos reales.

En su conjunto, del T-Cross podemos esperar una experiencia de conducción típicamente Volkswagen: neutra, muy neutra. Pero eso no tiene nada de malo, considerando el público al que se dirige este modelo. El nuevo SUV de la firma alemana es uno de esos coches en los que es fácil sentirse a gusto desde el minuto uno; todo está en su sitio, los mandos responden justo como esperaríamos, la dirección no es ni muy rápida ni muy lenta, las suspensiones no son ni vivas ni mórbidas… Como suele suceder, ni emociona ni decepciona. Y tal vez justo por ello, estoy convencido de que el nuevo T-Cross se va a vender como si fuese gratis.

Su equipamiento de seguridad activa puede ser bastante completo. Incluye arranque en pendiente, vigilancia frontal con detección de peatones, frenada de emergencia en ciudad, aviso de salida involuntaria de carril con asistente de mantenimiento, control de ángulo muerto y asistente de salida de aparcamiento. Otras opciones son la detección de fatiga del conductor, el control de crucero adaptativo y el aparcamiento asistido.

El T-Cross ya está a la venta en España con cuatro niveles de acabado. El modelo básico, llamado Edition, sólo está disponible con el motor de gasolina de 95 CV y trae de serie llantas de acero de 16”, faros antiniebla y aire acondicionado. Cuesta 18.990 euros, pero desde mi punto de vista es mejor hacer un esfuerzo y subir al nivel Advance, que por 1.630 € más añade llantas de aleación, barras de techo, volante de cuero, sensores traseros de aparcamiento y climatizador. Por encima se sitúa el acabado Sport, y durante la fase de lanzamiento también podemos optar por la serie limitada First Edition, con el equipamiento más completo. Quienes quieran darle una apariencia más deportiva a su coche, siempre pueden optar por los paquetes R-Line Exterior e Interior.

El Volkswagen T-Cross es fabricado en la planta española de Navarra junto a su hermano, el Polo. Las primeras entregas se producirán en mayo.

Precios

Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 95 CV Edition 18.990 € Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 95 CV Advance 20.620 € Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV Advance 21.310 € Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV Advance DSG 22.520 € Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV Sport 23.230 € Volkswagen T-Cross 1.0 TSI 115 CV Sport DSG 24.440 €