En 2017 se cumple el 90° aniversario de la primera edición de la Mille Miglia. Una carrera en la que los participantes cubren un recorrido de 1000 millas, de ahí su nombre, alrededor de Italia siguiendo unos carteles con una flecha de color rojo que a la postre se convirtió en el logotipo de la prueba.
El 27 de marzo de 1927 el OM 665 Superba de la pareja Minoja y Morandi se convirtió en el primer ganador de esta prueba épica en la que se ponía a prueba la resistencia de los mecánicas, los equipos y de los pilotos.
El recorrido original siempre partía de Brescia pasando por Piacenza, Bolonia, Florencia, Livorno, Roma, Rimini, Venecia, Treviso y regresando a Brescia. Todo ello en el menor tiempo posible.
En las décadas de los 20 y los 30 Alfa Romeo fue el claro dominador de la carrera logrando nada menos que 10 triunfos de la mano de pilotos de la talla de Giuseppe Campari, Clemente Biondetti, Achille Varzi o el mismísimo Tazio Nuvolari.
Después de la Segunda Guerra Mundial Ferrari ganó 8 veces de la Mille Miglia. Lamentablemente en 1957 precisamente un piloto de Ferrari sufrió un accidente fatal que motivó la desaparición de la propia carrera.
En la edición 1957 el español Alfonso Cabeza de Vaca, más conocido por uno de sus títulos nobiliarios Marqués de Portago se salió de la carretera entre Mantova y Brescia, a la altura de Giudizzolo. Cuando rodaba entre 250 km/h y 300 km/h reventó un neumático de su Ferrari 335 n°531. Fon Portago, su copiloto el periodista británico Edmund Nelson así como 9 espectadores perdieron todos la vida.
En 1977 se organizó una carrera de vehículos históricos conmemorativa por el 50° aniversario del debut de la prueba. Entre 1982 y 1986 se celebró cada dos años y ya desde 1987 se disputa de forma anual. Una sensacional prueba en la que los pilotos sólo pueden inscribirse al volante de modelos que en su día hubiesen participado. No me refiero al mismo número de chasis pero si al mismo tipo de coche.
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En esta edición 2017 que termina hoy 21 de mayo en Brescia han tomado parte 440 equipos de 43 países representando a nada menos que 84 marcas distintas. Todo un récord si tenemos en cuenta que sólo pueden participar coches que hayan competido en el pasado en la carrera, que sólo se disputó entre 1927 y 1957.
Tres han sido los españoles que han tomado parte, Oriol Vilanova junto a Shawn Till al volante de un Chrysler 75 de 1929 y la pareja formada por Albert Carreras y Jordi Pascual en un Mercedes-Benz 300 SL alas de gaviota de 1955.
Los participantes han cubierto las 1000 millas a lo largo de 4 etapas con tramos de regularidad. Nada que ver con la carrera de velocidad pura del pasado en la que el récord de velocidad media fue fijado por el británico Sir Stirling Moss al volante de un Mercedes-Benz 300 SLR en 1957 con 157,650 km/h, ¡de media!
Este año tuve la oportunidad de acompañar a un grupo de amigos, grandes amantes de los coches clásicos, en su peregrinación anual a Brescia para ver la salida, el pasado jueves. Debo decir que todavía hoy me cuesta creer todo lo que vieron mis ojos en las calles del centro histórico de Brescia.
Jamás había visto tantos clásicos de tanto nivel. Por poner un ejemplo, allí un Mercedes-Benz 300 SL “Gullwing” es algo de lo más común. Este año había nada menos que 23 unidades del mítico alas de gaviota.
El Mercedes 300 SL es una auténtica maravilla. Yo disfruto de uno en su versión roadster de 1959 y habló con propiedad.