Lógico y confortable
El todocamino más pequeño de la marca alemana llegó al mercado con la intención de captar a conductores que apenas pisen otro firme que no sea asfalto pero que se sientan atraídos por una carrocería con más presencia que la de un turismo. De hecho, el X1 registra un comportamiento dinámico bastante similar al de uno de ellos, puesto que ni el tamaño ni el peso del vehículo provocan que las inercias tengan una incidencia excesiva en curva.
En esta ocasión, nos ponemos al volante de la variante sDrive18d que, hasta no hace mucho tiempo, era la versión diésel de entrada a la gama. Se trata de una mecánica muy lógica, ya que equilibra de forma estupenda eficiencia y rendimiento, como veremos más adelante. El cambio automático Steptronic opcional le añade un punto más de confort al modelo del fabricante bávaro, que se caracteriza también por un puesto de conducción muy ergonómico y una buena calidad de acabados.
Retoques superficiales
En el último lavado de cara del SUV de proporciones más contenidas de la marca, BMW aplicó algunos cambios con los que actualizó su imagen. En primer lugar, cabe señalar el aumento de sectores del color de la carrocería en la parte frontal, sobre todo en la parte baja. También deben destacarse las nervaduras en forma de V que se sitúan en el capó así como las nuevas ópticas rediseñadas. Éstas ahora se componen por faros dobles redondos y cuentan con nuevas luces diurnas de tipo LED.
Sobre las ópticas se ha instalado un fino y estilizado listón de iluminación que simula la forma de una ceja y que otorga más carácter a la “mirada” del vehículo. Se han reubicado los faros antiniebla, integrados sobre una nueva línea de expresión transversal que se halla en el frontal. Otra de las incorporaciones recibidas en el último facelift del SUV alemán se aprecia en los intermitentes integrados en los retrovisores.
Al observar la zaga del vehículo comprobamos que, al igual que sucede en la parte delantera, se ha incrementado la superficie del mismo color que la carrocería. Al mismo tiempo, estrena una protección para la parte inferior más atractiva y efectiva.
Elegancia ergonómica
Es muy sencillo adoptar una posición confortable para la conducción gracias no sólo a la amplitud del puesto de mando sino también a las posibilidades de ajuste del asiento y del volante. El uso intuitivo de la mayoría de mandos, unido a que la consola central está ligeramente orientada hacia el conductor pensando en la ergonomía, hace que el acceso a ellos sea muy sencillo. La presentación interior se caracteriza por un diseño más bien sobrio acompañado por una excelente calidad de acabados, siguiendo la línea habitual de la firma germana. Con la incorporación de algunos nuevos elementos decorativos, el modelo posee un aspecto aún más elegante.
En lo que respecta a los pasajeros de la segunda fila, debido a una longitud no demasiado amplia, el espacio para las piernas no es espléndido, aunque dos personas pueden viajar con un buen nivel de comodidad. Además, los respaldos pueden reclinarse. Cuenta con un buen maletero de 420 litros, al que se le pueden ganar 70 litros adicionales si colocamos los respaldos traseros en posición totalmente vertical. Si los abatimos, el volumen crece hasta los 1.350 litros.
Entre el equipamiento de serie del todocamino de BMW encontramos volante de cuero, climatizador, ordenador de a bordo, radio CD, elevalunas delanteros y traseros y función Start/Stop. Las posibilidades en cuanto a opcionales son realmente amplias, de modo que es posible completar el equipo a todos los niveles, aunque ello exija un desembolso que va creciendo considerablemente. Nuestra unidad montaba el mando iDrive, desde el que se pueden gestionar de forma más práctica numerosas funciones como el sistema de audio, el navegador o el teléfono.
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Compromiso eficiente
Hasta la llegada del sDrive16d de 116 CV, la versión sDrive18d que hemos escogido era la versión de acceso a la gama de gasóleo. El propulsor diésel 2.0 de cuatro cilindros que hemos probado, que entrega una potencia de 143 CV, supone una de las alternativas más lógicas para quienes busquen un notable compromiso entre consumo y rendimiento. La capacidad de aceleración es buena desde bajas vueltas, e incluso en ocasiones parece que cuente con algún caballo más de los que tiene el motor.
Pasa de 0 a 100 km/h en 9,6 segundos, un valor muy bueno para tratarse de una mecánica diésel de 143 CV. Dado que el peso del X1 se asemeja más al de un turismo que al de sus hermanos mayores X3 , X5 y X6, mover sus 1.555 kilos no supone un hándicap excesivo para el motor. Su grado de eficiencia se muestra como una de sus grandes ventajas, pues registra una media homologada de 4,9 litros. Tras nuestra prueba, realizada en un recorrido variado compuesto de ciudad, carretera de montaña y autopista, no fue muy superior, pues el ordenador de a bordo marcó 5,8 litros.
Engranado al propulsor se encuentra el cambio automático opcional Steptronic de ocho velocidades. Esta transmisión se caracteriza por su gran velocidad a la hora de cambiar de marcha y, al mismo tiempo, por un altísimo nivel de suavidad de funcionamiento. Aunque supone un sobrecoste de casi 2.500 euros y alguna décima de consumo adicional con respecto a la versión manual, refuerza sin duda el confort de conducción del automóvil alemán.
Cercano a un turismo
La configuración de la suspensión pone de manifiesto las premisas que BMW ha seguido en este modelo. El principal objetivo, sin duda, ha sido el de conseguir un todocamino que se aleje poco en términos dinámicos de lo que podríamos esperar de un turismo. Por ello, aunque es algo menos ágil que el Serie 1, brinda un comportamiento realmente estable incluso al enlazar una sucesión de curvas por una carretera de montaña. Ello se conjuga con un nivel de confort elevado, ideal para cubrir largos recorridos por autopista.
El tacto de la dirección es muy agradable y preciso, generando un resultado excelente tanto al desarrollar una conducción tranquila como al aligerar el ritmo. En cualquier caso, transmite una gran sensación de control sobre el vehículo en cualquier circunstancia, conseguida también gracias al aplomo que es capaz de brindar el chasis.
Debido a su altura libre al suelo, que es de 19,4 centímetros, sus posibilidades de rodar por pistas sencillas en buen estado son superiores a la de un turismo. Si, además, escogemos la variante xDrive nos beneficiaremos de una motricidad aún mejor por zonas en las que la adherencia sea baja como grava o nieve. Pero este no es el caso de nuestra unidad que, al contar con tracción trasera, reduce en parte sus límites por firmes más exigentes que el asfalto seco y en buen estado, por el que sí aumenta la diversión al volante, dicho sea de paso.
Conclusión
En resumen, el X1 sDrive18d supone una alternativa capaz de convencer a los conductores que prefieran conducir desde una posición más elevada que la de un turismo y que valoren positivamente un bajo consumo sin renunciar a un buen rendimiento. Aunque no alcanza prestaciones sobresalientes como otros motores superiores de la gama, ello tiene su contrapartida positiva tanto en el ahorro a la hora de llenar el depósito como en el precio del modelo. Y no es que sea barato precisamente, pero el desembolso baja algunos miles de euros en comparación con mecánicas de más cilindrada también disponibles.
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