Más joven, más dinámico, ¿menos Mercedes?

Que Mercedes está cambiando es algo innegable. Su público envejecía y se había convertido en una marca para señores mayores que consideraban que el acceso a una berlina Mercedes era como un reconocimiento de su estatus, un “me he comprado un Mercedes; ya puedo decir que he triunfado en la vida”. Con 60 años, eso sí.
En los últimos años, sin embargo, las cosas están cambiando. El Clase A, el CLA y el GLA se dirigen a un público potencial más joven, más dinámico, a jóvenes con dinero, a solteros cuarentones, a familias con niños y un cierto poder adquisitivo. La Mercedes de hoy es una marca asimilable a cualquier otra de las marcas Premium, una marca que sigue cuidando a ese público sénior con sus gamas de siempre pero que se ha abierto definitivamente al dinamismo y a la juventud.
Y la mejor prueba de todo ello es este nuevo Clase C. El que fuera durante décadas el escalón de acceso a la marca, el coche de los que llegaban por fin a ella, ha cambiado radicalmente. No de estructura, no os alarméis, sigue siendo un coche de propulsión posterior y no se ha pasado a la tracción delantera como la familia A pero sí en la estética y en el planteamiento. Este Clase C es un coche más joven, más dinámico, más deportivo, incluso movido por este motor diésel que sigue siendo una referencia entre los de su tipo.
El aspecto es de CLA y ahí creo que Mercedes se equivoca un poco. La diferenciación entre ambos modelos es menor de lo deseable y la diferencia de precio también de manera que es como si Mercedes ofreciera dos productos casi idénticos al mismo tipo de público. Es cierto que el Clase C es un coche ligeramente más grande pero sus líneas resultan tan suaves que parece más pequeño de lo que es en realidad y, visualmente se acerca mucho a su hermano menor y se aleja radicalmente del Clase E. Por eso creo que algo más de diferenciación en la línea del Clase C hubiera sido bienvenida.
Con todo, el coche es más largo que la anterior generación, más ancho y con más distancia entre ejes pero eso no se traduce ni en la capacidad del maletero, que gana apenas 5 litros para irse a 480 ni en el habitáculo, que no es especialmente generoso. Ahora, este Mercedes mide 4,68 metros por 1,81 de ancho y 1,44 de alto y su distancia entre ejes es de 2,84 metros. El peso en vacío es de 1.550 kilos. A título comparativo es sólo 5 cm más largo que un CLA, 4 cm más ancho y 1 cm más alto. La batalla es 15 cm más larga, lo que le permite mejorar la habitabilidad trasera y el maletero tiene apenas 5 litros más. Un CLA con este mismo motor pesa 25 kilos menos. Lo dicho, en mi opinión, demasiado parecidos.
Otra de las sensaciones que me ha dado este coche es que Mercedes ha bajado un poco el listón de la calidad percibida. No quiero decir con ello que no sea un coche bien rematado y con materiales cuidados. Sólo digo que, comparativamente, el anterior Clase C establecía mucho mejor las diferencias con la competencia que esta nueva generación. No me ha gustado, por ejemplo, el acabado general del salpicadero (o sí me ha gustado pero esperaba algo más de un Mercedes) y los plásticos de tipo "piano black" ese negro brillante que ahora decora muchos habitáculos de este tipo de coches, son eso, muy plásticos.
Un interior con diseño y que puede equiparse a tope
El salpicadero tiene un diseño elegante, la pantalla central, de siete pulgadas de serie y de 8,4 y con más resolución si equipamos el sistema Command on line que llevaba nuestra unidad de pruebas, queda situada en la parte alta y, siempre que adquiramos este opcional, que incluye el navegador y cuesta casi 3.500 euros, tendremos un interface que incluye una especie de trackpad que se maneja con los dedos.
Este trackpad funciona bastante bien pero resulta raro que conviva con la ruedecita inferior ya que con ambos mandos se realizan las mismas funciones sobre el sistema. Por lo tanto, es una duplicación que uno puede ahorrarse y más, cuando la marca ofrece una tercera alternativa como son las órdenes por voz para la mayoría de acciones. Tampoco me acaba de convencer la presentación de los diferentes menús ya que requieren un buen periodo de adaptación para aprender a navegar por ellos. Los hay bastante más intuitivos en otras marcas.
