El Salón marcará el cambio de mentalidad del sector
Tengo la impresión de que el inmediato Salón de París, que se abrirá al público el 1 de octubre, marcará un punto de inflexión en el mundo del automóvil, tanto desde el punto de vista industrial como comercial y social. Paso a paso: primero el coche eléctrico, después, el autónomo. Y salvo para apasionados, el cambio del concepto de automóvil por el de movilidad en el marco de unos 15 años.
En los últimos años hemos asistido a un goteo de noticias, acciones o anuncios sobre este cambio de tendencias. Todo en estado puntual y embrionario. En París parece que se da el pistoletazo de salida definitivo al automóvil eléctrico y no sólo por el concept-car que va a presentar Volkswagen y que supone la apuesta definitiva del Grupo por este tipo de propulsión sino porque Tesla ha demostrado que los eléctricos están aquí para quedarse y pueden resolver cualquier necesidad de movilidad. Sólo falta proponérselo.
No obstante, la aceleración en el camino hacia la electrificación es solo la punta del iceberg del cambio: siguen de cerca el coche autónomo y las diversas fórmulas de coche compartido reservado mediante el teléfono móvil y que será capaz de recogerte en casa y llevarte al trabajo, desapareciendo luego cual si fuera un taxi.
No es de extrañar que, en el pasado Salón de Detroit, Ford anunciara su entrada en el negocio de la movilidad, un anuncio matizado recientemente en el que la marca admite que seguirá diseñando y fabricando coches, pero que entrará en el negocio de proveedor de movilidad. Las razones son obvias: el volumen de este negocio duplica el volumen económico del negocio del automóvil. En la misma línea, el Grupo PSA, en su nuevo plan estratégico a cinco años plantea pasar de ser un constructor de automóviles a un proveedor de servicios de movilidad que, además, fabricará automóviles.
El primer paso, no obstante, es la llegada masiva del automóvil eléctrico. Los avances de la tecnología junto con las facilidades ofrecidas a los usuarios por las administraciones (no todas, por desgracia) como peajes gratuitos, zonas azules y verdes gratuitas, exención de impuesto de circulación, bonificaciones a la compra, y un precio de energía favorable serán el catalizador del cambio.
El despliegue –todavía incipiente o insuficiente, cierto-, la aparente apuesta decidida de colosos como China o India por este tipo de energía y las necesidades medioambientales de las grandes urbes implican esta ‘marcha atrás’ del automóvil impulsada por el desarrollo tecnológico de las nuevas baterías, la reducción espectacular de sus costes y la investigación de nuevos materiales para acumular la energía eléctrica y hacer mucho más veloz la recarga.
Autonomías de 350 o más kilómetros serán habituales a corto plazo. Los tiempos de recarga –al menos al 80%- inferiores a los 20 minutos están a la vuelta de la esquina. Los grandes fabricantes y/o marcas de baterías han iniciado ya las inversiones en ‘Gigafactories’ –nombre con el que Tesla ha bautizado su recién inaugurada fábrica de baterías construida junto a Panasonic- de forma que para 2020 o 2022 como tarde no sería de extrañar que se alcanzarán más de cinco millones de unidades de vehículos eléctricos vendidos en el mundo y con una cuota de mercado en aumento.
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En París se dejará notar la profusión de modelos eléctricos ofrecidos por casi todas las marcas. Los concept car más espectaculares serán eléctricos. Es el primer paso.
El vehículo eléctrico facilitará, además, la llegada de los vehículos autónomos. En 2020 comenzarán a aparecer con cierta asiduidad en el mercado y a partir de 2025 serán habituales las funciones de automatización de la conducción. Y las grandes marcas ya invierten en empresas de movilidad, como Uber y similares, para buscar esa parcela del mercado.
