Probamos un Mini “pour homme”
Siete modelos diferentes en sólo doce años. Este es el fulgurante recorrido de la marca Mini desde que BMW decidiese rescatarla de sus propias cenizas. Pocos creerían por aquel entonces que Mini pudiese no sólo recuperar su viejo status, sino también elevar su prestigio a nuevos niveles.
Tal ha sido el crecimiento de su demanda, que en 2010 Mini decidió explorar nuevos territorios lanzando un modelo de mayor tamaño. Así llegó el Countryman, que apartaba un plumazo las señas de identidad tradicionales en la marca. Un coche a medio camino entre los segmentos B y C, con cinco puertas, una mayor altura al suelo y la posibilidad de montar tracción total; y todo ello, sin renunciar a las innumerables posibilidades de personalización a la que nos ha acostumbrado la marca británica. En definitiva, el primer Mini pensado para atraer a familias jóvenes con niños.
Los Mini son para chicas. ¿Seguro?
Pero aceptémoslo: el Mini siempre ha sido considerado un coche para mujeres. El mercado masculino sigue mostrándose algo reacio al Mini más pequeño; y ni siquiera en su versión coupé parece acabar de convencernos. Tampoco el Mini Countryman tiene una apariencia, digamos, viril… Entonces, ¿cómo podría Mini conquistar a los hombres de una vez por todas? Mini asegura haber hallado la respuesta en su nuevo Paceman.
Este Mini viene a ser una especie de Countryman reconvertido en crossover cupé, con una caída del del techo muy marcada y carrocería de tres puertas (este último aspecto lo diferencia de sus mayores rivales: Nissan Juke, Peugeot 2008 y Renault Captur); argumentos con los que Mini pretende enamorarnos a primera vista.
El frontal permanece idéntico al del Mini Countryman, del que toma detalles exclusivos para las versiones S y SD como una parrilla diferenciada y un paragolpes con grandes entradas de aire para refrigerar el motor.
La parte trasera cambia completamente. Intenta parecer aún más pequeña, gracias a una menor superficie acristalada y también a forma de sus pilotos traseros (nunca antes dibujados en horizontal). También es la primera vez que un Mini luce el nombre del modelo en el portón trasero, algo lógico si pensamos que el Paceman ya es el séptimo modelo de la familia. La versión Cooper S luce además unos vistosos escapes cromados.
Por si la estética no fuese bastante, hay otros dos aspectos que realzan la personalidad y dinamismo de este Paceman: por un lado, trae de serie suspensión deportiva; y por otro, evita ofertar las habituales versiones One de acceso a la gama. Así, el Paceman permanece fiel al apellido Cooper, y está disponible en cuatro motorizaciones distintas: dos diésel (Cooper D con 112 CV y Cooper SD con 143 CV) y dos gasolina (Cooper de 122 CV y Cooper S de 184 CV).
Nuestra unidad de pruebas equipa este potente motor, asociado a un cambio manual de 6 marchas y tracción a las cuatro ruedas. Con este propulsor, el Cooper S ALL4 (versión que ya pudimos conducir durante su presentación en Madrid) es capaz de ofrecer buenas prestaciones manteniendo unos consumos razonables.
Un Mini que sirve para casi todo
Mini ya no es sinónimo de coche pequeño, y tampoco lo es el Paceman. Su longitud de 4,11 metros, a mitad de camino entre las habituales de los segmentos B y C, se combina una distancia entre ejes más propia de un compacto (2,59 m, sólo 4 cm menos que un Volkswagen Golf) y una altura de 1,52 metros para ofrecer un habitáculo bastante más aprovechable de lo que parece a simple vista.
Sentados al volante, no hallaremos diferencias con respecto a un Countryman. El salpicadero concede gran importancia al enorme indicador de velocidad situado en el centro –y poco legible para el conductor-, reservando para la pantalla situada tras el volante el cuentarrevoluciones, el ordenador de a bordo y otro pequeño velocímetro.
