¿Un urbano diésel, potente y barato? Existe, y se fabrica en la India
Por mucho que las ventas de automóviles por fin hayan vuelto a crecer en 2013, todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo. Aunque desde luego damos la bienvenida a estos signos positivos, lo cierto es la crisis económica que venimos padeciendo desde finales de la última década ha golpeado con dureza a casi todos los fabricantes de automóviles.
Pero ya se sabe que toda época de crisis es tiempo de oportunidades. Marcas como Citroën con su C-Elysée, Skoda y Seat con los “mellizos” Rapid / Toledo y sobre todo Dacia con los exitosos Sandero y Duster, han aprovechado la falta de liquidez de los compradores para lanzar modelos sencillos y económicos, los denominados "low cost". Estos automóviles sacrifican equipamiento y acabados, sin renunciar a una calidad de fabricación decente, con el fin de rebajar su precio de venta al público -argumento definitivo a la hora de conquistar a buena parte de nuestra sufrida clase trabajadora-.
Como ya nos explicó en su día Joan Dalmau en su estupendo videorreportaje sobre los automóviles low cost, existen dos caminos para vender coches a bajo precio. El primero, elegido por los fabricantes generalistas europeos, consiste en reaprovechar plataformas ya amortizadas y motores diseñados para otros modelos del mismo grupo. Tal es el caso del Dacia Sandero, claramente emparentado con más de una generación del Renault Clio.
La segunda vía es la elegida por Tata para el coche que hoy analizaremos: el nuevo Vista. A diferencia de otras marcas, que buscan la manera de renunciar a ciertos lujos sin quedar muy por debajo del umbral de calidad europeo, el fabricante indio se ha limitado a producir un coche barato en sí mismo. El Vista es desde luego un coche de bajo coste por diseño, materiales y acabados; algo bastante lógico si tenemos en cuenta que se fabrica en la India (y con los estándares de la India) para todo el mundo; y por desgracia ya sabemos el poder adquisitivo en su país de origen se encuentra a un nivel realmente bajo.
Más motores y más equipamiento para el Vista
No es la primera vez que en Coches.net nos ponemos al volante de un Tata Vista. Hace menos de un año tuvimos ocasión de ponerlo a prueba en la que por entonces era la única opción disponible, con el motor de gasolina 1.4 de 75 CV. Ya nos quedó claro por aquel entonces que, pese a sus carencias en muchos aspectos, la relación entre características y precio resultaba casi insuperable. Ahora, la marca india ha renovado ligeramente la apariencia exterior del Vista, cuya gama se divide en dos niveles de acabado e incorpora además la esperada variante diésel 1.3 de 95 CV.
Ningún otro utilitario diésel puede acercarse al precio del Tata Vista.
El Tata Vista es un automóvil urbano del segmento A que, por dimensiones exteriores (mide 3,80 m de largo) y habitabilidad, se acerca a bastante a lo que ofrecen los utilitarios polivalentes del segmento B. Podemos, pues, encuadrarlo en la misma liga de los Hyundai i20, Suzuki Swift, Toyota Yaris, Lancia Ypsilon y Nissan Micra. Con excepción de este último, todos ellos ofrecen versiones diésel. Lo que no ofrece ninguno es el precio del Tata Vista: podemos comprar un Vista diésel de 95 CV por un precio de 8.290 euros, contando con los 1.000 euros de descuento que aplica la marca -por desgracia, el Vista no puede acogerse al PIVE (sus motores gasolina y diésel superan el umbral de emisiones de 120 g) ni ahora tampoco al extinto PIMA Aire-. De todos los competidores mencionados anteriormente, el menos costoso es el Suzuki Swift, que por un precio de 16.137 euros sólo ofrece 75 CV de potencia.
La enorme diferencia de precio sorprende aún más si repasamos el equipamiento de serie del Vista más sencillo, con el acabado LS: faros antiniebla, airbags de conductor y pasajero, cuatro elevalunas eléctricos, asientos traseros divididos, aire acondicionado y radio-cd MP3 con USB y Bluetooth. El nivel LX (750 €), añade a lo anterior dos airbags laterales, llantas de aleación de 14”, regulación de altura del asiento del conductor, retrovisores eléctricos, radio-cd integrado con mandos en el volante y pomo de la palanca de cambios en cuero. Con todo este equipamiento, el Tata Vista LX diésel cuesta 9.040 euros. Nuestra unidad de pruebas, correspondiente a este nivel de acabado al que añade el único extra disponible, la pintura metalizada (150 €), tiene un precio de tarifa de 9.190 euros.
