El Porsche Panamera y el Mercedes AMG GT son los dos coches más deportivos de este segmento. Mercedes vende también el CLS 53 4 Matic pero no es lo mismo (primer contacto en video con este modelo). Pierde la quinta puerta y se queda en 435 CV. Si nos vamos a más de 500, Audi no tiene un S7 de este tipo (el más potente tiene 349 CV y es … diésel) aunque lo tendrá pronto, seguramente con el motor del nuevo Audi S8 (más información en este enlace) y BMW acaba de presentar el Serie 8 Gran Coupé (más información en este enlace) del que habrá una versión M8, no disponible todavía.

Así pues, el Panamera Turbo de 550 CV y el AMG GT de 585 en su versión base y de 640 en la versión S, que es la que hemos probado, son lo más de lo más (enlace con la primera prueba del AMG GT en Estados Unidos en este enlace). No hay que olvidar, por cierto, que dentro de la gama Panamera hay una versión Turbo S E-Hybrid con 680 CV (prueba en video en este enlace) y que, además de esta versión Sport Turismo, que podemos considerar cómo el Panamera “familiar”, existen la variante de carrocería normal y la versión Executive, de batalla larga que se va, ojo, a 5,20 metros.
Ya que hablamos de dimensiones, nuestros dos coches están casi empatados. Miden, ambos 5,05 metros de largo. El Porsche mide 1,93 de ancho, seis cm más que el Mercedes y en altura, el AMG es 2 cm más alto. La distancia entre ejes (2,95 metros) es coincidente y en el tema del peso, el Porsche pesa 10 kilos más, una nadería en dos modelos que se van a los 2.100 kilos. Son muchos kilos, evidentemente, pero es lo que toca en modelos de motor V8 con la cantidad de tecnología embarcada de que ambos disponen.
450.000 euros entre ambos
Estamos antes dos coches de elevadísima potencia y de precio astronómico. El Porsche, con sus 550 CV cuesta 185.037 euros y el Mercedes, con 640 CV, 195.000 euros, aunque nuestra unidad, correspondiente a la versión de lanzamiento Edition One costaba 218.496 euros sin opciones. Los precios de las unidades probadas superaban con creces los de tarifa. El Porsche, por ejemplo, llevaba los asientos traseros de confort, los cristales sobretintados, las cámaras periféricas, el paquete decorativo en negro brillante, el pack Chrono Sport o la dirección a las cuatro ruedas, por ejemplo, mientras que el Mercedes montaba, entre otros elementos, los frenos carbono-cerámicos, de manera que el precio superaba los 200.000 euros en el caso del Porsche y se acercaba a los 250.000 en el caso del Mercedes.
Ambos montan motores de 8 cilindros en V y cuatro litros de cilindrada situados en posición frontal y ambos recurren a la sobrealimentación para alcanzar los citados 550 y 640 CV. Si en potencia la diferencia es notable, en la cifra de par, el Mercedes, con 900 Nm le saca 130 a su rival, aunque también es cierto que el Porsche llega al par máximo a un régimen inferior.
Los dos disponen de cajas de cambios automáticas, de ocho marchas en el Panamera y de nueve relaciones en el AMG GT y los dos disponen de suspensión neumática que permite modificar la respuesta de la misma y, por lo tanto, endurecerla a la hora de afrontar una conducción deportiva tanto en carretera como en circuito. Finalmente, ambos disponen de tracción a las cuatro ruedas permanente a las que el Porsche añade las ruedas traseras directrices, previo pago de 2.335 euros y el Mercedes cuenta con bloqueo electrónico del diferencial trasero. El AMG monta, además, llantas más grandes, de 21 pulgadas, correspondientes a este acabado Edition One mientras que las de serie del Porsche son de 20 pulgadas. Lo que si es coincidente es la anchura de las gomas con 275 en el eje delantero y 315 de anchura en el trasero en ambos casos.
Con cifras similares, los rendimientos y las sensaciones no pueden ser muy diferentes. El Mercedes reivindica 315 km/h. de punta por 304 del Porsche y en aceleración, el Panamera acelera de 0 a 100 km/h. en 3,8 segundos y el AMG en 3,2. Estas diferencias son lógicas si tenemos en cuenta que el peso de ambos es casi idéntico y que el Mercedes tiene 100 CV más bajo su pedal derecho.
El motor del Mercedes es sencillamente excepcional. Más allá de su extraordinaria potencia, lo que más sorprende es su capacidad para acelerar y recuperar desde cualquier régimen con solo presionar el acelerador. Es una respuesta inmediata, llena, profunda, con un empuje impresionante desde abajo, incluso en marchas largas. Es realmente un propulsor brutal, que parece sacado de un coche de carreras y que abruma por su rendimiento.
El del Porsche es también un motor muy potente, que empuja mucho pero que no tiene ni la contundencia ni la continuidad del motor AMG. Llega antes a la plenitud en la entrega de par, pero acelera claramente menos y, sobre todo, no tiene la contundencia a medio régimen de los 900 NM que el Mercedes entrega en mitad del cuentavueltas. De todas maneras, el del Porsche es un motor impresionante que tiene, además, la particularidad de que gasta menos.
Los consumos homologados son de 10,6 litros en el Porsche y de 11,3 en el Mercedes. Por supuesto, os podéis olvidar de ambas cifras que sólo se consiguen igualar cuesta abajo en autopista. Los consumos de ambos están más cercanos a los 15 litros que a los 10 si los conducimos con sensatez y se dispararán hasta 20 con facilidad si abusamos un poco del gas. Lo que sí es cierto es que, a igualdad de trato, el Porsche gasta menos. Y también es un poco más ágil.
