Diga adiós a los... prejuicios
Cuando nos planteamos la compra de un coche urbano, un utilitario o un SUV, resulta natural incluir algún modelo de origen coreano en nuestro ramillete de candidatos. En cambio, esta historia no suele repetirse en el caso de las berlinas; un mercado en el que la historia y la reputación de cada modelo de automóvil parecen impregnar de algún modo a sus respectivos propietarios.
Así, los clientes que pueden permitírselo tienden a optar por las marcas premium; y los que disponen de un presupuesto más ajustado suelen decantarse por los modelos generalistas com más pedigree. Volkswagen Passat, Ford Mondeo, Peugeot 508, Opel Insignia, Mazda 6, Skoda Superb… Todos estos nombres resultan familiares para la mayoría –como ya lo empieza a ser también el de Renault Talisman-, pero no son tantos los usuarios que se atreven a encabezar sus particulares listas con un Hyundai i40 o con un Kia Optima. ¿Acaso es que las berlinas coreanas son inferiores por algún motivo? ¿O se trata tan sólo de otro caso de “marquitis crónica”?
Pues bien: aprovechando que ya está aquí el nuevo Kia Optima, averigüemos si existe alguna razón objetiva por la que el modelo surcoreano debería situarse por debajo del resto en el escalafón de las mejores berlinas generalistas.
Evoluciona notablemente, en contra de las apariencias
Aun presentando como siempre la estampa de un sedán atractivo y proporcionado, el diseño de esta berlina del segmento D se puede calificar como continuista y fiel a las líneas generales del . No hay duda de que la cuarta generación del Kia Optima aplica una fórmula evolutiva en vez de revolucionaria; pero al fin y al cabo, para qué arriesgar alterando en exceso lo que ya funcionaba...
Pese a que los cambios estéticos pueden parecer escasos –tanto que a primera vista los más llamativos son los faros antiniebla y las ópticas traseras-, lo cierto es que las dimensiones del vehículo han crecido. Al menos, ligeramente: el Optima ha ganado 1 cm de longitud (aplicado este centímetro sobre la distancia entre ejes), otros 2,5 cm de anchura y 1 cm de altura; de manera que el nuevo modelo mide 4,86 m de largo por 1,86 de ancho y 1,47 m de alto, con una batalla de 2,81 m.
La marca coreana se ha apoyado sobre la base mecánica y estética del modelo precedente para refinar un producto que ya estaba muy logrado de por sí; de manera que el nuevo Optima es sobre el papel un automóvil más eficaz, eficiente, seguro y confortable.
Y esto es así porque muchas de las mejoras incorporadas quedan fuera de la vista. Por ejemplo, el chasis ha sido notablemente reforzado, extendiendo el uso de aceros de alta resistencia desde el 20% anterior hasta el 50% actual. También aumenta en nada menos que otro 50% la rigidez torsional, sin perjuicio de una reducción de casi 9 kg de peso en el propio chasis.
Esta mayor firmeza estructural trae interesantes beneficios colaterales. El primero es el de la mejora de la seguridad ante posibles colisiones, reforzada además por la presencia de 7 airbags como equipamiento de serie. Asimismo, las mejoras realizadas sobre la aerodinámica -que rebaja su coeficiente hasta 0.29-, los paneles aislantes y los sellamientos, juegan en equipo para reducir los niveles de ruido y vibraciones, ofreciendo así una experiencia de conducción más agradable y silenciosa.
En Kia son muy conscientes de que, para hacerse un hueco en el mercado de las berlinas generalistas del segmento D, la palabra clave es “calidad”. Los responsables del desarrollo del Optima se han ocupado de elevar su calidad de fabricación, preservando e incluso mejorando al mismo tiempo la sensación de calidad visual del vehículo. Pero, dado que la mayoría de clientes de este tipo de coches exigen ese mismo nivel de calidad en el habitáculo, pasemos al interior del nuevo Optima para comprobar si está a la altura de lo que se espera.
