Reconocido equilibrio
Vitara. Una denominación comercial que a muchos de vosotros os resulta familiar. Y es que ya han pasado 27 años desde que Suzuki decidió lanzar uno de los modelos pioneros en lo que hoy se denomina SUV compactos, aquellos vehículos con estética y pequeñas aptitudes de todoterreno, buen comportamiento en carretera y tamaño de carrocería reducido para una buena manejabilidad en ciudad. Este tipo de coches, tan de moda actualmente, triunfan por tener aptitudes para todo tipo de uso, unos precios de tarifa relativamente asequibles y, sobre todo, una estética cautivadora.
En esas casi tres décadas que han transcurrido desde que nació el Suzuki Vitara han cambiado muchas cosas, pero la filosofía que impregna a este vehículo es básicamente la misma. El nuevo Vitara sigue siendo más un turismo que un 4x4, como siempre fue el original y sus posteriores evoluciones. Pero ahora incide más en su carácter “asfáltico”: pierde la reductora, y ya no podemos considerarlo teóricamente un todoterreno. Pasa a ser un todocamino, un crossover de última generación, como la mayoría de sus competidores: Nissan Juke, Peugeot 2008, Renault Captur, Opel Mokka, Citroën C4 Cactus, Fiat 500X, entre otros. Sólo el Jeep Renegade, en su versión más off-road, demuestra mantener esa filosofía más TT, acorde con la impronta que siempre deja la marca americana en sus productos.
En estos años ha cambiado de forma importante el mercado de los SUV de pequeño tamaño, que ha crecido como la espuma. En este sentido, el nuevo Vitara ya no está tan solo.
Luchar en este competido segmento obliga a realizar un buen producto, y Suzuki, a mi entender, ha logrado hacerlo. El nuevo Vitara se muestra muy equilibrado en todos los aspectos: desde su diseño, que gana en modernidad y frescura, pasando por su mecánica, capaz de salir bien parada en una prueba en carretera y relativamente bien en una prueba off-road, como en su habitabilidad interior, mejor de la esperada en un SUV de poco más de cuatro metros de longitud.
El coche hereda algunos rasgos estéticos del Grand Vitara anterior, pero cambia considerablemente. De entrada, es un poco más pequeño y quizás como consecuencia de ello, pierde la denominación “Grand”. Sus 4,17 metros de longitud, 1,75 de ancho y 1,61 de alto lo sitúan por encima del anterior Grand Vitara 3 puertas, aunque por debajo del tamaño del 5 puertas. Suzuki ha diseñado un Vitara más compacto, más en la línea de lo que ofrecen sus competidores en el segmento, todos en torno a los 4,15 metros de longitud. En este sentido, el Vitara está en la media del segmento aunque es más pequeño que coches como el Jeep Renegade, el Opel Mokka, el Fiat 500X o los nuevos Ssangyong Tivoli y Mazda CX-3.
Por lo tanto, dentro de la gama actual de Suzuki, si buscas un coche más TT, debes ir al Jimny. Si quieres un SUV más grande, al estilo del anterior Grand Vitara, se ofrece el S-Cross. Y si lo tuyo es un coche más utilitario, el SX-4 soluciona estas necesidades.
Diseño actual
Exteriormente, el Vitara transmite frescura y modernidad. El frontal confía en una estrecha parrilla que conecta con unos faros más estilizados que los del anterior Grand Vitara y con una imagen más agresiva y deportiva. Al lado de los antinieblas se han situado unas casi obligadas luces de posición LED. Visto de lado, llama la atención la línea de relieve que asciende hacia la zona trasera, que le da volumen y una cierta imagen atlética. En la zaga, se echa a faltar la rueda de repuesto en el portón, tan característica de este modelo. Pero esto es más una cuestión de nostalgia que otra cosa. Es evidente que prescindir de ella en ese sitio hace más práctico el uso del coche, y la puerta pesa menos.
