El nuevo Bugatti Divo está basado en el Chiron. Es más dinámico aunque mantiene la mecánica porque un motor de 1.500 CV no necesita más potencia, pero en un circuito de 6,2 km es 8” más veloz. Y eso, junto a la exclusividad de que sólo se fabricaran 40 para 40 compradores que ya han sido elegidos, justifica que cueste el doble: 5 millones de euros.
Cuarenta afortunados han descubierto en el Concurso de Elegancia de Pebble Beach cómo es el coche que han adquirido casi ‘a ciegas’ y por el que han pagado la friolera de 5 millones de euros.
Es cierto, la ‘joya’ lleva el aval de Bugatti y un nombre evocador, Divo. No se refiere a que su propietario sea un ‘divo-divino’ -aunque su billetera sí que lo debe ser- sino que es un homenaje a Albert Divo, uno de los míticos pilotos de Bugatti en los años de gran gloria deportiva de la marca. Todos los actuales Bugatti llevan nombres de sus míticos pilotos.
Lo que ha hecho Bugatti con el Divo no algo inusual, sino todo lo contrario. Las marcas de gran lujo venden sus productos más exclusivos antes de iniciar su fabricación. Basta el anuncio, un ‘teaser’, algunos bocetos o ver el "concept" como mucho para que acaudalados coleccionistas en unos casos o gentes que gustan presumir de lo último, lo más avanzado y lo más oneroso, se apresuren a firmar la orden de compra, y si es necesario un importante cheque de reserva…. para un capricho que no podrán catar quizás hasta dos años más tarde.
El Divo está realizado a partir del Bugatti Chiron, aunque las diferencias estéticas son notables, dictadas algunas de ellas para mejorar la aerodinámica, no desde el punto de vista del consumo sino de aumentar el "downforce", el agarre. Es decir, el dinamismo del coche. Gracias a ello el conjunto tiene un aspecto mucho más ‘racing’.
El motor no se ha potenciado, pero no debe extrañarnos. El motor W16 con cuatro turbos y 8 litros de cilindrada ofrece 1.500 CV y algunos de sus componentes ya no soportarían mucha más solicitación. Pensemos que esta potencia multiplica con creces por 10 la potencia media de los turismos que se venden en nuestro mercado.
Pesa casi 2 toneladas, pese a que ha ‘adelgazado 37 kg con respecto al Chiron, y el peso es el enemigo número uno de la eficacia en curva. También de las frenadas o de las aceleraciones… aunque con 1.500 CV pueda acelerar a ritmo de F1.
Lo curioso es que anuncia la misma aceleración de 0 a 100 (2,4 seg.) que el Chiron. Dice además que la velocidad punta está limitada a 380 km/h… cuando el Chiron superar los 400. ¡Y cuesta el doble! Por supuesto no está ni chapado en oro ni tiene el logo de la marca en el volante formado por diamantes, por un decir. Entonces, ¿dónde está la diferencia?
Desde el punto de vista de prestaciones, la diferencia está en la velocidad de paso por curva. Dice Bugatti que el Divo puede soportar una aceleración lateral de 1,6 G. Es mucho, muchísimo, pero dudo que haya muchos propietarios no solo capaces de aprovechar esa diferencia, sino dispuestos a intentarlo.
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En cualquier caso, esta diferencia es sustancial en el tratamiento del coche. Por supuesto, las suspensiones han sido adaptadas, otras caídas, otro taraje y otra dureza de muelles y amortiguadores.
Pero con ello no basta, se necesita más carga aerodinámica. Monta un ala posterior -realizada con técnica de impresión 3D- más ancha y con una ‘aleta de tiburón’ que continuye a la estabilidad en recta. También tiene difusores más amplios entre otros elementos se encargan de esta labor. La parte delantera no se escapa al tratamiento: un spoiler delantero y las salidas de aire del capó son los detalles más visibles y una toma de aire tipo Naca, que son muy planas, ocupa la mayor parte del techo pata tomar aire para la admisión del motor.
En total da 456 kg de carga, es casi un 25% más que en el Chiron…. y si se aumentara la velocidad, como la carga crece exponecialmente con ella, los neumáticos no lo soportarían.
El resultado es espectacular. En el circuito de pruebas de Nardo, de poco más de 6 kilómetros, los probadores de Bugatti han rebajado en casi en 8 segundos la marca de Chiron.
Pero el secreto por el cual este coche tiene compradores no reside sólo aquí. Está en su rareza, su exclusividad. Se debe sustancialemente a que habrá 500 Chiron en el mercado y sólo 40 Divo. Aunque la base sea la misma, la exclusividad tiene un precio. Mucho más si puedes decir al conocido de turno “¿A ti no te lo ofrecieron?”, marcando distancias. Y es que no basta con que te sobren 5 millones, más lo que debe costar matricularlo, asegurarlo y por supuesto mantenerlo. El acceso al coche estaba reservado a 40 privilegiados, propuestos por los concesionarios y que ya son propietarios de un Chiron.
El presidente de Bugatti, Stephan Winkleman, ya probó la fórmula en su época de presidente de Lamborghini: el Murcielago fue modificado para dar lugar al exclusivo Reventon, el Gallardo fue la base del Sesto Elemento y el Avendator se transformó en Veneno y Avendator J. Fue una solución para la marca del toro a la espera de que estuviera listo el SUV Urus. McLaren también emplea mucho esta técnica comercial para mantener el interés por sus modelos.
Pero Winkleman tampoco ha descubierto nada nuevo. Ya Jean Bugatti, el hijo del gran Ettore, probó esta fórmula. Sobre el Type 57 propuso diversas carrocerías y versiones: Stelvio, Aravis, Galibier, Ventoux y Atalante, por no hablar del Type 57 SC Atlantic, el no va más de la original Bugatti. Pero eran otros tiempos. Hasta entonces había sido normal que los clientes se hicieran carrozar sus coches por un carrocero especializado, obras únicas, y estos carroceros comenzaron a hacer series limitadas por encargo de los constructores.