Más "europeo" en todos los sentidos
Lo primero que notaremos al ubicarnos en el asiento del conductor es que el diseño del salpicadero ha cambiado por completo. No sólo tiene una apariencia más actual sino que, al dejar atrás la división entre la “zona de influencia” del conductor y la del acompañante, ahora la impresión de amplitud es superior. También ha mejorado la ergonomía del puesto de conducción, que reduce el número de mandos además de distribuirlos de manera más racional. Aunque no en todos los casos, ya que algunos botones (entre ellos el selector de modos de conducción) se sitúan tras la palanca de cambios, lejos de la vista y además son bastante pequeños.
Además de exhibir un aspecto sobrio y agradable, el habitáculo ofrece una notable sensación de confort y calidad de terminación (sin llegar a los extremos del Ford Mondeo Vignale y el Skoda Superb Laurin&Klement), aunque pueda fallar en algún aspecto como por ejemplo la cantidad espacios para dejar nuestras cosas. Considerando que no se trata de un automóvil premium, las superficies ofrecen buen tacto, como también lo hacen los diferentes mandos y botones; y en general contamos con acabados de buena factura salvo tal vez en la mitad inferior del habitáculo, donde desciende un tanto la calidad de los plásticos y revestimientos.
De todas formas, hay que tener en cuenta que esta unidad corresponde al acabado Emotion, el más completo y lujoso de la gama; pero hay que decir que desde el nivel más básico las sensaciones son muy positivas en este sentido.
Mucha atención a los pasajeros, pero no tanta a su equipaje
El ligero incremento de las dimensiones del vehículo se traduce en una mayor habitabilidad. La anchura ganada es de 2 cm en las plazas delanteras y 1,7 cm en las traseras, y al mismo tiempo la altura del techo se incrementa en 0,5 cm delante y 1,5 cm detrás.
Además, aquel centímetro extra de batalla da lugar a un mayor desahogo en las plazas traseras, si bien el espacio para las piernas nunca fue algo de lo que los pasajeros del Kia Optima hayan debido preocuparse nunca. De hecho, la distancia desde las rodillas hasta el respaldo delantero será enorme con independencia de cuál sea nuestra talla. La sensación de anchura está en la media del segmento, mientras que el techo sigue quedando algo más cerca de lo que nos gustaría; pero sólo tendrán que preocuparse quienes midan más de 1,85 m de estatura. La plaza central es tan angosta como de costumbre, con un mullido más duro en asiento y respaldo, una base más elevada que la de los asientos laterales y la incomodidad añadida de un túnel de transmisión que al menos no es tan prominente como en otros vehículos. Así pues, cuando el vehículo deba estar ocupado por cinco personas, mejor será reservar la plaza central para la más bajita del grupo. O para la menos afortunada en el sorteo.
El maletero también ha incrementado levemente su capacidad, subiendo de 505 litros hasta unos 510 litros que no le permiten escapar de la media del segmento. Al tratarse de una berlina de corte tradicional, el acceso al maletero se realiza a través de una tapa en vez de un portón. Esta característica, que limita bastante el aprovechamiento del espacio disponible, se ve compensada en parte por la relativa amplitud de la boca de carga.
El interior del maletero no presenta formas especialmente regulares, ni ofrece muchas posibilidades para dividir la carga más allá de enganchar una red a las dos argollas laterales. No hay espacios separados, aunque si levantamos el piso dle maletero (que, por cierto, no es muy rígido) podremos sacar cierto partido del espacio destinado a la rueda de repuesto, de tipo "galleta" en este caso.