Un detalle que hace actual el diseño de este Vitara es el efecto “techo flotante” que se ha conseguido ennegreciendo los pilares traseros. La caída del techo hacia atrás también le da a este todocamino un aire cupé.
Hemos probado la versión del Vitara con motor de gasolina de 1,6 litros, un cuatro cilindros que da 120 CV. Sólo hay esta opción o la diésel, con la misma potencia.
El Vitara gasolina es indicado para aquellos clientes que prefieren una mayor finura de funcionamiento, menos vibraciones y ruidos, siempre presentes, aunque sea en poco grado, en un moderno motor diésel. A cambio, el motor de gasolina tiene un mayor consumo de combustible, aunque en este caso, no sea nada exagerado. Nuestra unidad de pruebas, casi apenas rodada, gastó una media de 6 litros a los 100 kilómetros. El consumo medio oficial anunciado por Suzuki es de 5,3 l/100 km. para esta versión con tracción delantera.
Claros y sombras
La vida a bordo del Vitara es agradable en muchos aspectos. En otros, no tanto. Veamos. El nuevo diseño del salpicadero apuesta por la sencillez y el sentido práctico. No se ha optado por dar una imagen demasiado sofisticada, sino más bien sobria. Llama la atención el reloj de agujas en posición central, flanqueado por dos salidas de aire. Debajo se sitúa la pantalla del equipo de música y navegación, que acorde con la misma filosofía, muestra una interface muy sencilla e intuitiva.
En el cuadro de instrumentos se han sustituido los tres indicadores del Grand Vitara por sólo dos, y en medio de ellos una pantalla digital que visualiza la información del ordenador de a bordo. Esta información se maneja mediante unos pulsadores con un aspecto, a mi entender, algo tosco y aparatoso. Hubiera preferido un pulsador en el mando de intermitencia, por ejemplo. O más sencillo todavía, en el propio volante multifunción, para no tener que apartar las manos del volante.
La postura de conducción es elevada, al estilo de un todoterreno, y tenemos buena visibilidad. Para dejar las llaves o el móvil se ha previsto un buen hueco frente a la palanca de cambios. Perfecto. El diseño y la atención al detalle está bastante lograda en las plazas delanteras. No tanto en las traseras, que pecan de un respaldo bastante vertical, con mullido duro, y no cuentan con reposabrazos para colocar las bebidas o soportar el reproductor de mp3, por ejemplo. En su favor, diremos que hay más espacio del esperado en un coche de su tamaño. Muchos de sus competidores no ofrecen esas dimensiones. De la misma manera, cuenta con uno de los mejores maleteros de su segmento, con 375 litros de capacidad. Obviamente, podemos ampliarla abatiendo el respaldo de las filas traseras, de forma fácil y en una sola operación.
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Este maletero tiene una doble bandeja, que podemos utilizar para configurar el espacio de varias maneras. En una de ellas podemos enrasar el piso del maletero con la boca de entrada, para hacer más fácil la introducción de bultos.
En general, el interior de este Suzuki se ve bien resuelto, pero la sensación de calidad percibida es mejorable. En las plazas delanteras se ve demasiado plástico, de aspecto rígido y tacto bastante duro. El monocolor negro tampoco ayuda. Suzuki ofrece la posibilidad de dar un toque de color personalizando la moldura central del salpicadero, algo recomendable para dar un poco más de alegría al conjunto. También podemos ganar luminosidad optando por instalar un techo panorámico de cristal.
El equipamiento de esta versión GLX es bastante completo: retrovisores eléctricos, calefactables y plegables, sistema de arranque sin llave, volante multifunción en cuero, climatizador, pantalla táctil de 7 pulgadas con conexión a Smartphone, navegador y cámara trasera, asientos delanteros calefactables, control de velocidad adaptativo, sensores de aparcamiento o un sistema de asistencia a la frenada, que evita colisiones con el coche que nos precede, entre otros. Suzuki ha optado por ofrecer pocas opciones, aunque sí está disponible un buen catálogo de elementos de personalización (molduras laterales, protectores, spoiler trasero, etc) que permite adaptar la estética del coche a gusto del cliente.
