Atracción eficiente
Su nueva y atrevida imagen es lo primero que llama la atención pero esta cuarta “entrega” del Clio va mucho más allá. Es algo más grande, moderniza su interior y estrena propulsores como el TCe 90 de gasolina de tres cilindros que os presentamos. También progresa en aspectos dinámicos, convirtiéndose en algo más que un simple urbanita.
El utilitario de la marca francesa ha alcanzado su cuarta generación con una metamorfosis estética, pues ha adoptado una línea de diseño mucho más atractiva y atrevida de lo que nos tenía acostumbrados la firma del rombo en los Clio anteriores. Esta tendencia también se ha adoptado dentro del habitáculo, que ahora cuenta con una imagen más actual y alberga una mayor dotación tecnológica. Al haber crecido levemente hasta los 4,06 metros de longitud, proporciona un interior algo más amplio, lo que es de agradecer.
Las novedades también han llegado al apartado mecánico, como es el caso del nuevo propulsor de gasolina TCe 90 de tres cilindros que hemos probado, el primero de estas características producido por Renault. Su alto nivel de eficiencia se conjuga con un rendimiento bastante interesante. A todo ello cabe sumar un evidente avance en el ámbito dinámico, pues pasa a ser un vehículo más estable y ágil sin que ello revierta en el confort de marcha. Su tarea no es sencilla, pues le aguarda una poblada legión de rivales como el Opel Corsa, el renovado Citroën C3, el también actualizado Ford Fiesta, el Peugeot 208, el Seat Ibiza o el Volkswagen Polo, entre otros.
“Traje” atrevido
Si hay un ámbito en el que esta cuarta generación supone un punto y aparte ese es, sin duda, el del diseño. Y es que el modelo francés ahora presenta una línea mucho más moderna y llamativa, que de buen seguro atraerá a conductores que hasta la fecha quizás no se sentían atraídos por el aspecto poco atrevido de su antecesor. Lo primero que llama la atención es su agresivo frontal, presidido por el logotipo del rombo de unas notables proporciones sobre fondo negro brillante que actúa como carta de presentación.
También influye en su sofisticada imagen la presencia de luces diurnas de tipo LED delanteras y, por supuesto, su línea de inspiración coupé. Para lograrlo, además de una morfología atlética y formas redondeadas, cabe remarcar la ubicación de las manetas de las puertas traseras, que quedan disimuladas en el marco de las ventanillas dándole una semejanza de una carrocería de tres puertas. Estas manecillas consiguen el objetivo estético pretendido pero, como es habitual en estos casos resultan difíciles de manipular para los niños pequeños al estar situadas más arriba y en vertical.
Este Clio es levemente más grande que su antecesor con una longitud de 4,06 metros y una anchura de 1,73 m, lograda gracias al ensanchamiento de las vías delantera y trasera. Por el contrario, es ligeramente más bajo (45 mm) si lo comparamos con el anterior Clio, lo que contribuye a reforzar su aspecto deportivo y mejora su aerodinámica.
Algo más amplio
Una vez dentro del coche, el hecho de ser algo más grande que antes se aprecia desde el principio. En primer lugar, el puesto de conducción se distingue por ser espacioso y el asiento puede retrasarse algo más que antes. Si el diseño supone un punto clave en la estética exterior del vehículo, sucede lo mismo en el interior. Las superficies de plástico negro brillante que encontramos tanto en el tablier como en el volante hacen que su interior sea más vistoso y atractivo. Estas superficies negras son de serie pero opcionalmente pueden encargarse otras de colorido más vistoso y en contraste con la tapicería.
Los mandos son accesibles, de uso intuitivo y están pensados sobre todo en base a la funcionalidad. En el acabado Dynamique que hemos probado se incluye el sistema de navegación Media Nav, que se gestiona desde una pantalla a color de siete pulgadas e integra Bluetooth con reproducción de música en “streaming”, conexión USB y auxiliar. No hay que obviar la correcta calidad de acabados así como la presencia de un buen número de huecos para alojar pequeños objetos teniendo en cuenta que se trata de un utilitario.
Por otra parte, las plazas posteriores ofrecen un poco más de espacio que en la anterior generación del Clio a la altura de los hombros. En estos asientos viajarán de forma bastante cómoda dos ocupantes de estatura media, mientras que la plaza central es más recomendable para destinarla a un uso ocasional. En este sentido, parece que Renault haya apostado porqué su Clio sea un cuatro plazas ya que el tercer reposacabezas es opcional. Sin él, mejora la visibilidad trasera, uno de los aspectos menos logrados del coche.
