Es muy posible que no te hayas dado cuenta de que los BMW X5 acabados de matricular que circulan por las carreteras corresponden a la nueva generación del SUV germano. Y es que el nuevo X5 parece el de siempre. Mantiene la presencia y la típica e inconfundible imagen de la gama BMW X, fuente de éxito desde su lanzamiento en el año 1999. Pero en realidad, BMW decidió el año pasado cambiar numerosos aspectos de este coche que, sumados en conjunto, permiten a la marca hablar de una nueva generación, la tercera, de su SUV insignia BMW X5 XDrive 30d
Más grande, más familiar
Los cambios estéticos hacen que el coche parezca todavía más grande, aunque en realidad sólo ha crecido 3 centímetros en longitud. Contribuye a ese efecto de mayor volumen la nueva forma de las ópticas, que se prolongan hasta las aletas, las nuevas entradas de aire en los extremos del faldón delantero o, visto por detrás, las nuevas formas horizontales del portón, que acentúan la anchura. En este nuevo X5 también se han incluido nuevos elementos aerodinámicos en el alerón posterior o justo por detrás de los pasos de rueda.
BMW nos prestó unos días la versión más equilibrada de la gama X5, la XDrive 30D. Digo equilibrada, porque frente a las versiones de gasolina, como la XDrive 50i, ofrece menos potencia, pero también un mantenimiento más razonable gracias a su menor consumo. Y frente a la versión diésel más potente, la M50d, más que la diferencia de consumo lo que les separa es la potencia y la diferencia de precio. Por debajo de este XDrive 30D se vende la versión XDrive 25d de 218 CV, y justo por encima se puede optar por la xDrive 40d, con 313CV.
La versión que hemos probado monta un seis cilindros en línea que ofrece 258CV, con tecnología TwinPower Turbo, que incluye turbo de geometría variable e inyección directa por conducto común. Este motor se combina con un cambio automático de ocho velocidades, que se maneja mediante el ya clásico mando tipo “joystick” de BMW y que puede pedirse opcionalmente con sistema de levas detrás del cambio. Es un cambio que funciona suave, es rápido y preciso. Perfecto.
Este motor apenas transmite sonidos mecánicos, no vibra y parece en ocasiones un motor de gasolina, por su forma refinada de funcionar y porque sube bastante rápido de vueltas. Su punto fuerte es la excelente entrega de par desde bajas vueltas y su tremenda elasticidad, que facilita las recuperaciones en cualquier régimen. Esta respuesta del propulsor hace muy agradable la conducción del X5, que puede así comportarse como una berlina de representación, y no tanto como un deportivo de la casa germana, aunque su potencia supere los 250 CV.
Familiar más que deportivo
El enfoque que BMW da al X5, especialmente en esta versión diésel de potencia media, es básicamente el de un coche de uso familiar y perfecto para largos desplazamientos. Todo responde a esta filosofía, no sólo el carácter del motor, sino también la respuesta del chasis.
Hay una versión con un enfoque más deportivo dentro de la gama X5, y precisamente con motor diésel: la M50d de 381 CV. Deberás pagar los casi 36.000 euros que hay de diferencia para acceder a ella, si realmente esperas un X5 que aporte grandes sensaciones al volante.
Este que veis en las imágenes se defiende bien, pero se percibe un poco aburguesado, pesado y algo desubicado cuando fuerzas la conducción en carretera de montaña. Se nota un poco más ligero y ágil que un Range Rover Sport con motor diésel de parecida potencia, pero no llega a la deportividad que nos puede transmitir un Porsche Cayenne Diésel, otro de sus rivales. Está muy a la par de lo que ofrece un Audi Q7 o un Mercedes-Benz ML o un GL con motores de similar potencia y precio parecido.
Cierto es que en el X5 el conductor tiene la posibilidad de adaptar el chasis y elegir entre los programas Eco Pro, Confort y Sport. El modo Sport sube el régimen de giro del motor, avanza los cambios de marcha y modifica el tarado de la suspensión para “sujetar” mejor el coche en las curvas. El modo Confort ofrece precisamente eso, el confort óptimo en marcha, que ya de por sí es muy elevado. Y el modo Eco Pro permite reducir el consumo y mejorar la eficiencia energética, mediante nuevos sistemas como la conducción a modo “vela”, en la que se desconecta la transmisión integral del motor cuando rodamos por autopista por encima de los 50 km/h con inercia, sin dar gas ni pisar el freno. Estos programas nos permiten adecuar el comportamiento de toda la cadena cinemática a nuestra forma de conducir, y transformar a este X5 en un coche más dinámico.
XDrive, una buena transmisión
Pero lo mejor de este X5 está en su transmisión integral XDrive, cuya unidad de control trabaja constantemente para repartir la fuerza del motor entre las ruedas y garantizar la mejor tracción. El sistema analiza la velocidad de giro de las ruedas, el ángulo de giro del volante y la posición del pedal del acelerador para saber las condiciones en las que se encuentra el coche y la intención del conductor. Así, traslada el par motriz allí donde es necesario para asegurar la estabilidad del coche.
Esto no sólo resulta útil cuando vas a las pistas de esquí y te sorprende una nevada en la carretera. También se percibe su utilidad cuando trazas las curvas con decisión. Esto explica por qué el comportamiento de este coche es tan neutro, cuesta que sobrevire o subvire, a pesar de su gran tamaño y peso. Esta transmisión XDrive es, sin duda alguna, un buen equipamiento que hace más segura la conducción.