El buen equipamiento a nuestra disposición, la lograda habitabilidad y el diseño agradable hacen que la conducción sea placentera desde el primer contacto con el coche. El motor de gasolina, un 1.6 de 120 CV, apenas se oye al ralentí, y en marcha produce muy pocos ruidos mecánicos o vibraciones. Este es uno de los puntos fuertes de esta versión de gasolina: su finura de funcionamiento.
Uso mixto
Este motor tiene una respuesta correcta a bajas revoluciones, aunque no ofrece lo mejor de sí mismo hasta que superamos las 2.000 vueltas en el marcador. De hecho, su cifra de par máximo se sitúa en las 4.000 r.p.m., un claro indicador de que se trata de un motor que gusta de rodar alto de vueltas. Su punto flojo son las recuperaciones, que son bastante pobres. En muchas ocasiones debemos jugar con el cambio de marchas para subir de régimen y mejorar la capacidad de respuesta.
En este sentido, cabe decir que este cambio de 5 relaciones tiene un accionamiento muy suave y preciso. Es un cambio muy agradable, y a pesar de tener sólo cinco marchas, no se echa a faltar una sexta, como sería lo habitual. Las relaciones están bien conseguidas, y se puede rodar a velocidad de crucero a bajo régimen y sin aumentar el consumo.
El coche es en general bastante cómodo, pero mejoraría si las suspensiones tuviesen una mayor capacidad de absorción. Circulando en vacío se perciben bastante firmes y tienen un comportamiento un poco seco. Mientras que si vamos cargados, por el contrario, se notan blandas y no logran evitar que la carrocería balancee en los apoyos en curva. Por lo tanto, falta un poco de equilibrio en su comportamiento.
Esta firmeza inicial se vuelve en contra del confort especialmente al rodar con el coche fuera del asfalto. Incluso en pistas forestales sencillas se transmiten directamente al habitáculo los pequeños desniveles del terreno, y al final acaba acusándolo nuestra espalda. Estas suspensiones tienen muy poco recorrido, y tampoco son efectivas frente a los grandes obstáculos. Es una lástima, porque incluso en la versión que hemos probado, con tracción 4x2, el resto de características del coche dan mucho juego en off-road. La carrocería es compacta, los voladizos no son excesivamente largos, hay una buena altura libre (18,5 cm) y el peso es contenido (1.075 kilos). Con mayor recorrido de suspensión y unos neumáticos mixtos, el Vitara ganaría muchas aptitudes para el todoterreno.
El Suzuki Vitara sigue prefiriendo el asfalto, donde hace gala de un buen guiado y un comportamiento bastante ágil en cualquier circunstancia. En carreteras de montaña se lleva con mucha facilidad, apoyado por una dirección bastante precisa pero quizás, para mi gusto, que se percibe demasiado asistida y ligera en ocasiones.
En ciudad tiene un manejo muy bueno, y la conducción se beneficia de sistemas como la cámara trasera (con excelente resolución, por cierto) o el sistema de asistencia a la frenada, que avisa ante una posible colisión con el vehículo que nos precede y puede llegar a frenar el coche de forma automática si no reaccionamos.
El nuevo portón trasero, de apertura central y no lateral, y sin rueda de recambio incorporada, hace más práctico el uso del coche en el día a día. Ahora ya no necesitamos dejar tanto espacio en los aparcamientos para poder abrir el maletero y además, la puerta pesa menos.
El carácter práctico y versátil del Vitara está muy presente en esta última generación del todocamino japonés, que viene para plantar batalla dentro de un segmento cargado de modelos que ocupan las primeras posiciones en el ránking de matriculaciones. Lo tiene difícil para recuperar el liderato de ventas en su segmento, como hizo el Grand Vitara durante varios años consecutivos. Aunque argumentos no le faltan.
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