El dinamismo del Ford contra la habitabilidad del Seat

Ford es de las pocas marcas que sigue apostando por los grandes monovolúmenes de siete plazas y lo hace además con una doble oferta: el S-Max, de carácter más dinámico y el Galaxy, un coche de siete plazas reales orientado a enfrentarse a los pocos rivales que quedan ya en este segmento y que tras el cambio de orientación del Renault Espace -ahora un crossover de 5+2 plazas- y la desaparición de los Peugeot 807, Citroën C8 y Lancia Voyager, ha quedado en manos del dúo Seat Alhambra - Volkswagen Sharan, del mencionado Galaxy y, como opción más grande pero, al mismo tiempo más económica, el Ssangyong Rodius.
El nuevo Ford S-Max no ataca exactamente ese segmento de los grandes monovolúmenes de siete plazas sino que se mueve a medio camino entre los citados y los siete plazas derivados de compactos al estilo del Citroën C4 Grand Picasso o el Peugeot 5008. Respecto a los primeros, los grandes, pierde habitabilidad pero gana en dinamismo y respecto a los segundos, los pequeños, es un coche más grande, más habitable y más refinado.
En definitiva, el S-Max representa una oferta casi única cuya competencia directa es, en mi opinión, el nuevo Espace de Renault y algunos SUV de siete plazas ante los que impone su mejor comportamiento aunque pierda en polivalencia de uso, especialmente ante coches como el Mitsubishi Outlander o el Hyundai Santa Fe, por ejemplo, que disponen de tracción a las cuatro ruedas.
Sea como fuere, lo que está claro es que el nuevo S-Max mejora en todos los aspectos al de la generación anterior aunque sin abandonar esa definición de “monovolumen deportivo” que supo acuñar desde su lanzamiento en 2006. El nuevo chasis, compartido con el nuevo Ford Mondeo -y con el Galaxy-, ha mejorado su ya excelente comportamiento dinámico, el motor de dos litros diésel, que ahora cumple ya con la normativa Euro 6, es más silencioso y gasta menos y el habitáculo ha ganado en calidad percibida sin renunciar a la funcionalidad que le caracterizaba. Además, esta nueva generación, al igual que el Mondeo y el Galaxy, se fabrican en la planta valenciana de la marca.
Para esta primera prueba de la nueva generación del S-Max hemos decidido compararlo con el Seat Alhambra, la referencia en ventas ahora mismo en el segmento de los monovolúmenes grandes. Sabemos que no son rivales directos pero enfrentarlo al Seat nos permitirá entender mejor las peculiaridades del S-Max, tanto a nivel de habitabilidad interior como de comportamiento dinámico.
Siete plazas de serie
El S-Max ofrece de serie siete plazas aunque Ford ofrece la posibilidad de prescindir de la tercera fila. Si así lo decidimos, nos descuenta el precio de esta tercera fila que cuesta 750 euros. El Seat Alhambra también lleva las siete plazas de serie, en este caso, siempre. Las plazas delanteras del Ford son amplias y los asientos de esta versión Titanium disponen de regulación eléctrica y calefacción de serie. Además, los asientos pueden ser tapizados en cuero e incluir función de masaje aunque eso ya hay que pagarlo aparte (2.100 euros para la tapicería de cuero y el asiento del acompañante eléctrico y 2.650 si incluimos la función de masaje).
En el Alhambra pasa lo mismo. El del conductor es eléctrico y, a partir de ahí, calefacción incluida, hay que abonarlo como extra. En el Seat la tapicería de cuero y la calefacción de asientos cuestan 2.297 en un paquete mientras que si queremos añadir masaje y memoria, hay que añadir 177 euros más..
La calidad percibida del habitáculo del Ford es elevada. Sin llegar a ser un coche premium, el S-Max ofrece una buena calidad en todos los mandos aunque peca de un ajuste mejorable en algunos puntos y de tener muchos mandos y botones de pequeño tamaño, tanto en el volante como en la consola. El navegador es de serie con pantalla táctil, la instrumentación es digital, muy completa y con una parte central donde ofrece mucha información. Lo que no me convence es el ordenador de abordo al que hay que acceder mediante los mandos del volante y con un sistema de menús que no resulta muy intuitivo.
Muy equipado de serie
Esta versión del S-Max lleva un equipamiento de serie muy completo, con muchas ayudas a la conducción. Entre ellas citaremos los sistemas de mantenimiento de carril, detector de fatiga, identificador de señales de tráfico y control de crucero con limitador de velocidad capaz de adaptar la velocidad máxima en función de los límites que figuran en el GPS. También lleva botón de arranque, freno de mano eléctrico y climatizador bizona.
