Probamos el nuevo BMW Serie 2 Active Tourer en su versión diésel. Este monovolumen se renueva al completo e incorpora nueva tecnología, acabados y equipamiento derivados de otros modelos de la firma bávara.
Han pasado 8 años desde que BMW presentó su monovolumen Serie 2 Active Tourer, cuyas ventas, sin ser boyantes, sí han sido suficientes como para cubrir la presencia de BMW en este sector de los coches familiares. Ahora, BMW nos presenta la segunda generación, con la misma filosofía de coche familiar Premium, pero con importantes cambios. Estamos ante un nuevo Serie 2 Active Tourer, nuevo chasis, nuevos motores, cambios estéticos y nuevo interior. Vamos a dar un rápido repaso a todo ello.
El Serie 2 Active Tourer no es un superventas, pero hay que tener en cuenta que está dentro de un segmento, el de los monovolúmenes, con muy poca demanda. Además, es un modelo que se posiciona un escalón por encima de sus rivales. Porque el que quiere un familiar de este estilo con acabados y equipamiento de lujo, tiene poco donde escoger. El Serie 2 Active Tourer ha sido hasta ahora una excelente opción y va a seguir siéndolo después de los cambios recibidos.
Veamos: de entrada, la plataforma es nueva, y ha permitido introducir en la gama nuevos motores híbridos enchufables, además de la oferta en gasolina y diésel, y también se ha modificado el diseño de la carrocería, que es más aerodinámico.
Ahora es más aerodinámico
El Pilar A está más inclinado, y la nueva parrilla, con los dos enormes riñones típicos de BMW, es de tipo activo, se abre o cierra según interese. Los faros también son nuevos, son más finos y tienen tecnología LED. Otro detalle son los tiradores de las puertas enrasados, muy bonitos pero quizás poco prácticos, a veces resbalan.
Destacan también las nuevas llantas, que pueden ser de hasta 19 pulgadas en opción, con un estilo más deportivo. BMW ha querido dar un mayor grado de emotividad a este coche
El coche es ahora más largo, ancho y alto. Mide 4,38 de largo, 1,82 de ancho y 1,57 de alto.
Se vende con motor de gasolina de 3 cilindros y 1.5 litros ( podéis escoger entre las versiones 218i con 136 CV y la 220i con 170 CV) y hay una única versión diésel disponible, la 218d con motor de 2 litros de 4 cilindros y 150 CV, que es precisamente esta que estamos analizando.
Y pasado el verano llegará a España la nueva versión híbrida enchufable 225 XDrive, con motor de gasolina de 3 cilindros de 136 CV y motor eléctrico de 80 KW. En este híbrido enchufable el motor eléctrico se monta en el eje trasero y el térmico en el delantero, por lo que se consigue así la tracción integral XDrive, sin necesidad de un árbol de transmisión.
Todos estos propulsores (gasolina, diésel o PHEV) van unidos a una caja de cambios automática Steptronic de 7 velocidades.
Doble pantalla curva
El interior es completamente nuevo. Lo más destacado es el Curve Display o doble pantalla digital, un diseño que deriva del que ya hemos visto en el BMW iX (enlace a la videoprueba del BMW iX). Estas dos pantallas tienen más de 10 pulgadas de diámetro, y parecen estar unidas en una sola. Una sirve como cuadro de instrumentos y la otra es la del sistema de infoentretenimiento, lo habitual.
La primera impresión es muy buena. Al darle al contacto (mediante botón) se encienden las dos pantallas ofreciendo gráficos e información muy elaborados, muy a la vista del conductor. Solo en algún punto en el que nuestro ángulo de visión coincide con el aro del volante podemos perder algo de información de forma instantánea, pero el resto se visualiza de forma perfecta.
El cuadro de instrumentos es configurable, cambia sus gráficos e información en función del programa de conducción elegido: Efficient, Personal o Sport. La pantalla de la derecha es digital, y con ella se maneja todo el sistema de infoentretenimiento del coche. El procesado de la información es rápido, y los menús son intuitivos. La idea de BMW ha sido la de eliminar en lo posible pulsadores y botones repartidos por el salpicadero, y simplificarlo todo en las pantallas. Esta es una tendencia al alza, en parte, todo hay que decirlo, porque ayuda a reducir costes de producción. De hecho, en este coche no hay mandos para el climatizador: hay que subir y bajar la temperatura a través de la pantalla, un aspecto que a no todo el mundo le gusta, pero a lo que hay que ir acostumbrándose.