Es por ello que las grandes firmas de software están haciendo sus primeros escarceos en el mundo de la automoción ya sea de motu propio o de la mano de un gran constructor que les orienta en sus necesidades. Esta es una simbiosis en las que unos aportan su conocimiento sobre electrónica y los otros, incapaces de desarrollar por si mismos estas soluciones, sobre la dinámica del automóvil.
Es un movimiento que se lleva gestando desde hace tiempo. Soto voce, los responsables comerciales y de marketing de las marcas –por supuesto los responsables que están por encima de ellos también- están preocupados porque en los últimos años poseer el primer automóvil ya no es la prioridad para los jóvenes que prefieren la conectividad, los móviles y otras cosas.
Pero también son conscientes de las cada vez mayores exigencias medioambientales, que pueden llegar a prohibir o cuanto menos restringir el uso de los coches más potentes, más ‘contaminantes’ o de emisiones más elevadas. Es algo que muchas ciudades están pidiendo a gritos –y ya hay más de 200 grandes urbes en el mundo con diversos tipos de restricciones- para acceder a sus núcleos centrales. Es la única forma con la que pueden intentar contener la creciente contaminación. Y en ello están, como se ha visto recientemente con el anuncio de la alcaldesa de París que apuesta por la prohibición total de los diésel a partir de 2020 en las calles de la capital.
Por todo ello, parece que ese mundo de transporte autónomo visto en Blade Runner está a la vuelta de la esquina. Esperemos que sin la lluvia ácida.
El futuro ya esta aquí, por mucho que les duela a aquellos que se han comprado un coche diésel,Renault ya ha anunciado que dejará paulatinamente de fabricarlos, y empezarán a encarecerlos para que la gente desista, luego a ponerles impuestos a la contaminación, (aviso a navegantes, si te tienes que comprar un coche próximamente, que sea de gasolina)y después prohibirán su transito por las ciudades, lo cierto es que nunca se debió de consentir que los diésel proliferasen, por ser vehículos muy contaminantes ¿quien quiere ver como sus hijos enferman por la contaminación?yo creo que incluso hasta los ingenuos que compraron diésel lo entienden.
#37 La gasolina va a ser también prohibida en el futuro. El artículo lo dice claramente. El futuro es eléctrico y de coche autónomo. Le pese a quien le pese
#37 tienes toda la razón del mundo en tu escrito.
#40 Hombre... Toda la razón del mundo... No. Lo que ha escrito es fruto de la publicidad, más o menos engañosa, que nos han servido durante los últimos años y especialmente desde el timo de VAG. Vamos a ver. Primero fue el boom del diésel a finales de la década de los 90. Todo el mundo dejó sus gasolina y gastó su dinero en la nueva moda diésel. Esta moda diésel aún hoy perdura, no obstante las marcas ya se encargaron de meter hasta en la sopa el concepto SUV para crear la ilusión de necesidad en los usuarios y seguir haciendo negocio. Con lo cual pasamos de tener diésel a tener SUV diésel. Y claro, si todo el mundo tiene ya su SUV diésel... ¿qué negocio van a hacer las marcas? Muy sencillo. Volver a vendernos vehículos de gasolina de baja cilindrada y turbo cuyo coste de fabricación es aún más reducido y, por lo tanto, el margen de beneficio es mayor. Y después de los gasolina serán los eléctricos. Y después será otra cosa. Y después otra. El que no vea la complicidad de las administraciones con la industria del automóvil para legislar e incentivar el mercado del automóvil... Creo que tiene un problema. Decir que un diésel de hoy en día contamina después de haber fumado durante años la gasolina con plomo, durante aún más años los viejos diésel con dudosos catalizadores, etc. Tiene delito.
#42 Totalmente ee acuerdo. De todas maneras yo no veo tan claro la desparición cercana de los diesel. Hoy por hoy todavía son lideres en consumo, agrado de conducción, tecnología y ventas. Todos estos anuncios de proximidad de los eléctricos entra dentro de lo políticamente correcto. Hoy por hoy son caros, poca autonomía y lcon tacto de electrodoméstico.