Hay que subrayar sus virtudes en cuanto a volumen de maletero dadas sus contenidas dimensiones ya que, con sus 300 litros de capacidad, se sitúa entre los mejores de su clase a la hora de cargar el equipaje. Como en todos los coches del segmento, el abatido de la banqueta trasera partida en propoirción 1/3 - 2/3 permite ampliar la capacidad de carga hasta los 1.140 litros. Con la banqueta abatida, está queda plana pero se genera un escalón entre el maletero y la banqueta ya que Renault no ofrece en el Clio ningún doble fondo que enrase con los asientos abatidos.
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Estrenos mecánicos
Nos hemos puesto al volante de la alternativa más potente de la gama del utilitario francés (hasta que se lance el TCe de 120 CV), que alberga un propulsor de gasolina al que la marca denomina Energy TCe 90. Se trata del primer bloque tricilíndrico producido por Renault y cuenta con una cilindrada de 898 cm3 que, pese a su bajo cubicaje, ofrece un buen rendimiento acompañado de un óptimo nivel de consumo y emisiones.
Dispone de un par motor de 135 Nm a 2.500 rpm, fuerza suficiente para mover con soltura al vehículo a ritmos más bien tranquilos. Aunque a bajas vueltas se percibe cierta carencia de ímpetu, es por encima de las 2.000 vueltas cuando se comporta mejor. Si bien no ofrece la misma suavidad de funcionamiento que su compañero turbodiésel de idéntica potencia, sí cabe señalar que su nivel de sonoridad es bajo, lo que se agradece de cara al confort general de marcha.
Además de por su comedida cilindrada, el objetivo de lograr un destacable nivel de eficiencia se ve beneficiado gracias a que el motor está equipado con un sistema Stop & Start. De esta forma, se obtiene una excelente media homologada de 4,5 litros cada 100 kilómetros y unas emisiones de 105 g/km de CO2.
Tras nuestra prueba, la cifra de consumo fue algo superior, exactamente de 5,7 l/100 km. El bloque se asocia a una caja de cambios manual de cinco velocidades de tacto correcto, en el cual apenas se nota variación con respecto al del cambio de la generación anterior.
Gana estabilidad
En términos dinámicos, los avances en comparación con el modelo precedente se observan en diversos ámbitos. Uno de los más relevantes se encuentra en su conducta durante la conducción por carreteras de curvas. En este contexto, el automóvil de la firma del rombo pasa a ser más estable que antes, generando una mayor sensación de seguridad y una eficacia en los apoyos. Con ello tiene mucho que ver que su tarado de suspensión haya ganado un punto de firmeza, percibido sobre todo a la hora de absorber ciertas irregularidades de la calzada.
De esta forma, estamos ante un vehículo que, pensado mayormente para ciudad, proporciona un resultado más que aceptable para un uso como compañero de viaje. Y es que, pese a contar con una amortiguación algo más firme, el nuevo Clio sigue siendo un coche bastante cómodo y muy fácil de conducir. Refuerza este aspecto su notable maniobrabilidad, mejorada gracias a su optimizada dirección, que gana en precisión y cuya asistencia se modifica en función de la velocidad.
Pero como hemos comentado, por su tamaño y sus condiciones, por donde mejor se encuentra es por terreno urbano. Por aquí demuestra una gran agilidad y, a pesar de su incremento de tamaño, dispone de un radio de giro muy reducido que hace que las maniobras por las calles sean pan comido. En lo que respecta al equipamiento de seguridad, cabe señalar que incluye ABS, SAFE, ASR y ESP, además de cuatro airbags.
Con esta nueva generación del Clio, la cuarta, el utilitario francés recibe una estética mucho más atrevida que sus predecesores, con rasgos atléticos y un frontal más agresivo. A ello se suman unas proporciones ligeramente incrementadas y un interior más atractivo y tecnológico, con numerosas posibilidades de personalización. También estrena motores, como es el caso del TCe 90 que hemos probado, que aúna eficiencia con un rendimiento más que interesante. Por supuesto, no hay que pasar por alto los avances en materia dinámica, pues el nuevo Clio se muestra más estable y efectivo en zonas reviradas.
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