Aunque el interior tiene mucha personalidad, sus acabados no quedan muy por encima de la media. Abundan los plásticos duros, pero su calidad y ajuste quedan fuera de cualquier duda. Si hablamos de ergonomía, comprobaremos que Mini prima el diseño por encima de todo. Sigue habiendo demasiados botones situados en una posición poco accesible, pero al menos los mandos de los elevalunas ya no están en la consola central, cosa que sí sucede en el Mini “pequeño”.
Los asientos delanteros de corte deportivo ofrecen una sujeción lateral correcta, pero destacan más por su comodidad en largos trayectos. La posición de conducción queda algo elevada, por lo que nunca nos sentiremos al volante de un verdadero cupé.
La fila de asientos posteriores se convierte en una pareja de butacas individuales, separadas por un 'Center Rail' que permite acoplar diferentes accesorios (funda de gafas de sol, portabebidas, soporte para el móvil...). Tendremos bastante espacio para los hombros, aunque la escasa altura del techo podrá molestar a los pasajeros que se superen el metro ochenta de estatura. La buena distancia entre ejes permite que no falte espacio para las rodillas.
Por fortuna, la amplitud del habitáculo no perjudica mucho la capacidad del maletero, que ofrece unos buenos 330 litros (y hasta 1.080 litros si abatimos los asientos). Además nos queda libre un doble fondo si elegimos neumáticos runflat. Lástima que la boca de entrada resulte estrecha y el plano de carga quede más bien alto.
Deportista con ropa de marca
Si bien por dimensiones y peso no podemos considerar al Mini Paceman como un coche deportivo, cuenta con un equipamiento dinámico de buena calidad. Viene de serie con suspensión deportiva, que rebaja su altura en 10 mm. Además –y en esto
No es un verdadero deportivo, pero ofrece un equipamiento dinámico de calidad.
saca ventaja a muchos automóviles de superior categoría- monta una suspensión trasera multibrazo que confiere mucho aplomo al eje posterior.
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Aunque el Paceman Cooper S ALL4 pesa 1.370 kg en vacío (1.445 kg en orden de marcha), se nota más liviano de lo que imaginábamos en un principio. Esto es así gracias a los 184 CV de su propulsor, que se comporta como cabe esperar de un buen motor turbo de gasolina. Su capacidad de aceleración es buena (sube de 0 a 100 km/h en sólo 7,8 segundos) pero donde más sorprende es en recuperaciones, en parte a causa de los desarrollos algo cortos de su caja manual de seis relaciones.
Al aproximarse a las 2.000 vueltas comenzaremos a notar con claridad la fuerza del motor (de hecho su par máximo de 240 Nm se inicia en las 1.600 rpm), que irá aumentando de intensidad con mucho brío hasta el régimen de potencia máxima, situado en las 5.500 rpm. Las cifras de consumo son un poco altas: en uso mixto y conduciendo con normalidad hemos medido 8,4 litros por cada 100 kilómetros. Como suele ocurrir, el consumo real supera al anunciado por la marca: nuestros resultados sobrepasan las cifras oficiales en 1,7 l/100 km.
Los Mini siempre ofrecen una dirección rápida y precisa, y el Paceman no es una excepción. El volante se siente pesado, algo de agradecer en conducción deportiva pero no tanto en ciudad, por ejemplo. El tacto de la palanca de cambios es también bastante duro, y cuesta sobre todo engranar la marcha atrás –ojo al aparcar: está demasiado cerca de la primera velocidad-.
Las suspensiones tienen un tarado firme sin llegar a ser incómodo. En cualquier caso, no está de más considerar la posibilidad de adquirirlo con la suspensión normal (disponible como opción, sin coste) si vamos a conducirlo a diario. Todo depende del uso principal que queramos dar a este Mini.
