Travieso y juguetón
El apellido John Cooper Works y el concepto de diversión al volante siempre han sido inseparables y, con la nueva generación del Mini, no podía ser menos. Su diseño muestra desde el inicio que se trata de una versión que, además de “trendy”, tiene mucho que ofrecer desde el punto de vista deportivo. Y el motor de gasolina de dos litros con 231 CV de potencia tiene mucho que ver en ello. Las modificaciones en el chasis han dado lugar a un automóvil capaz de combinar espíritu “racing” con un confort de marcha que permite utilizarlo como automóvil de uso cotidiano.
En cualquier caso, su terreno favorito está plagado de curvas. Cuantas más, mejor. Ése es el hábitat donde saca sus garras y demuestra sus cualidades más dinámicas. La marca británica ha ampliado su equipamiento, aumentando las posibilidades tanto en el apartado tecnológico como de confort interior, logrando una sensación de mayor calidad en el habitáculo. Dado todo lo que ofrece, el Mini JCW no tiene un precio desorbitado, puesto que los 34.350 euros de esta versión con cambio automático suponen un desembolso razonable. En cuanto a potencia, pocos son los rivales que pueden mirarle a los “ojos”, pues solo el Audi S1 se encuentra a al mismo nivel. Otros competidores como el Opel Corsa OPC o el Peugeot 208 GTI 30th ofrecen un caballaje algo inferior.
“Look” informal
El hecho de tratarse de la versión más radical de la gama Mini no podía pasar desapercibida en cuanto a diseño exterior. Por eso, desde BMW han incorporado detalles que le otorgan una personalidad propia y que recuerdan en todo momento su carácter “racing”. Comenzando por el frontal, destacan las llamativas entradas de aire de la parte inferior, de unas proporciones más que considerables. También cabe señalar las entradas de aire adicionales, en los extremos, situadas en la posición donde se alojan los faros antiniebla en el resto de versiones.
La parrilla también es distinta, puesto que es de tipo panal de abeja y está atravesada por una franja transversal de color rojo, además de contar con el logotipo de John Cooper Works bien visible en el lado derecho. Las mejoras aerodinámicas de este Mini se traducen en elementos como los deflectores de la parte más baja del frontal y de los faldones específicos situados en los laterales del automóvil.
Asimismo, el doble escape, de notable diámetro y ubicado en el centro, resalta la naturaleza deportiva que rezuma el vehículo por los cuatro costados. Por supuesto, no pasan desapercibidos el techo y las carcasas de los retrovisores de este mismo color, alternativa que no tiene coste adicional. La vista lateral del coche muestra las llantas de 17 pulgadas y los pasos de rueda negros, exclusivos de esta versión. Junto a los intermitentes se encuentra el logo de la versión, rodeado por una línea roja.
Se supera en comodidad y equipamiento
Una vez dentro de la cabina, se observan cambios importantes con respecto a su antecesor. Uno de los más evidentes se encuentra en los magníficos asientos deportivos, de tipo baquet, (asociados a la tapicería Dinamica/Carbon Black, opcional por 1.700 euros). Además de ser muy confortables, proporcionan una sujeción lateral excelente en todo tipo de conducción. Otros elementos que distinguen a esta versión son el volante multifunción exclusivo, los embellecedores específicos en lugares como los umbrales de las puertas, la palanca de cambios o el marco del tablero. También el cuadro de instrumentos cuenta con indicadores propios del Mini JCW. No hay que pasar por alto los pedales revestidos de aluminio.
Entre los opcionales de esta unidad se encuentra el paquete Wired (1.450 euros) que incluye elementos como navegador Professional, pantalla de 8,8 pulgadas, conexión para terminales Apple, memoria de 20 GB y reposabrazos con compartimento. También cuenta con otros extras como la pantalla escamoteable Head-Up-Display (550 euros), con funciones especiales. Y es que, en el Mini John Cooper Works, puede mostrar la marcha que está puesta y las revoluciones a las que está trabajando el motor en una escala de colores. Otro de los opcionales que se incluye es el conjunto de sensores de lluvia y de luces (125 euros).
Dado el mayor tamaño con respecto a su predecesor, el nuevo Mini JCW está dotado de un habitáculo algo más espacioso, algo que se aprecia sobre todo en los asientos delanteros. El acceso a la parte trasera es algo limitado en esta carrocería de tres puertas, si bien las dos plazas disponibles ofrecen una amplitud más que razonable para personas de estatura media. No obstante, los ocupantes que superen de 1,80 m irán algo justos de espacio. Por su parte, el maletero cuenta con 211 litros de volumen, una cifra demasiado escasa para las dimensiones del vehículo.