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Claramente, el aspecto peor resuelto en el Kia Optima es del maletero, tanto por el escaso cuidado de sus revestimientos -que son de calidad algo pobre, cuando no dejan al descubierto alguna zona- como por su escasez de detalles prácticos. Y lo mismo puede decirse cuando, para aprovechar al máximo la capacidad de carga, toca abatir los asientos traseros. Para realizar esta maniobra, tendremos que abrir el maletero, hacer uso de los tiradores situados en su interior y, dado que éstos se limitan a desbloquear los respaldos, después tocará abrir las puertas traseras para abatirlos manualmente. Es una lástima que la gestión de la carga no esté tan bien resuelta como sí lo está el habitáculo; pero tengo esperanzas en que la próxima variante familiar Sportswagon solventará casi todas estas carencias.
Un motor, dos cajas de cambio y muchos kilómetros por recorrer
A día de hoy, el único motor disponible para el Kia Optima es el diésel 1.7 CDRi de 141 CV de potencia, evolucionado a partir de la anterior mecánica de 136 CV e idéntica cilindrada. Aunque no destaca ni por su respuesta a bajas vueltas ni por su estirada, cuenta como mayor virtud con una poderosa entrega de par a medio régimen: tendremos a nuestra disposición nada menos 340 Nm disponibles desde 1.750 rpm; buenas cifras para tratarse de un motor de cilindrada media-baja.
Este propulsor puede verse acompañado de una caja manual de 6 marchas o, como en el caso que nos ocupa, de una caja automática de 7 velocidades. Desarrollada dentro del propio grupo Hyundai, esta caja de doble embrague presenta un funcionamiento suave y más que correcto para el uso cotidiano.
Además del modo puramente automático, permite la selección manual de relaciones a través de las levas situadas tras el volante o haciendo uso de la propia palanca. Me ha convencido su lógica de funcionamiento, que favorece inteligentemente la zona en vez de obcecarse como otras cajas de la competencia (cof, DSG, cof) en llevarlo demasiado bajo de vueltas. Por buscarle alguna pega, tan sólo me ha parecido algo lenta cuando practicamos una conducción más agresiva y apuramos marchas. En cualquier caso, su comportamiento se verá influido por el modo de conducción que elijamos mediante el botón selector, y que no sólo afectará a la caja de cambios sino también a la sensibilidad el acelerador y la dureza de la dirección.
Tratándose de una berlina diésel, no es ninguna sorpresa que donde mejor se comporta el Kia Optima sea en la autopista. Aquí saca partido de la estupenda zona media del motor y del buen escalonamiento de la caja automática, con una séptima velocidad calibrada para que el propulsor gire en regímenes contenidos. Y también aquí sale a relucir la mejoría del aislamiento acústico del habitáculo, no sólo ante el ruido aerodinámico y de rodadura sino también frente al de un motor que no destaca por ser precisamente silencioso.
Pero no será hasta que nos desviemos hacia carreteras secundarias cuando podamos valorar adecuadamente el buen trabajo realizado sobre el chasis. Por un lado, el aumento de rigidez y la reducción de peso permiten afrontar giros rápidos con mayor efectividad y confianza; y por otro, el acertado ajuste de las suspensiones combina un buen confort en vías rápidas con la suficiente firmeza como para evitar que la carrocería se incline demasiado en cambios rápidos de dirección. Sigue siendo algo subvirador, con lo que conviene preparar bien la entrada a la curva si vamos a cierto ritmo, pero se muestra estable en toda la trazada una vez hayamos situado bien el vehículo.
Después de conducirlo durante una semana, me ha quedado claro que si bien Kia Optima sabe cumplir en toda circunstancia, hay que tener presente que su naturaleza es la de un devorador de kilómetros, no de curvas. Además, su motor diésel de 141 CV se muestra muy correcto en general, pero le falta elasticidad y músculo. Tampoco me ha convencido la dirección, que aun siendo suficientemente precisa, cuenta con demasiada asistencia e informa poco sobre el contacto de las ruedas delanteras con el asfalto.
