El Salón de Tokio ha llegado este año a su 45ª edición. Las marcas locales han vuelto a ser las grandes protagonistas de una muestra que está lejos de presentar el glamour de Ginebra o la potencia económica de Frankfurt pero que permite comprender más de cerca la industria de un país tan desconocido como sorprendente, también en el terreno automovilístico.
Japón es un país muy especial y su mercado automovilístico también. Tiene, por ejemplo, una categoría 100% nipona, la de los kei cars, que se llevan la mitad de las matriculaciones. Son coches de hasta 3,5 metros de largo y 1,5 de ancho con motores que no pueden superar los 600 c.c.. Son modelos, por lo tanto, eminentemente urbanos cuyos propietarios no deben justificar que disponen de una plaza de aparcamiento para ellos.
Los kei car los fabrican esencialmente Suzuki, Mitsubishi, Honda y Daihatsu y aunque también hay kei car de Toyota, Nissan y Mazda, no son más que vehículos remarcados de los fabricantes citados en primer lugar. El resto del mercado se reparte entre monovolúmenes de todos los tamaños –también hay angostos monovolúmenes kei car-, berlinas tradicionales de las de toda la vida y algunos SUV aunque la fiebre por este tipo de vehículos está lejos de ser la que se vive por nuestros lares y en otros mercados que podrían parecer más próximos al japonés como el de Corea del Sur.
El mercado está copado por los motores de gasolina y las cajas automáticas. El diésel se deja para los camiones y las cajas manuales para los deportivos… de importación. Toyota domina el mercado con mano de hierro y más si le añadimos los números de Daihatsu, su marca participada, que lidera las ventas de kei cars por delante de Suzuki. Quienes más se acercan al líder son Honda y Nissan aunque a distancia.
¿Y las marcas extranjeras? Pues mal. Los fuertes aranceles que impone Japón a los productos importados hace que tener un coche de importación esté sólo al alcance de bolsillos pudientes –esencialmente los premium alemanes- o de algunos snobs capaces de comprarse un Renault Clio RS, que aquí se llama Lutecia, o, en el colmo de la originalidad, un Citroën C4 Cactus.
La poca presencia de las marcas europeas se ha puesto de manifiesto en esta edición del salón. Estaban presentes Volvo, con tres unidades del XC60 en un estand que pagó el importador, PSA al completo, con tres DS, tres Citroën (dos C3 de colorines y un Gran Picasso) y Peugeot, con cuatro coches, Renault, con otros cuatro (y el Mégane RS como gran reclamo), Volkswagen, con una gama bastante amplia, Arteon y Polo incluidos y las premium alemanas: Porsche, que trajo el Cayenne y el Panamera Sport Turismo, Audi, con A8 y RS4 Avant como vedettes, Mercedes, que empaquetó el AMG GT1 con destino a Tokio y BMW, cuyos Z4 y Serie 8 Concept y M5 debieron de compartir la barriga de alguno de los grandes cargo aéreos con el Mercedes desde Frankfurt a Narita.
Hace algunos años, las marcas europeas reservaban al salón de Tokio alguna de sus novedades anuales. Pese a la proximidad con Frankfurt, lo exótico del destino y sus intereses crecientes de la zona dejaban siempre algún caramelo para la cita nipona. Este año no. Las marcas premium europeas están más pendientes de vender coches en China, donde sí echan el resto de los salones de Shanghai y Pekin y reservan primicias mundiales para sorprender a los chinos, más numerosos, con más dinero fresco y, sobre todo, más infieles a las marcas locales que los japoneses.
Así pues, las marcas niponas coparon el protagonismo en Tokio, pero con una apuesta clara por los temas conceptuales. Novedades de serie pocas, muy pocas y la gran mayoría limitadas a su archipiélago y a la conducción por el lado equivocado.
La gran estrella
El Nissan Leaf era la gran estrella de la muestra. Pese a que ya se había presentado en un evento mundial aquí mismo hace unas semanas y que ya puede encontrarse en los concesionarios en Tokio –lo comprobé personalmente dejándome caer en el más chic de todos, en Akihabara-, el Leaf era el prota del stand de Nissan con sus diferentes techos contrastados (negro, azul oscuro o gris plomo) o sin contrastar, su ampliación (duplicación, en realidad) de autonomía, su motor más potente, su maletero más grande y su estética supermoderna de coche normal, como si fuera un Macro-Micra si me permitís la expresión.