La tracción integral ALL4 ofrece seguridad extra si circulamos habitualmente por carreteras húmedas, y resulta especialmente recomendable para un coche como éste, capaz de rodar deprisa por pistas de tierra en buen estado. Pero ojo, también es un equipamiento por el que debemos pagar 2.000 euros, así que más vale pensar bien si nos puede ser de interés.
Esta versión Cooper S ofrece un modo Sport que incrementa las sensaciones deportivas con sólo activar un conmutador. Este modo Sport endurece la dirección y aviva la respuesta del motor a las órdenes de nuestro pie derecho. Otorga un plus de diversión enlazando curvas rápidas, pero mejor será desactivarlo en ciudad.
Dicho todo esto, hay dos aspectos de la dinámica de este coche que no terminan de convencer. Por un lado la frenada, con un tacto del pedal bastante esponjoso, que
Un centro de gravedad algo elevado provoca suaves balanceos de la carrocería.
exige pisarlo con decisión. Por otro, un centro de gravedad elevado que provoca suaves balanceos de la carrocería en los cambios de dirección, de manera mucho más notable que en el Mini "hatch". Pasados unos kilómetros ya nos habremos acostumbrado a estos detalles, que al principio pueden llegar a sorprendernos.
Un último aspecto a tener en cuenta es la visibilidad desde el puesto de conducción, que aún siendo muy correcta en líneas generales, tiene en contra la pérdida de superficie en la luneta trasera (cosas de dibujar un techo inclinado) junto con la posición demasiado baja de los retrovisores del exterior.
El efecto “halo” no sería nada sin calidad real
Para qué andar con tabúes: hablemos de dinero. La relativa exclusividad del Mini Paceman exige un precio que sus numerosos fans aceptan encantados; un fenómeno al alcance de pocas compañías, como es el caso de la tecnológica Apple. Al igual que sucede con esta última, Mini es una marca que suma a la calidad de sus productos una identidad muy marcada junto con el valor intangible de su propia leyenda. Puedes tener un teléfono o un iPhone; puedes tener un coche o un Mini.
No sorprende, pues, que el Mini Paceman sea un coche objetivamente caro. Sólo por serviros algún ejemplo, hagamos la comparación con dos conocidos compactos premium de tres puertas. El Paceman más económico (el Cooper gasolina de 122 CV y tracción delantera) cuesta 24.700 euros, 680 euros más que un Audi A3 de la misma potencia. Pero si aspiramos a un coche como el que tenemos aquí, el Cooper S ALL4, tendremos que desembolsar un mínimo de 32.200 euros, 300 euros más que un BMW 120d xDrive con la misma potencia (aunque con motor diésel) y tracción integral.
Como suele suceder con las marcas alemanas, encontraremos que su equipamiento opcional es tan abundante como costoso. Configurar nuestro Paceman como el que véis en estas imágenes, con extras que incluyen el techo solar, llantas de 19”, pintura metalizada con techo en color blanco, retrovisores cromados, faros bi-xenón adaptativos, tapicería en tela y cu
El Paceman tiene una estampa imponente. Si es o no un coche masculino, decididlo vosotros.
ero, navegador y altavoces Harman Kardon, supone invertir alrededor de 8.500 euros en complementos.
Olvidando la cuestión monetaria -afortunados quienes pueden hacerlo-, el principal reclamo de este Paceman se halla en un estampa imponente. Si es o no un coche masculino, lo dejo a vuestro criterio; pero sea como fuere, es de esos que hacen girar cabezas a su paso. Exhibe una personalidad muy acusada (la principal virtud que el Nissan Juke trajo al nuevo segmento de los crossover urbanos); está bien construido, ofrece mucha diversión en carretera y no olvida su lado más práctico. Pero todos estos argumentos sobrarán para la mayoría de clientes del nuevo Paceman; pues al fin y al cabo, quienes compran un Mini sólo se plantean un Mini.
Cuando mides más de 1,90 y estas enamorado del mini y apenas cabes para conducirlo y de repente te sacan esta joya...creo que criticarlo por el precio o decir la estupidez que deja de ser un mini, me suena a simple envidia