Imagen al día
La firma del rombo ha actualizado la imagen de su compacto introduciéndolo de pleno en la nueva identidad estética de sus modelos de más reciente hornada. De esta forma, su “look” da un paso al frente en cuestión de modernidad, si bien esto no se traduce en una renovación del interior del habitáculo, que apenas se ha visto modificado, como veremos más adelante. En cualquier caso, sigue contando con un habitáculo práctico y cómodo, con un buen grado de ergonomía y un nivel de equipamiento que, en el acabado Bose de nuestra unidad, es bastante generoso.
Hemos probado el nuevo Mégane, producido en la factoría que Renault posee en Palencia, en la versión diésel más potente de la gama movida por el propulsor dCi de 130 CV. Se trata de una buena elección si tenemos pensado realizar habitualmente muchos kilómetros al volante, pues su suavidad de funcionamiento y su buen rendimiento se unen a un consumo razonable.
El precio de base de esta unidad es de 25.100 euros que, sumándole los elementos opcionales de nuestra unidad, asciende a 27.300 euros sin tener en cuenta descuentos promocionales. Ahora mismo, el descuento en vigor que ofrece la marca es de 3.000 euros más los 2.000 del Plan PIVE de manera que el precio final base, sin opciones, se quedaría en 22.100 para aquellos que no pudieran acogerse a las condiciones del PIVE y en 20.100 para los que sí pudieran entregar a cambio un coche para achatarrar.
Adoptando la nueva identidad
Al igual que en otros modelos que se han ido poniendo al día como el Fluence o el Scénic (aquí la prueba de la versión XMOD), Renault ha aplicado los nuevos códigos estéticos a su compacto. En este sentido, el mayor protagonismo lo adopta el nuevo frontal, con el que el Mégane se integra en la línea de diseño del Clio y del Captur, sus productos más recientes. Así, el logotipo del rombo, que se encuentra en una posición más vertical, tiene ahora un tamaño mayor que antes y está resaltado sobre un fondo negro brillante. Además, dicho logo se halla integrado en una parrilla de nueva factura.
Siguiendo con el morro, cabe destacar que, si lo comparamos con el anterior Mégane, vemos que se han remodelado los paragolpes así como las rejillas de las entradas de aire. Por su parte, los faros han evolucionado prolongándose hacia ambos laterales del vehículo y su forma ahora es elíptica.
Otra de las novedades también la apreciamos en la incorporación de las nuevas luces diurnas de tipo LED. Los diseñadores de Renault no han pasado por alto las llantas (de 17 pulgadas en el caso de nuestra unidad), ya que pasan a ser más vistosas y atractivas que anteriormente. El resultado final estéticamente hablando es una apariencia mucho más moderna y actual.
Habitáculo generoso y práctico, aunque casi sin actualizar
Cuando llega el momento de sentarnos al volante del compacto de Renault vemos que, si bien el exterior se ha actualizado, el interior se mantiene como hasta la fecha al margen de pequeñas variaciones en algunas molduras. El modelo conserva el generoso y cómodo puesto de conducción, con un asiento que sujeta correctamente el cuerpo pero que sigue pecando de tener una banqueta excesivamente corta.
El tablier, por su parte, se distingue por el uso intuitivo de los mandos y por sus buenos acabados, si bien algunos plásticos en ciertas zonas del salpicadero son de calidad mejorable. Mientras tanto, la segunda fila ofrece un notable espacio para dos pasajeros, pues la tercera plaza es algo justa, tal y como sucede en la práctica totalidad de sus rivales de segmento. Tampoco varía la capacidad del maletero del compacto de Renault, que se mantiene en unos muy buenos 405 litros, una de las referencias de la categoría en este apartado no ya sólo por su capacidad sino también por lo aprovechables que resultan sus formas y por la facilidad de carga.
La unidad que os presentamos pertenece al acabado más equipado de la gama, denominado Bose en honor al excelente equipo de audio de esta marca que viene de serie, modelo Energy Efficient Series con ocho altavoces. Haciendo un repaso a la completa dotación de esta terminación Bose vemos que dispone de seis airbags, ABS, control de estabilidad, retrovisores plegables eléctricamente, sensores de aparcamiento traseros, volante y pomo de la palanca de cambio de cuero, regulador y limitador de velocidad, faros antiniebla, encendido automático de luces, sensor de lluvia, elevalunas eléctricos delanteros y traseros, climatizador automático bi-zona y navegador Tom Tom. Si no somos muy caprichosos, se trata de un equipamiento completo al que no hace falta añadirle nada más.