El Leaf, que no olvidemos que es el coche eléctrico más vendido del mundo y de la historia (ni Tesla, ni gaitas, al menos de momento), llegará a España en enero, más o menos y en los próximos días le dedicaremos un video en exclusiva.
Pero el Leaf no estaba solo en el stand de la marca. Además de una versión Nismo que nos garantiza que los eléctricos también pueden Nismosearse y que, por lo tanto, electricidad y aburrimiento no tienen por qué ir siempre de la mano, Nissan presentaba otros dos modelos; el primero una tontería para los nipones, un Nissan Serena Nismo que vendría a ser como si Seat lanzara un Alhambra Cupra y la segunda, ojo a la segunda, el iMX.
Bajo esas siglas se esconde un concept car de un crossover coupé, es decir, un SUV deportivo con la plataforma y el motor eléctrico del Leaf. Porque está muy bien que el Leaf se venda estupendamente en todo el mundo pero el público, aquí, en los States e incluso en la gélida Noruega, tan receptiva ella al tema de los enchufes con ruedas, molan los SUV y, por lo tanto, lo más probable es que el próximo coche eléctrico de Nissan, con la misma base por un tema de lógico ahorro de costes, sea una especie de coqueto Qashqai enchufable. De momento es un concept-car, pero es muy posibilista en todos los sentidos, tanto a nivel estético como mecánico como, incluso, estructura, una vez convertidas las puertas tipo armario en otras convencionales.
En el stand de Toyota también había coches de serie. Uno en concreto, el enorme Century, el Rolls japonés. Bueno, no vale lo que un Rolls y cambia la madera de raíz de roble americano por cortinillas parasol de ganchillo pero no hay hombre de negocios japonés que sea pero que muy japonés que admita desplazarse en el asiento trasero de algo que no sea un Century. Y más desde que Nissan abdicó de seguir haciéndole la competencia con un armario empotrado similar que respondía al adecuado nombre de President. El Century lleva un V8 de gasolina híbrido, se mueve como si fuera una alfombra voladora –por el confort, que no por la velocidad- y estrena chasis, motor y estética. Ésta sigue siendo clásica, muy clásica y sí, con un aire Rolls en algunos detalles.
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Por lo demás, en Toyota conceptos raros de coches con inteligencia artificial capaces de decidir si conducen ellos o nos permiten hacerlo en base a nuestro estado de ánimo, servicios públicos, como el Japan Taxi, una especie de taxi inglés adaptado a las calles tokiotas y un bus fuel cell que empezará a circular con motivo de los juegos olímpicos de los que Toyota, por si alguien lo dudaba, es el partner en movilidad.
Ah, me olvidaba; y el TJ Cruiser. T por Toolbox o caja de herramientas y J por Joy o alegría. ¿Qué como combina eso? Pues en un crossover medio furgoneta, medio monovolumen medio SUV con pinta de que podría llegar a la serie con su motor híbrido de dos litros y que, si os tengo que ser sinceros, es de lo poco que me habría llevado puesto del salón. Me parece estupendo.
Al lado de Toyota estaba Daihatsu con apenas cinco concepts; un SUV pequeñito, muy molón que llegará a la serie ya, un monovolumen de seis plazas, 2+2+2, que es un tipo de coche muy popular en Japón, dos kei Cars de estos que parecen que hayan sido emparedados entre dos autobuses, uno para autónomos y otro, todo zen, para mamás estresadas y finalmente el Compagno, un cupé de cuatro plazas de líneas controvertidas –al natural gana bastante- que compartía escenario con otro Compagno, el original, de hace algo más de cuatro décadas y que era un hermoso cupé de los de toda la vida, con una carrocería de dos puertas y tres volúmenes.
Muchos concept cars
Concept cars a mansalva en el resto de marcas de allí. Mazda, por ejemplo, ofrecía dos. El Kai no es otra cosa que un anticipo de lo que será la próxima generación del Mazda3 que, s todo va como debe, aparecerá el año próximo. Morro muy puntiagudo, look muy cupé y una popa muy redondeada caracterizan a este concept que, como todos los que Mazda pinta en rojo, acabará fabricándose.
