El salón Retromobile, que se celebra en París hasta este domingo, es el más importante de Europa dedicado a los automóviles clásicos. Se celebra en el Palacio de exposiciones de la Puerta de Versalles (el mismo que acoge el Salón de París) en los palacios 1, 2 y 3 y acoge stands de marcas, restauradores, subastadores, compra-ventas y todo tipo de negocios relacionados con el automóvil y el coleccionismo, desde recambios para clásicos hasta seguros, accesorios, libros, miniaturas y todo tipo de automobilia. El salón incluye además algunas exposiciones como las dedicadas a los vehículos con orugas de Adolphe Kegresse o a los Fórmula 1 "franceses".
Entre las marcas participantes, Renault era la más activa. La marca francesa está siempre presente en la muestra celebrando algún aniversario de sus modelos más populares y este año aprovechó para presentar el Filante 2025, un automóvil monoplaza de records 100% eléctrico del que tenéis más información en este artículo. Este automóvil de más de 5 metros de largo y apenas una tonelada de peso, de la que 600 kilos corresponden a una batería eléctrica equivalente a la del Renault Scenic, se ha expuesto en formato conceptual.
Próximamente, Renault creará dos unidades más como laboratorios rodantes para batir récords de eficiencia y velocidad para modelos eléctricos. Los vehículos se estudiarán en el túnel del viento y, posteriormente, a finales de mayo o principios de junio asaltarán una serie de récords que Renault mantiene en secreto hasta entonces. El Filante 2025 presidía el stand de la marca francesa junto con el Renault 40 CV de 1926, un automóvil cazarecords de 1926 desarrollado a partir del 40 CV de gran premio, pero modificado para su nuevo propósito.
El 40 CV iba propulsado por un motor de seis cilindros en línea y 9 litros de cubicaje, tenía el radiador desplazado a la parte trasera para estrechar la carrocería y un depósito de gasolina enorme entre el motor y el habitáculo para tener que parar lo menos posible en sus intentos de récord. Sin guardabarros, para mejorar la aerodinámica y con una carrocería de cuero sobre estructura de madera y alambre, el 40 CV fue llevado el 23 de febrero de 1926 al circuito de Linas-Montlhéry donde recorrió 100 km y 500 km a velocidades medias de 178 y 173 km/h. El 9 de julio regresó al anillo de velocidad con dos pilotos que, en 24 horas, recorrieron 4.167,578 km a una velocidad media de 173,649 km/h, pulverizando los récords intermedios de las 1.000 y 2.000 millas y 2.000, 3.000 y 4.000 kilómetros, en uno de los mayores éxitos para la marca.
Además de los vehículos citados, Renault exhibió tres coches inspirados en el pasado junto a sus inspiradores. La marca mostró el Renault 17 Electric Restomod, una unidad única eléctrica desarrollada por x-ora-ito para Renault, uno de los nuevos Renault 5 E-Tech y el Renault 4 E-Tech que se lanzará próximamente, los tres junto a un Renault 17 TS de segunda serie, un Renault 5 TL de primera y un Renault 4 Super, con su curioso portón trasero invertido, estilo pick-up, una versión de lujo del R4 que apenas se fabricó un par de años.
Las otras marcas presentes eran DS, que celebraba el 70 aniversario del DS original (que no era un DS como sabéis, sino un Citroën) y que exhibía una unidad del DS con el capó pintado de negro para que hiciera juego con el DS Nº8, también presente, Skoda, que celebraba sus 130 años con un stand en el que había numerosos modelos procedentes de su museo, Mitsubishi, con modelos de rally y de raid, Mercedes y Porsche, que consagraba este año la exposición a los 25 años de existencia del 911 GT3.
Restauradores, compra-ventas y subasteros
Entre los numerosos expositores de Retromobile destacan siempre las empresas de subastas, que organizan varias de ellas durante la celebración de la muestra, los restauradores, que exhiben sus mejores trabajos y las exclusivas firmas de compra-venta francesas, suizas, británicas o italianas que exhiben en la muestra automóviles a la venta con varios millones de euros en las tarifas. Gracias a ellos es posible disfrutar de la vista de modelos únicos de marcas de prestigio. Os aconsejo que echéis un vistazo pormenorizado a la galería de fotos que acompaña este artículo para disfrutar de las auténticas joyas sobre ruedas vistas en la muestra.
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Además, Retromobile supone el punto de encuentro para todo tipo de negocios relacionados con el automóvil y el coleccionismo. Este año había una galería donde diferentes artistas presentaban sus colecciones de pintura y escultura de tema automovilístico, numerosos puestos de libros, revistas, manuales de mantenimiento, pósters y todo tipo de literatura relacionada con los coches, miniaturas, desde mayoristas que venden miniaturas de quiosco a precios rebajados hasta marcas de prestigio como Spark y Schuco o artesanos como BBR, Arena, o Tron con pequeños stands que son paraísos para los coleccionistas.
Tampoco faltaron los expertos en piezas de recambios y accesorios, desde ropa a juego con los automóviles clásicos hasta emblemas, fundas protectoras, productos de limpieza u ofertas de seguros. Retromobile concentra también un espacio donde particulares y empresas de compra-venta de vehículos más mundanos (el espacio se anuncia con un menos de 30.000 euros que no deja lugar a dudas) ofrecen sus vehículos, desde clásicos populares a Youngtimers y donde los clubs de propietarios y aficionados tienen también su hueco para promocionar quedadas o actividades y contactar con nuevos socios movidos por una pasión compartida por una marca o un determinado modelo.
Exposiciones temáticas
Este año Retromobile consagró dos exposiciones a Adolphe Kegresse y a los Fórmula 1 franceses. En la primera, situada en el pasillo que va de los pabellones 1 al 2, se reunieron, algunos con una apropiada ambientación, una docena de vehículos de la marca Citroën transformados para utilizar en el eje motriz los sistemas de auto-oruga patentados por el ingeniero Adolphe Kegresse. Algunos de los vehículos presentes, procedentes de coleccionistas en su mayoría (alguno había de los que salen en este vídeo de nuestra visita al museo l'Aventure Citroën), participaron en la primera travesía automovilística del Sahara, en el crucero negro que atravesó África de norte a sur y en el crucero amarillo que cruzó, por primera vez el desierto de Gobi y las montañas del Himalaya, expediciones todas ellas financiadas por André Citroën.
La otra exposición reunía una docena de monoplazas de Fórmula 1 de todas las épocas con algún tipo de vinculación con Francia, desde la más absoluta (los Renault Turbo de principios de la década de 1980 conducidos por Jean-Pierra Jabouille, René Arnoux o Alain Prost) hasta los fabricados por constructores franceses pero con motores ajenos (Matra-Ford. Ligier-Judd o Prost), los motorizados por marcas francesas (Williams y Benetton-Renault, McLaren-Peugeot) y algunos simplemente conducidos por franceses como el Toro Rosso-Ferrari de Jean-Eric Vergne o el March-Ford de Henri Pescarolo.