Quedan como opcionales un montón de gadgets como la alerta de ángulo muerto, que debería ser de serie, el aviso de pre-colisión y el detector de tráfico cruzado marcha atrás, que quedan incluidos en el paquete Tech, que cuesta 850 euros, las cámaras de retrovisión y delantera de gran angular (300 euros), ideal al salir de un parking por la acera, y el sistema de aparcamiento asistido (200 euros). El equipo de sonido del S-Max es muy completo, su navegador viene de serie y tiene muchas funciones, entre ellas la de llamada de emergencia automática.
El Seat Alhambra puede montar la mayoría de esos elementos pero no lleva de serie más que el control de crucero y el freno de mano eléctrico. El asistente de mantenimiento de carril con reconocimiento de señales cuesta 842 euros y hay un paquete llamado Style Advance Plus que, por 2.390 euros incluye faros activos, navegador, chasis adaptativo, climatizador de tres zonas, cámara trasera y faros de xenón con lavafaros. Algunos de estos elementos como la cámara y el navegador (624 euros) o los faros de xenón (1.060 euros) pueden montarse por separado pero en pack salen más económicos. El Alhambra tiene el dispositivo Mirror Link para usar smartphones directamente y ofrece una toma de 230 voltios.
Las plazas delanteras del Seat son también amplias, con una posición más erguida que la del Ford y una visibilidad claramente mejor que la de su rival y aunque los materiales son de menor calidad percibida, presentan un ajuste impecable.
Ambos coches tienen siete plazas lo que deja un maletero simbólico con todas ellas ocupadas. En este caso, el Alhambra aprovecha mejor el hueco que deja su tercera fila de asientos para ofrecer 300 litros que pueden sacarnos de un apuro. En el Ford apenas hay 285. Al abatir la tercera fila, gana el Seat, gracias a su mayor longitud y altura y con sólo dos plazas se repite la historia con casi 700 litros a favor del Alhambra.
Hay que dejar claro, no obstante, que en ambos casos los asientos se abaten dejando un piso completamente plano y fácil de cargar. Ambos pueden tener el portón eléctrico (en el Ford vale 700 euros más 300 del acceso sin llave mientras que en el Alhambra el precio es de 1.039 euros aunque incluye el accionamiento eléctrico de las puertas correderas traseras y, si además elegimos el acceso sin llave debemos sumar otros 374 euros). El del Ford, además, puede abrirse el portón deslizando el pie bajo el parachoques y sus dos filas traseras tienen abatido eléctrico desde el maletero aunque hay que volver a elevarlas a mano.
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Las puertas correderas dan al Seat un acceso al habitáculo mucho más holgado que las convencionales del Ford y además, el Alhambra puede disponer, pagando, de asientos infantiles integrados en los dos exteriores de la segunda fila (valen 478 euros los dos) que nos ahorra la compra de los elevadores. Ambos cuentan con gadgets como cortinillas parasol, mesillas (de serie en el Seat) y múltiples huecos para objetos. En el Ford hay un paquete con cortinillas parasol, bandejas traseras, el plegado de los asientos traseros eléctricos y toma de 220 voltios facturado a 400 euros.
Dos coches de siete plazas de tamaño similar (el Seat es 6 cm más largo y 7 cm más alto) y con asientos individuales tienen que pasar un buen test de habitabilidad y a nosotros se nos ocurrió pedir a cinco de nuestros compañeros de Coches.net que se sentaran en ellos. El resultado lo podéis ver en el video. Ambos coches cuentan en la segunda fila con tres asientos individuales con el respaldo reclinable y deslizamiento longitudinal para adaptar perfectamente el espacio a las necesidades puntuales.
Filas traseras
En la segunda fila hay pocas diferencias. La anchura interior de ambos coches es idéntica pero la menor altura del Ford obliga a los dos pasajeros situados en los asientos exteriores a desplazarse ligeramente hacia el centro para no golpear con la cabeza en el techo. Eso comporta que los ocupantes "recentren" algo su posición y que la sensación sea de menor anchura. Eso no sucede cuando los ocupantes son niños y, en caso de no utilizar la tercera fila, puede paliarse adelantando el asiento central o los dos exteriores para que los pasajeros no vayan tan hombro con hombro.
En el Seat la sensación de espacio es mayor ya que la distancia entre la cabeza y el techo es más holgada. Eso no sólo proporciona más espacio sino también, y eso es importante, más sensación de espacio. Los ocupantes pueden ir más erguidos y no tienen ni el techo ni la puerta tan cerca. Igual que en el Ford los asientos son correderos (14 cm.) y reclinables y además pueden incorporar los mencionados asientos infantiles integrados.