Con todas las mejoras aplicadas, el Kia Optima ha mejorado su comportamiento dinámico en gran medida, pero tal vez no lo suficiente como para figurar entre las berlinas diésel de carácter más deportivo. A cambio, presenta importantes virtudes, como su buena calidad de rodadura, un destacable confort de marcha y unos consumos razonables para tratarse de un coche automático. El promedio obtenido durante nuestra prueba fue de 7,1 l/100 km, combinando como siempre tramos de ciudad, carretera y autopista. Sí hay que tener en cuenta que el cambio automático lo hace más sensible al tipo de vía, por lo que si en autopista es fácil rondar los 6 litros a velocidad legal, en cuidad podemos superar los 8 litros con cierta facilidad.
Bien equipado y con jugosos descuentos
El Kia Optima viene bien equipado de serie. El acabado básico, llamado Concept, trae 7 airbags, luces diurnas y antinieblas LED, llantas de aleación de 16”, climatizador bi-zona, sensores de lluvia y luces, freno de estacionamiento eléctrico y sistema de infoentretenimiento con navegador, pantalla de 7” y cámara de visión trasera.
Nuestra unidad de pruebas corresponde al acabado más alto de la gama, llamado Emotion. Este nivel de equipamiento incluye llantas de 18”, tapicería en piel, arranque sin llave, asientos delanteros eléctricos, asientos calefactados y refrigerados, volante calefactable, faros bi-xenón adaptativos, ópticas traseras LED, techo solar panorámico, sensores de aparcamiento, sistema de audio Harman/Kardon con 10 altavoces y pantalla de 8”.
Con todo este equipamiento, el Optima diésel automático tiene un precio de partida de 37.380 euros. A partir de aquí, el modelo que véis en las imágenes luce pintura metalizada, que cuesta 450 €, e incorpora el único paquete de equipamiento extra disponible para el acabado Emotion. Por 2.000 €, el Pack Luxury incluye asistente de frenada de emergencia con prevención de colisión frontal, detección de ángulo muerto, alerta de tráfico trasero, control de crucero adaptativo, asistente de aparcamiento con cámaras de 360º y un práctico cargador inalámbrico para teléfonos móviles compatibles.
Equipado al máximo, nuestro Kia Optima cuesta 39.830 €. Sobre este precio, la marca ofrece en el momento de realizar esta prueba un descuento de 7.656 euros, aplicable si financiamos la compra a través de Kia y entregamos un vehículo apto para el plan PIVE. En ese caso, el precio final se queda en 32.174 euros. ¿Os parece muy caro? Hagamos unas cuentas...
Para que os hagáis una idea aproximada, comparemos este Optima con otras opciones equiparables por mecánica y equipamiento. Un Volkswagen Passat con acabado Sport, motor 2.0 TDI de 150 CV, cambio automático DSG y todos los extras correspondientes, cuesta 43.905 euros (descuentos incluidos). Como véis, la diferencia de precio es realmente destacable. Si pensamos en un Skoda Superb con el mismo motor y cambio, acabado Laurin&Klement y un equipamiento similar, nos costaría 38.435 €. Y si considerásemos un Ford Mondeo Titanium 2.0 TDCi 150 CV Powershift con un equipamiento a la altura, el precio sería de 37.550 contando con el descuento de 5.600 euros que ofrece la marca.
Comprobadas estas cifras, se hace evidente que la relación precio/equipamiento del Kia Optima resulta… mmm... óptima. Y si a ello le añadimos las conclusiones extraídas durante nuestra prueba, no veo razón alguna por la que no debamos considerar a la berlina coreana como una digna alternativa a los modelos más habituales de su segmento; ya sea como opción de compra para usuarios particulares como para incorporarse a flotas de vehículos de empresa.
caracol con motor prehistórico a precio de generalista de calidad. para cuñados provincianos
#198 Una de dos, o eres pobretón y no tienes ni para un picanto o tienes un BMW todo premium el que te ha costado 10000 pavos más que el óptima y te jode ver lo bonito y bien equipado que está. Bueno hay otra opción, que seas bobo.
#199
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