La transmisión integral también justifica de algún modo el carácter SUV del X5, y nos permite acceder con el coche al campo con ciertas garantías. Es un 4x4 que ofrece un buen nivel de confort rodando por pistas fáciles, pero debes tener en cuenta que el poco recorrido de suspensión, los grandes voladizos, el peso y los neumáticos con banda de rodadura asfáltica limitan mucho las cosas. Sí, puedes acercarte al campo con este BMW, pero con precaución.
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Gran rutero
En carretera, su hábitat natural, el tacto de conducción que transmite es excelente. Todo es preciso, desde la dirección asistida electromecánica que informa convenientemente sobre cómo pisa el tren delantero, pasando por la rapidez del cambio de marchas, la elasticidad del motor o la contundencia de la frenada. El habitáculo, como cabe esperar en un coche de su clase, está muy bien insonorizado. A alta velocidad en autopista este SUV rueda como cualquier berlina de lujo: silencio, refinamiento, confort y … a disfrutar del viaje.
A los mandos se nota el cuidado que la marca pone para que todo esté en su sitio, a mano. La principal referencia visual en el salpicadero es la pantalla de 10,5 pulgadas, una de las más grandes del mercado, que va unida al ya conocido sistema iDrive, que viene de serie.
La rueda del iDrive está situada justo al lado de la palanca de cambios e incorpora superficie táctil para introducir las indicaciones en el navegador escribiendo con los dedos. Su manejo es excelente, preciso e intuitivo, como todo el sistema, que es toda una referencia. Sólo hay que ver la calidad de los gráficos para entender el cuidado que BMW pone en el desarrollo del iDrive, que nada tiene que ver con aquellos complicados sistemas de hace una década. Ahora podemos visualizar en la pantalla el estado de funcionamiento del sistema de transmisión integral, nuestra posición mediante coordenadas y el menú de conexión a Internet o incluso ver indicadores digitales de la entrega a tiempo real de la potencia y el par, un “gadget” realmente original.
La información que el coche a nuestra disposición es muchísima, pero afortunadamente todo está organizado para que la consulta de cualquier aspecto sea lo más rápida y fácil posible. Y así es.
Interior muy agradable
La combinación bicolor del salpicadero, a tonos negros y beige, combinada con las molduras de madera, dan un aire muy burgués al interior. Los acabados son excelentes, como siempre, aunque también es cierto que el diseño peca de ser algo soso. El conservadurismo de BMW en este sentido tiene sus partidarios, pero creo que un mayor atrevimiento hubiera sido bienvenido.
Lo mejor del X5 está en su gran habitabilidad. El espacio es inmenso, y más en esta última generación, que ha aumentado la capacidad de carga entre 30 y 120 litros respecto al anterior X5. No hay estrecheces para acomodar a los niños y sus sillitas, y difícilmente llenarás su maletero en un viaje de fin de semana.
El portón trasero es eléctrico, un buen detalle, y pero de tipo de dos piezas. Es decir, por un lado se abre el portón con la luneta, y por otro, queda una pequeña plataforma, que nos facilita el apoyo de los bultos antes de introducirlos en el maletero. El problema es que si queremos acceder al fondo del maletero, debes estirar mucho el brazo, y para lo que somos un poco bajitos se nos hace un poco incómodo. No acabo de ver la ventaja de este sistema de doble puerta. La puerta inferior sólo la veo útil para apoyar tus posaderas cuando estás de picnic con la familia o para colocarte las zapatillas de la bici una vez la has bajado del maletero. Y poco más.
El manejo del coche en ciudad es bueno, gracias a la buena asistencia de la dirección y la excelente visibilidad que nos da la elevada posición de conducción. Es un coche de gran tamaño, y sus casi cinco metros de longitud y 1,9 metros de ancho obliga a tener precaución en calles y párkings estrechos. BMW es consciente de esta limitaciones físicas, y en este coche nos facilita las cosas con buen equipamiento. En la unidad de pruebas teníamos, por ejemplo, una excelente cámara de marcha atrás y unos sensores de aparcamiento, pero podemos instalar de forma opcional un sistema de visión panorámica Surround View con el que podemos tener una imagen 360 del coche. También está disponible un asistente de aparcamiento, en el que el propio coche nos indica el hueco apropiado y realiza las maniobras para estacionar. El conductor sólo debe controlar gas y freno.
Las opciones para el X5, como es habitual en BMW, son inmensas. Pueden hacer que el PVP inicial de esta versión, 67.100 euros, supere el de la versión inmediatamente superior con sólo añadir algunos extras. Así que a la hora de plantearse la compra de un coche como el X5 conviene tener claro qué es lo que necesitamos, cuáles son nuestros gustos particulares, y establecerse un límite. Esta posibilidad que nos ofrece BMW no deja, a pesar de lo comentado, de ser una ventaja, ya que nos asegura que tendremos un X5 a medida.
Un gran coche, grandisimo motor, no se le puede pedir mas a ese motor, que sea bueno bonito y gaste un mechero. Para eso te compras uno pequeño, pero si quieres disfrutar el X5 3.0. no importa lo que gaste. No quieras comprar un ferrari y preguntar al vendedor cuanto gasta.