Opcionalmente, contamos con los asientos de cuero (1.600 euros) y el pack Asientos (300 euros), que incluye el asiento del conductor con memorización eléctrica, los asientos delanteros calefactables y los traseros plegables en proporción 1/3-2/3, incluyendo una consola en el respaldo del asiento central. Nuestro Mégane cuenta también con el pack de Navegación Multimedia R-Link (300 euros), que añade pantalla táctil de siete pulgadas, control por voz y conexión a Internet al navegador ya disponible. Esta última funcionalidad ofrece multitud de posibilidades, sobre todo gracias a las aplicaciones específicas que pueden descargarse de la Renault Store.
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También es opcional el techo de cristal practicable que cuesta 740 euros mientras que para disponer de rueda de recambio en lugar de kit antipinchazos habrá que abonar otros 100 euros extra. La pintura metalizada, obligatoria a no ser que optemos por el color blanco sólido, supone un plus de 540 euros.
Techo diésel de la gama
El motor dCi 130 Energy que hemos probado se caracteriza, sobre todo, por su suavidad de funcionamiento y por ser bastante silencioso y transmitir un bajísimo nivel de vibraciones. Este turbodiésel de cuatro cilindros, que ya formaba parte de la gama del Mégane precedente, tiene una cilindrada de 1.598 cc y dispone de un par motor de 320 Nm a 1.750 rpm. En cuanto a su rendimiento, hay que tener en cuenta que a bajas vueltas se muestra correcto, aunque cuando verdaderamente consigue su mejor comportamiento es a partir de las 1.800 vueltas.
A partir de ese momento, su aceleración se percibe más intensa y sostenida, dando lugar a una respuesta muy buena, por ejemplo, a la hora de recuperar o de mantener velocidades de crucero a ritmos de autopista. Su nivel prestacional es bastante destacable, pues pasa de 0 a 100 km/h en 9,8 segundos y puede alcanzar una velocidad máxima de 200 km/h. El propulsor se encuentra asociado a una caja de cambios manual de seis velocidades, muy progresiva y que se distingue por un escalonado muy equilibrado.
La sexta marcha cuenta con un desarrollo levemente más largo para fomentar el ahorro de combustible, aunque ello no le hace perder ímpetu al motor. Por su parte, el sistema Stop&Start de serie se encarga de optimizar el consumo al movernos por ciudad. Como consecuencia de todo ello, nuestra prueba dio un resultado de 5,8 litros cada 100 km, una cifra más que aceptable aunque superior al consumo medio homologado de 4,0 litros.
Cómodo, ante todo
No existe ningún tipo de evolución a nivel de estructura, pues tanto chasis como suspensión siguen siendo los mismos que en el Mégane anterior. De esta forma, se sigue tratando de un vehículo concebido en base al confort de marcha, ya que ésta es una de las cualidades dinámicas que más cabe remarcar del compacto francés. Ello se aprecia, sobre todo, cuando rodamos por las grandes rectas de autopista, gracias al remarcable aplomo que trasmite.
El nivel de comodidad se observa también cuando nos encontrarnos con asfalto en mal estado. En estas circunstancias, el sistema de amortiguación absorbe de forma muy efectiva las irregularidades de la calzada. Por otro lado, demuestra una conducta realmente noble cuando conducimos por carreteras de curvas. Hay que subrayar su elevada estabilidad, con un mínimo grado de balanceos de la carrocería, si bien no hay que olvidar que no estamos ante un automóvil para “darlo todo” en puertos de montaña.
Mientras tanto, la dirección pone de manifiesto una importante precisión así como una suavidad que hace que la conducción sea sencilla y agradable. Al endurecerse ligeramente a medida que incrementamos la velocidad, aumenta la sensación de control sobre la conducción. Al igual que su predecesor, el actualizado Renault se mueve con soltura por ciudad, donde demuestra una agilidad remarcable. No hay que pasar por alto, además, el buen trabajo de Renault en materia de insonorización del habitáculo.
Conclusión
La puesta al día del compacto francés ha afectado sobre todo al diseño exterior, pues el objetivo ha sido integrarlo en la línea estética de los modelos más recientes de Renault. De esta forma, gana en atractivo, modernidad y vistosidad. En cualquier caso, se hubiera agradecido, de forma paralela, una actualización del tablero acorde con el nuevo “look” externo. Por lo demás, la versión berlina que hemos probado con el motor dCi de 130 CV sigue conservando su destacable suavidad de marcha y una relación consumo-prestaciones muy equilibrada.
Totalmente de acuerdo, no es un golf y lo digo porque hasta hace 3 meses tenía uno con 220000 km y perfecto. Este megane va bien pero no es lo mismo.