Por precio, el único y verdadero rival del Tata es la vedette low cost, el Dacia Sandero, que pese a resultar tres mil euros más caro que el Vista LS (11.400 euros con el motor diésel 1.5 dCi 90 CV) ofrece la posibilidad de acceder a los descuentos del plan PIVE. Aunque su equipamiento de serie es algo más limitado, el Sandero cuenta a su favor con con una mayor habitabilidad, una calidad de marcha superior y unos acabados algo mejores. Pero si el argumento número uno es el la relación entre espacio útil, prestaciones, equipamiento y precio, el Tata Vista sencillamente no tiene igual.
El mismo Vista de siempre
La discreta actualización del Vista afecta sobre todo al frontal del vehículo. El nuevo y prominente confiere un aspecto más armonioso al perfil del vehículo. La parrilla del radiador luce una serie de lamas cromadas, mientras que las ópticas delanteras modifican levemente su estructura interna. La vista lateral sólo difiere por las nuevas molduras de protección de las puertas. En la zaga, las enormes ópticas traseras acentúan cada sección con un sombreado negro; este mismo color color se ha elegido también para la nueva moldura situada bajo la luneta del portón.
Se nota que el control de calidad ha mejorado: el Vista recibe ahora más "cariño".
Los pequeños cambios que podemos ver en el interior no forman parte del restyling del Vista, sino que corresponden al equipamiento extra que incorpora el nuevo nivel LX. Todo permanece igual que antes, aunque se percibe un mayor cuidado en la instalación del habitáculo. Las piezas de plástico siguen siendo duras y en su mayoría de escasa calidad, pero quedan mejor encajadas, sin ruidos extraños ni crujidos con el vehículo en marcha. También las tapicerías aparentan haber sido colocadas por manos más expertas; esta vez ya no hemos encontrado rastros de cola blanca como en el anterior Vista. Se nota que el control de calidad ha mejorado y que el utilitario indio recibe ahora un poco más de cariño en la cadena de montaje.
Excepción hecha del bienvenido sistema de audio con CD, MP3, USB y Bluetooth que trae consigo el Vista LX, la disposición y calidad de los elementos del salpicadero no ha variado ni un ápice. Su diseño sigue resultando fresco y agradable a la vista; lástima que no se haya optado por resituar el cuadro de instrumentos, ubicado una vez más en el centro del salpicadero y cuya visibilidad desde el asiento del conductor deja que desear. Como dato curioso, no se ha cambiado ni siquiera la escala del cuentarrevoluciones, que como en el Vista de gasolina marca un límite de 8.000 vueltas.
La posición de conducción, erguida y elevada, sigue siendo recordando a la de un monovolumen, y muestra las mismas carencias de antaño: el volante queda demasiado lejos (sólo es regulable en altura) y se echa de menos la presencia de alguna superficie de apoyo para nuestro desconsolado pie izquierdo. Las butacas delanteras son relativamente confortables aunque ofrecen muy poca sujeción lateral. El asiento del conductor ahora sí permite regular su altura -siempre que elijamos el equipamiento LX-; el del acompañante, por su parte continúa disponiendo de un práctico cajón portaobjetos.
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Sin duda, el Tata Vista esconde en su interior la mayor de sus virtudes. Aquella curiosa silueta, tan abombada, otorga a este pequeño una habitabilidad digna de sorpresa: hay espacio más que suficiente para albergar a cuatro personas adultas, sin estrecheces, con bastante espacio libre para cabezas y rodillas. Esto último se consigue en parte gracias a aquel puesto de conducción elevado, que ahorra unos centímetros de longitud valiosísimos para nuestros pasajeros.
Pero del ingenio al milagro hay un largo trecho, y no podemos esperar que en un vehículo tan compacto sobre mucho espacio para equipajes. El maletero tiene una capacidad de 232 litros, suficientes para llevar las mochilas de los niños o para hacer la compra diaria en el supermercado. La capacidad de almacenaje también se ve limitada por la altura de la boca de carga y las formas irregulares del interior del maletero; aunque siempre podremos plegar los asientos traseros, contando con que no quedarán enrasados ni de lejos.