El otro ya no tiene el futuro tan optimista pese a que se llame Vision, nomenclatura que en otras marcas como Mercedes significa serie segura. En este caso se trata de un bonito cupé de cuatro puertas –los de dos parecen ya una especie en extinción- que, o bien inspirará al próximo Mazda 6 ya que es una nueva vuelta de tuerca al diseño Kodo de la marca, o bien, como desean los cientos de miles de wankelistas que siguen habiendo por ahí –igual no son tantos- podría recuperar el motor rotativo –Mazda es la única marca que apostó por él hasta hace no tanto- y concretarse en algo que podría llamarse RX9 cuyo destino sería pelear con aparatos como el nuevo Kia Stinger o el Audi A5 Sportsback, por citar algunos ejemplos de cupés de cuatro o cinco puertas de tamaño similar. Por cierto, ya que hablamos de Kia, de los coreanos ni rastro en Tokio. Ni en el salón ni en la calle. Ni uno.
Mitsubishi ha lanzado en Tokio el Eclipse Cross, ese hermano mayor del ASX y menor del Outlander que aterrizará en España antes de que acabe este año. Su principal atractivo era, no obstante, el e-Evolution. Como todo lo que empieza por e se trata de un coche eléctrico, pero, en este caso, con ganas de llamar la atención. El aparato recupera el nombre de Evolution, prestado por los ya jubilados Lancer de rallys, de manera que el coche es una especie de SUV de altas prestaciones con carrocería coupé. Un X4 M para entendernos rápido. Mitsubishi no ha dicho que vaya a fabricarlo pero para una marca que se ha especializado en SUV, al menos en Europa –en Japón tiene monovolúmenes y cosas de esas chiquitinas- este coche sería un tope de gama adecuado y muy interesante, en eléctrico, en híbrido enchufable o en lo que buenamente deseen.
Otra marca con pasado en los rallys es Subaru que presentaba dos pares de novedades y un concept. Vamos a pares y nunca mejor dicho. En el tema serie, dos series limitadas del BRZ STi –sí, sí, en Japón hay un BRZ STi- y del WRX STi, ambas a adjudicar por sorteo entre los que se postulen como posibles compradores. En el apartado conceptual sobre bases de serie, un Impreza deportivo, con un toque amarillo un poquito “especial” y un interesante XV, que llega a España en diciembre, convertido en un coche aventurero, con tienda de techo y botas –perdón, neumáticos- para el barro.
Y el concept. Se llama Vizig y si lo pintamos de azul y le ponemos llantas doradas hará caer la baba a los miles de subaristas del mundo mundial. Es una berlina deportiva de raza que, además de un ejercicio de estilo, es una declaración de intenciones; Subaru seguirá apostando por este tipo de coches en el futuro. No todo van a ser SUV, caramba.
Las tres que quedan
Nos quedan tres. Lexus mostraba un concept car, el LS+ que es eso, un LS (el nuevo debutaba a nivel japonés en la muestra y nosotros lo probaremos en diciembre) pero más. Más en diseño, sobre todo, más extremado si cabe, aunque uno no acaba de entender la necesidad de extremar una berlina de lujo, sobre todo cuando acaba de salir al mercado y no hay visos de sustitución inmediata. En cualquier caso, bonito era.
La penúltima es Honda. Vamos con la serie: Legend Híbrido, sólo para ellos y es una pena porque es una berlina con una pinta excepcional y conceptos eléctricos. En Frankfurt vimos el EV Concept, una de las estrellas del salón a juzgar por el éxito que tuvo entre el público por su indudable simpatía. A esta especie de Civic de primera generación reinterpretado y electrificado le ha salido un compi de aventuras, un EV Sports que se inspira en el Honda S 800 de hace unas cuantas décadas y que, al utilizar la misma base que el EV, un nuevo chasis desarrollado desde el inicio sólo como plataforma eléctrica, podría perfectamente acabar en la serie como su hermano. Eso sí, con ventas algo más modestas dado el planteamiento del aparato. Pero chulo es. Y mucho.
Y finalmente Suzuki, que nos dejó con la miel en los labios. Se había especulado mucho con la posibilidad de que viéramos en Tokio un nuevo Jimny, que llegará, tranquilos y no tardará mucho. Al final no estaba. En su lugar había diferentes variantes de un kei car llamado XBee, o sea, Crossbee, que no llegará a Europa y que es un cruce entre un SUV y un monovolumen de bolsillo, versiones también conceptuales – conceptuales, pero con precio de tarifa así que imaginaros si son conceptuales- de otro kei de estos angostos llamado Spacia y el Survivor, o Superviviente, llamado así, posiblemente por ser un rara avis. Y es que el cochecito es una especie de Jimny biplaza descapotable con sistema de propulsión eléctrico y una carrocería de materiales superligeros pero conservando un chasis de largueros y travesaños para escalar sin problemas hasta donde fuera menester. Con que el nuevo Jimny se le parezca, contentos estaremos.
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