El Alhambra tiene una tercera fila apta para adultos, tanto por altura como por distancia entre filas. La fila central, con tres asientos individuales de idéntico tamaño, correderos y reclinables, facilitó el acomodo de todos ellos. Efectivamente, en un Alhambra pueden viajar cinco adultos detrás con un confort más que aceptable. Sólo la altura al techo, que se reduce al montar el techo de cristal, fue un problema para el ocupante del asiento de la izquierda de la segunda fila.
Salidos del Alhambra, montamos a nuestros voluntarios en el Ford. Las caras fueron otras. La conclusión es que las plazas de la tercera fila del S-Max no son para adultos. La distancia entre filas no es la misma que en el Seat, resulta imposible deslizar los pies bajo los asientos de la fila central y el hecho de que la banqueta esté situada muy baja para que se quepa en altura obliga a flexionar en exceso las piernas. Las plazas traseras del S-Max, por lo tanto, son homologables a las de un C4 Grand Picasso o un Mitsubishi Outlander, para poner ejemplos de terceras filas parecidas aunque eso, sí, los asientos son más cómodos que en los coches citados.
En resumen. Esta es la principal diferencia entre ambos coches y lo que peor resuelve el S-Max en relación a los monovolúmenes grandes. El Ford es, claramente un 5+2, un coche que ofrece cinco plazas cómodas y otras dos accesorias para niños o desplazamientos puntuales. El Alhambra, en cambio, es un 7 plazas reales, utilizables todas sin problemas incluso en viajes largos y tanto para niños como para adultos.
Comportamiento dinámico
Las diferencias en marcha son considerables. El Ford es más silencioso, más refinado y ofrece un comportamiento que difiere muy poco del de un Mondeo, por ejemplo. Es, formalmente, un monovolumen pero sólo formalmente ya que a nivel dinámico es un turismo con una estabilidad impresionante, un balanceo de carrocería mínimo, una posición de conducción más baja y un feeling al volante que consigue que olvidemos que se trata de un coche de siete plazas que pesa casi 1.800 kilos. El trabajo de Ford para conseguir que el S-Max parezca lo que no es, es decir, una berlina de viaje en lugar de un monovolumen, se ha conseguido totalmente.
Por lo que respecta al Seat y aunque es un coche sorprendentemente dinámico para su peso y tamaño, es menos refinado en su tacto, balancea más, es menos efectivo en curva y requiere una conducción siempre más conservadora. El Alhambra es un gran monovolumen y no se preocupa en disimularlo. A nivel de motores no hay muchas diferencias y el empuje de ambos es parecido. Los 180 CV están presentes en ambos y consiguen, esencialmente, que ambos recuperen con facilidad y no se deba usar el cambio en exceso para ganar velocidad.
Conclusiones
El S-Max es mejor en todos los apartados que hemos tenido en cuenta salvo en la habitabilidad, la funcionalidad y el maletero. Es más silencioso, más confortable, consume más o menos lo mismo incluso yendo más rápido (contad entre siete y ocho litros reales en todo uso y unos seis en autopista a velocidad legal estable) y, lo que es muy importante, es mucho más barato y está más equipado.
El Ford, por tanto, puede ser una alternativa más habitable y más funcional a un familiar grande, del tipo de un Mondeo Sportbreak, por ejemplo, y como alternativa dinámica a cualquier SUV de siete plazas si no se va a hacer pista con regularidad mientras que el Alhambra se compra cuando se necesita un siete plazas reales. Y esto que digo lo entenderéis muy rápido cuando os hable de precios.
El Ford cuesta tal como viene de serie, con este motor diésel de 184 CV, 33.800 euros, un precio muy competitivo. La gama arranca en menos de 27.000 y la versión automática cuesta 35.800 euros. El Alhambra de la prueba, con el motor de 180 CV en el acabado superior Style Advance y con cambio DSG cuesta 43.971 euros, es decir, 8.000 más que el Ford con menos equipamiento.
Nuestra unidad del Ford, absolutamente a tope de opciones, costaba 45.200 euros, un poco más que el Alhambra de serie pero si equipamos el Seat también a tope y aunque lleve menos cosas que el Ford, se va a los 52.743 euros. En definitiva, que si hacen falta las siete plazas siempre, el Alhambra es la alternativa razonable. Si la tercera fila sólo se usará de manera muy ocasional, no hay ningún motivo para no preferir el S-Max.
JS
siete añis de uso de un alhambra y cero averias, no hace falta comentar lo de los motores psa del ford, motores rotos con 50 o 60.000 km. y por formato el s max no es comparable al alhambra, claro que es más dinámico, es bastante más pequeño, se debería comparar al galaxy