En el habitáculo, los asientos son de buen formato, tanto por formas como por la dureza de los mullidos, que parecen excesivamente firmes al principio pero que luego te acaban convenciendo, especialmente en los viajes largos ya que no fatigan la espalda. Mercedes mantiene, no obstante, la regulación eléctrica a medias ya que hay algunos elementos del asiento como la altura que se regulan eléctricamente y otros de manera manual si no eliges la opción de todo eléctrico, que se factura aparte.
Como siempre en la marca, en el salpicadero hay algunas particularidades. La primera es la palanca de la caja de cambios detrás del volante que, particularmente, no me ha gustado nunca. Eso obliga a concentrar el resto de mandos (luces, intermitentes y limpias) en una única palanca, muy compleja, en el lado izquierdo. Tener allí los intermitentes no me convence aunque es cierto que yo paso de un coche a otro distinto cada semana y el que compre un Mercedes se habituará pronto a esta peculiar disposición. También se mantiene el freno de estacionamiento a la izquierda del conductor, en una posición baja, casi allí donde solemos encontrar la palanca para abrir el capó delantero. Afortunadamente, este freno eléctrico, que estaría mejor en la consola central, ha acabado con el freno de estacionamiento de pie a que tan aficionada era la marca alemana.
Nuestro C220 Bluetec era la versión más económica de la gama diésel hasta la llegada del C200 Bluetec y tiene un precio de salida de casi 40.000 euros que pasa a ser de 42.000 si elegimos una unidad con la caja de cambios 7 G-Tronic como la nuestra. Si además apostamos por alguna de las líneas de diseño –el nuestro era un Avantgarde pero existe la más clásica Exclusive con la estrella sobre la parrilla, la más dinámica Sport o la deportiva AMG Line- se encarece entre 1.500 y 3.000 euros más.
El motor es un cuatro cilindros de 2,2 litros y 170 CV que tiene virtudes innegables y casi ningún defecto. Es potente, es elástico, tiene buenos bajos, unas prestaciones más que suficientes y un consumo muy bajo. En nuestra prueba de una semana gastó una media de 5,3 litros y en la jornada en que grabamos el video, con mucha carretera de montaña, mucha marcha corta para iniciar las diferentes pasadas y ningún tipo de respeto hacia la ecología, lo reconozco, se quedó en unos muy buenos 7,1 litros/100 km. Además, en el recorrido de vuelta a casa, por autovía y con mucha bajada, gasté 4,2 litros.
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Lo mejor del Clase C, aquello que nos llevará a apostar por él en lugar de sucumbir a los encantos de su hermano CLA es, indudablemente, su sistema de transmisión. Este Mercedes pasa la potencia al suelo a través de las ruedas traseras y esto, señores, es un plus que conviene no ignorar.
La suspensión de nuestra unidad era la llamada Agility Control. No es una suspensión con un comportamiento extraordinariamente refinado y los baches llegan a notarse de manera importante cuando el golpe es fuerte pero, en cambio, es una suspensión más dinámica, como si Mercedes hubiera decidido apostar claramente por el comportamiento deportivo en detrimento del confort, como si para su público más tradicional, reservara los Clase E y S y hubiera dejado el Clase C para el cliente más joven pero entendido. En definitiva, que el Clase C ataca ahora directamente a la yugular del BMW Serie 3.
En carreteras de montaña, este Mercedes pide esa conducción dinámica. Apenas balancea en curva, tracciona perfectamente y tiene una dirección muy ágil, tanto que creo que este es el aspecto que más ha mejorado en relación a los C anterior. Es evidente que aquellas direcciones de Mercedes sin apenas retorno y con volantes como paelleras ya han pasado a la historia pero el Clase C anterior no destacaba precisamente por su agilidad. Éste sí, con una dirección directa, ágil y muy informativa para ser eléctrica.