La consola central también merece un análisis aparte. El diseño es flotante, ofrece dos niveles: uno inferior, en el que podemos colocar objetos mientras conducimos, que cuenta con un hueco en su parte delantera para poder cargar el teléfono de forma inalámbrica; y otro superior, que prolonga el apoyabrazos con un grupo de pulsadores que incluyen el botón de arranque, el de emergencia, el pulsador de modos de conducción (My Modes), la ruedecilla para el volumen de la radio y la pequeña palanquita (casi ridícula) del selector de marchas. Desaparece el magnífico “joystick” característico de BMW, que durante tantos años nos ha acompañado.
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Muchas de las funciones que podemos activar cuando conducimos pueden hacerse por órdenes de voz, un sistema que BMW ha querido perfeccionar en este coche. La postura de conducción es confortable, los asientos recogen bien el cuerpo (opcionalmente pueden ser de tipo deportivo y con masaje) y la visibilidad es excelente. Equipa un Head up Display que facilita la consulta de la información básica mientras conducimos.
Los acabados, la atención al detalle y el equipamiento (equipo de sonido Harmann Kardon incluido) están en la línea de lo que esperas en BMW (y se paga).
Espacio y funcionalidad atrás
En las plazas traseras hay buen espacio, lógico en un monovolumen para familias, y cuentan con la funcionalidad de poder reclinar los respaldos para mayor comodidad y poder deslizar la banqueta 13 centímetros para ampliar la capacidad del maletero de forma puntual. No puede faltar un apoyabrazos, aunque el pasajero de la plaza central se ve perjudicado por el típico túnel de transmisión que molesta para mover las piernas. Tampoco faltan unas buenas rejillas de ventilación y dos tomas USB C.
El maletero ofrece 470 litros, ampliables a 1.455 litros; es una capacidad similar a la que ofrecía la anterior generación de este modelo. Cuenta con un doble fondo, muy grande y aprovechable. También ofrece 4 ganchos, toma de 12 voltios y dispone de huecos en los laterales, uno de ellos con rejilla.
En el Serie 2 Active Tourer encuentras un monovolumen con el tacto al volante típico de la marca y con un rodar excelente. Pisa muy bien, está muy bien insonorizado, no hay vibraciones ni ruidos y las suspensiones son confortables.
Es un monovolumen muy agradable de conducir. El tacto general del coche es excelente, partiendo del grosor y forma del volante hasta la forma en la que gira y entra en la curva, con total aplomo y seguridad. Es un tacto muy BMW.
Motor diésel muy competitivo
El motor diésel no vibra, no hace ruido, es muy lineal, empuja bien a todo régimen… la evolución de la tecnología diésel en BMW es sorprendente. Lástima que esta tecnología esté en desuso, porque en comparación, la versión de gasolina no es superior a esta; Y la híbrida enchufable sí que se le acerca, pero resulta demasiado compleja tecnológicamente. El diésel de toda la vida es el motor más conseguido.
Este motor funciona perfecto entre las 1500 y las 2500 vueltas, que es donde ofrece su mayor cifra de par, y sube hasta las 4000 rpm, aunque a partir de ahí se “muere”. Si llevamos el coche a medio régimen y jugando con el cambio, es divertido y eficaz. El cambio automático de 7 velocidades, de tipo doble embrague, es suficientemente rápido y amplio para garantizar que llevamos el coche en el régimen adecuado.
En cuanto a consumo, gastó una media de 5 litros a los 100, prácticamente la cifra homologada, solo unas décimas por encima. Es un buen consumo, ayudado por la microhibridación, que lo confirman como una versión muy competitiva en cuanto a coste de uso diario.
Precio: 37.699 euros es lo que vale la versión básica de este Active Tourer con motor diésel, 218 d.
La versión que os he presentado, con acabado M Sport, cuesta 41.899 euros. Con extras como las llantas deportivas y el Premium package, que incluye acceso sin llave, la bandeja Wireless para recargar el móvil o los faros led adaptativos, entre otros, cuesta 47.102 euros.
Creo que los rivales de este coche son los SUV de marcas generalistas y el Mercedes classe B. Yo tengo el anterior 218d, y muy contento con él. Lo de conducción deportiva, ni de coña, pero suficiente para pasar bien las carretera de curvas. Mejor que los SUV que he probado. El motor, muy agradable, con más de 100.000 km y al estar parado es difícil saber si está en marcha o no, por lo poco que vibra y suena. Y la habitabilidad por el espacio exterior, muy buena (importante para los que tenemos plaza de aparcamiento antigua).