Motor de sobra para un coche como éste
Pongamos ahora en marcha el motor diésel del nuevo Vista; un propulsor que, al igual que su hermano de gasolina, tiene origen Fiat. Se trata de un cuatro cilindros common-rail turboalimentado de 1.248 cc y 95 CV de potencia máxima, asociado a una caja de cambios manual de cinco velocidades. Sus 20 CV extra sobre la versión de gasolina se hacen notar, y mucho: el Vista diésel se muestra perfectamente capaz de transportar a cuatro personas con una notable agilidad, y por fin sin temor a realizar adelantamientos.
A decir verdad, la sorprendente capacidad de aceleración del Vista diésel -más por sensaciones que según el cronómetro: hace el 0 a 100 km/h en 13,8 segundos- se debe en parte a que la caja de cambios monta unas relaciones muy cortas. Esta decisión
La caja de cambios de cinco velocidades monta unas relaciones muy cortas.
tiene sus propios inconvenientes. Con una primera marcha tan breve, la salida desde parado se hace un poco brusca, y con una retención bastante fuerte a menos que pasemos de inmediato a segunda. La quinta velocidad, lejos de suponer un desahogo a altas velocidades, obliga al motor a girar a casi 3.000 rpm cuando circulamos a 120 km/h de marcador. En consecuencia, al viajar por autopista pagaremos como peaje un cierto nivel de ruido en el habitáculo, leves vibraciones en el volante y, claro está, un consumo superior. Si bien el promedio homologado es de 4,9 l/100 km, nuestros cálculos apuntan (el Vista no tiene ordenador de a bordo, con lo que hemos tenido que hacer mediciones a la antigua usanza) un valor próximo a los 6 litros/100 km una vez finalizada la prueba que hemos realizado por toda clase de vías.
En cuanto a las relaciones de cambio tan cerradas, puede que los ingenieros de Tata hayan preferido elegirlas por el hecho de que este motor diésel Quadrajet, aún ofreciendo un buen pico de potencia, no destaca por su elasticidad. Por mucho que el par máximo esté disponible desde sólo 1.750 vueltas, lo cierto es que por debajo de ese régimen no hallaremos mucha vida. Cabe entender, por lo tanto, que se ha elegido mejorar las recuperaciones a costa de elevar el régimen de giro del motor; una decisión comprensible si recordamos que el Vista es, al fin y al cabo, un coche de clara vocación urbanita.
Hay otros dos aspectos que han ayudado a mejorar la experiencia de conducción del Tata Vista. Por un lado, las suspensiones parecen ahora controlar mejor el balanceo típico de este pequeño utilitario. No vayamos a pensar que ahora es ninguna “tabla”, pero -quizás gracias al empleo de unos muelles algo más duros- el control de las oscilaciones se muestra más eficaz; su respuesta sigue siendo algo blanda, pero sin llegar a incomodar a los ocupantes. Y también ha ganado puntos el tacto de la dirección, más precisa e informativa, dejando atrás aquella extraña sensación de tener en las manos un volante de videojuego.
Finalmente, la visibilidad sigue siendo tan buena en general como lo era antes. El puesto de conducción elevado y la abundante superficie acristalada garantizan el control de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Sólo fallan una luneta trasera algo pequeña y la falta de curvatura de la imagen reflejada por los retrovisores laterales.
Fiel al concepto de utilitario
Mientras el Vista de gasolina ya aportaba una relación entre precio y equipamiento realmente ventajosa, esta nueva versión de gasóleo dobla la apuesta de Tata para conquistar el mercado de los automóviles urbanos más económicos. No encontraremos en nuestro país ninguna oferta mejor para un coche pequeño con motor diésel de casi cien caballos; de hecho, las principales alternativas de otras marcas doblan su precio sin llegar a justificar del todo semejante desembolso.
Así las cosas, el Tata Vista diésel puede ser un auténtico chollo para personas sin complejos; para personas que no viven del “qué dirán”. Argumentos tendremos de sobra: precio de escándalo, mantenimiento económico, buena potencia y una habitabilidad por encima de la media. Si eso es lo que de verdad nos importa a la hora de comprar un utilitario, y no tanto el logotipo que luciremos en el llavero, puede que éste sea el coche que andábamos buscando.
yo lo tengo no llega al año y casi 30.000km y sin problemas estoy muy contento
Hola kike lo compraste nuevo ? Voy Lgo perdido de precios y tal