Ágil en curva, con una entrada en la misma muy precisa, el coche abre el giro con eficacia, no muestra ningún atisbo de sobreviraje y, con este motor, recupera velocidad de manera notable ya que la elevada cilindrada ayuda en las recuperaciones. Es un motor con fuerza acoplado a una caja de siete marchas interesante tanto por su aceptable rapidez como por la suavidad en que funciona cuando elegimos el modo automático. Y además, tiene un sonido ronco, posiblemente tuneado, poco diésel.
Más equipado que de costumbre
Por lo que respecta al equipamiento, Mercedes ha hecho un esfuerzo en vestir algo más de lo habitual sus coches para el mercado español. De todos es sabida la tendencia de las marcas alemanas -todas si excepción- de proponer un sinfín de opciones para personalizar el coche y a proponer versiones "peladas" que deben obligatoriamente encarecerse a base de opciones.
Es cierto que el este C220 Bluetec deja en la lista de opcionales un montón de cosas pero lleva de serie todos los airbags excepto los laterales traseros (453 €), el asistente de arranque en pendiente, el detector de fatiga, el sistema de advertencia de posibles colisiones con frenada de emergencia, los faros de LED (aunque hay que pagar 779 € si los queremos con haz activo en curvas), los faros y limpias automáticos, el climatizador bizona, el sistema Bluetooth para conectar teléfonos móviles y las llantas de aleación, aunque de "sólo" 16 pulgadas. Y digo sólo porqué las hay opcionales de hasta 19.
Las opciones son tantas y tan variadas que sólo vamos a citar algunas, las que consideramos más interesantes. Hay un paquete Command on Line que incluye navegador, la pantalla grande y el control por voz que integra además el sistema de reconocimiento de señales y que cuesta 3.691 €. La cámara de visión trasera vale 532 € aunque por 1.371 se complementa con el asistente de aparcamiento y los sensores delanteros y traseros y por 1.797 nos entran las cámaras perimétricas de visión 360 grados.
Otras opciones de seguridad con el control del ángulo muerto y el aviso de cambio involuntario de carril (1.038 € ambos), el head-up display (1.198 €), el control de velocidad (359 €) que debería ser de serie o el paquete Pre-Safe que predispone el coche ante un accidente (439 €). Este Clase C no dispone de apertura y puesta en marcha sin llave pero, en cambio, ofrece diferentes tipos de asientos, de confort y deportivos, eléctricos, con memoria, con calefacción y ventilación y tapizados en diferentes tipos de cuero. Todoe llo se combina con los comentados packs interiores y exteriores en función de la línea elegida; Avantgarde, Classic o AMG.
También es opcional la suspensión deportiva, la suspensión neumática o la que incluye amortiguadores activos y, para el confort de los pasajeros puede montar cortinillas parasol en las plazas traseras, cristales sobretintados o techo de cristal, simplemente elevable o corredizo completo. Este último vale 2.356 euros. Otras opciones son las pinturas, metalizadas, perladas o especiales a partir de 1.038 euros. Todo tipo de llantas y equipos de audio, entretenimiento, navegación y conexión a internet completan las posibilidades de crear un Clase C a la carta al precio de pagar hasta casi el doble de su valor inicial si somos muy sibaritas.
Respecto a un CLA, por lo tanto, este Clase C, apenas más caro, es un pelín más grande, algo más habitable (sobretodo en distancia entre filas y en altura de techo aunque para su tamaño no destaque en ninguna de esas dos cotas) y más dinámico pero además, ofrece mejores sensaciones al volante. Para todos aquellos que quieren uno de estos nuevos Mercedes, más atrevidos estéticamente pero que quieran mantenerse fieles a los puntos fuertes de la marca, éste es el Mercedes ideal, aunque esos puntos fuertes tradicionales estén cambiando.
Mi C220 diesel del 2014 está con 265.000 km y solo va al taller por revisiónes. Antes tuve otro c220 durante 10 años y 450.000 Si me tengo que comprar otro coche sera un c220. 100% recomendable