Esencia deportiva bajo el capó
El corazón del Mini más deportivo de la gama es un motor 2.0 de gasolina de cuatro cilindros, con tecnología TwinPower Turbo y cuya potencia es de 231 CV. Su gran entrega de fuerza a bajas vueltas es uno de sus puntos clave. Y es que dispone de un par máximo de 320 Nm entre 1.250 y 4.800 rpm que, al hundir el pie en el acelerador, es sinónimo de contundencia desde el primer instante. Y si encima se rueda en modo Sport, el tono más “racing” del escape seguro que es capaz de sacar una media sonrisa a los conductores de espíritu más deportivo.
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El modelo permite escoger entre diferentes modos de conducción gracias al sistema Mini Driving Modes mediante un selector giratorio situado delante de la palanca de cambios. Cada uno modifica el comportamiento del acelerador así como del volante e incluso del sonido del motor. El modo estándar se denomina Mid, encargado de buscar el máximo equilibro a todos los niveles. Mientras tanto, el modo Sport comentado anteriormente está concebido, por supuesto, para extraer el máximo rendimiento deportivo del vehículo. Por último, en el modo Green la prioridad principal es la eficiencia.
Con un motor como el que lleva este Mini, la diversión está asegurada y las prestaciones, también. Esta variante del modelo británico acelera de 0 a 100 km/h en sólo 6,1 segundos y puede rodar a una velocidad de 246 km/h. En la unidad probada, el motor estaba asociado al cambio automático Steptronic de seis velocidades, que tiene un sobreprecio de casi 2.000 euros en comparación con la variante manual. El funcionamiento del cambio es impecable, puesto que rapidez y suavidad de cambio se fusionan a la perfección. En lo que respecta al consumo, la media homologada por la marca es de 5,7 litros cada 100 kilómetros, pero es realmente difícil acercarse a ese valor. La cifra extraída de la prueba fue de 7,4 litros, nada exagerada por otra parte teniendo en cuenta lo que puede ofrecer este propulsor sobrealimentado.
Diversión a raudales sin olvidar el confort
Esta versión John Cooper Works del Mini ha cambiado ligeramente con respecto a la anterior en lo que se refiere a dinámica. Y es que, pese a que está dotado de una suspensión eminentemente firme, no lo es tanto como el modelo antecesor. Eso provoca que se trate de un automóvil más cómodo que antes para una conducción cotidiana en la que no se busquen los límites, tanto por carreteras interurbanas como por ciudad. Es decir, las pequeñas irregularidades del asfalto no se convierten en un hándicap, algo que sí sucedía antes.
El hecho de haber ganado en confort de marcha le resta un punto de radicalidad dinámica si se compara con el JCW de la generación precedente. Sin embargo, la diversión está más que asegurada al entrar en una carretera de montaña. Enlazar curvas a ritmos elevados se convierte en un juego de niños gracias a su impecable conducta en los apoyos y a su estabilidad. Tanto el eje delantero como el trasero son más ligeros lo que, unido a un centro de gravedad bajo y al papel de sistemas como el control de estabilidad con función de control dinámico de tracción (DTC), el Performance Control y el control del bloqueo electrónico del diferencial (EDLC), da un resultado excelente en términos deportivos.
La precisión de la dirección, factor que se pone de manifiesto desde el inicio, se convierte en otra ventaja para lograr una gran sensación de control sobre la conducción en todo momento. Por su parte, el sistema de frenos del vehículo, que ha sido desarrollado para esta versión conjuntamente con el conocido especialista deportivo Brembo, brinda una capacidad de detención a la altura de las prestaciones que ofrece el Mini más travieso de toda la gama.
Conclusión
La estética ya da muchas pistas de lo que esconde este John Cooper Works, pues aúna personalidad deportiva con la vertiente “cool” propia de un modelo como el Mini. Esta nueva generación añade confort de marcha y resta algo de radicalidad dinámica a su predecesora. No obstante, ello no significa que se trate de un coche concebido sólo para conducir tranquilamente. Y es que, a medida que se aumenta la velocidad y se retuerce el asfalto, las dosis de diversión al volante no dejan de crecer. Sus altos niveles de motricidad se agregan a las prestaciones deportivas que generan los 231 CV que lleva bajo el capó.
Yo prefiero un ds3, aunque la version que yo llevo es la wrc, que lleva preparacion especifica.
#234 Ese coche francés que mencionas dentro de diez años nadie se acordara de él. En cambio el jcw seguirá ahí.
#237 se acordaran de su padre, por haberse fundido 39k en este invento, pudiendo haberse comprado un 370z. El ds3 es mas divertido, mejor equipado y con mas garantia.