Las cajas de cambios son similares. Las dos son rápidas y las dos están pensadas para sacar el máximo partido a los motores. El hecho de tener 8 y 9 marchas les permite que los desarrollos hasta séptima sean cortos y eso impide que haya saltos importantes al pasar de una marcha a otra y que mantengamos siempre el motor en su régimen ideal. Acelerar con ambos es impresionante, pero da la sensación de que la caja del Porsche controla mejor la potencia que la del Mercedes (también es cierto que hay menos par que gestionar).
En modo manual, con las levas, ambos responden con gran rapidez tanto al subir como al bajar marchas, pero parece que la caja del Porsche es ligeramente más rápida y ligeramente más refinada. Esa explosividad del motor del Mercedes se nota también en este apartado y da la sensación de que su cambio sufre más ante tamaña caballería desbocada y que en el Porsche motor y cambio funcionan más a la una.
El Mercedes-AMG es más radical
Por lo que se refiere al comportamiento, el Mercedes es un coche más radical. Tiene un chasis con una suspensión que tiene un poco más de recorrido y eso hace que balancee y cabecee más que el Porsche, que gira más plano. Además, da la sensación de que el Mercedes es menos equilibrado. En la entrada de las curvas, el Porsche, que parece que subvire ligeramente al inicio, entra perfectamente en las curvas mientras que, con el Mercedes, hace falta "apuntar" mejor.
Los dos son igual de pesados (mucho) pero, una vez en marcha, parece que el Panamera pese 500 kilos menos. Y no es que el Mercedes sea torpe, en absoluto, ya que ofrece el comportamiento y las inercias propias de un coche de su peso. El que sorprende es el Porsche del que se espera algo parecido y en cambio da la sensación de ser un coche más pequeño y más ligero por como se posiciona y como traza las curvas.
En cualquier caso, ambos son coches muy estables. En autopista no hay diferencias de confort (ambos proporcionan mucho), aunque el Porsche suena menos y en carreteras de montaña, el límite lo ponen el tamaño y las inercias, sobre todo en el caso del Mercedes, ya que motores, cambios y suspensiones trabajan perfectamente a cualquier velocidad.
El Mercedes calza de serie unos frenos compuestos, pero no carbono-cerámicos. Esta es una opción que ofrecen ambas marcas por un precio similar, ligeramente superior a los 10.000 euros. Nuestro Mercedes, los llevaba montados, pero no encontramos grandes diferencias. Los dos frenan mucho y muy bien de manera que los carbono-cerámicos y salvo si vamos a meternos en circuito, son prescindibles.
Estamos, en definitiva, ante dos coches pensados, sobre todo, para vías rápidas y para carreteras nacionales donde ofrecen un confort muy elevado en sus respectivos modos de suspensión menos firmes. En este tipo de vías resulta difícil incluso mantenerlos por debajo de los límites de velocidad ya que, prácticamente los alcanzan a punta de gas. En autopista, ambos ruedan a 120 km/h a muy bajas revoluciones y, en el caso del Mercedes, sólo con cuatro cilindros ya que dispone de desconexión de la mitad del motor cuando no se requiere tanta potencia.
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En carreteras de montaña, ambos imponen tanto la potencia de sus motores como unos chasis muy bien puestos a punto, pero les falta algo de agilidad ya que las más de dos toneladas se dejan notar. El Mercedes es, en líneas generales, más explosivo, más radical tanto en la respuesta de su motor como en su comportamiento dinámico mientras que el Porsche es más equilibrado, menos explosivo, pero más racional. Y resulta curioso ya que, a primera vista y teniendo en cuenta la filosofía de ambas marcas, habríamos jurado que sucedería al revés.
Vámonos al interior
En cualquier caso, son dos coches de rendimiento espectacular, como espectaculares son, también, sus habitáculos. En las plazas delanteras, el Mercedes es más vistoso, con sus dos grandes pantallas de serie. Los asientos de esta versión, de corte deportivo, sujetan muy bien el cuerpo y resultan cómodo, pero entrar y salir del coche, más bajo y con estos asientos con contornos tan marcados no es fácil.
Una vez dentro, no hay problema para encontrar una posición de conducción cómoda, aunque esta será obligatoriamente bastante estirada ya que el AMG es un coche bajo. La regulación del asiento, con los mandos en la puerta, es muy cómoda. El volante tiene el grosor adecuado (y una marca central para cuando derrapemos en circuito) y toda la banda intermedia está recubierta de un material que imita el carbono.
La tapicería de cuero, roja en este Edition One es de mucha calidad y el salpicadero está también recubierto de cuero. La instrumentación está integrada por una gran pantalla en la que podemos disponer la información como más nos guste y, al lado, hay otra pantalla enorme para el navegador y el equipo de información y entretenimiento. Y sí, también para la mayoría de regulaciones de la climatización, para el masaje de los asientos y para la conexión o desconexión de las ayudas a la conducción, la regulación de las mismas y la creación de los modos individuales de ajuste del coche.
La calidad de resolución de estas pantallas es muy elevada pero la pantalla central no es táctil y hay que manejarla mediante un trackpad en la consola que no nos gustó mucho o con dos pequeños botones en el volante, en ambos brazos, que van un poco mejor, aunque hay que acostumbrarse a su sensibilidad. Al menos, permiten navegar por los menús sin apartar en exceso la vista de la carretera, pero hubiéramos preferido una pantalla central táctil, sinceramente.
En el Mercedes faltan huecos para vaciar los bolsillos y hay numerosos botones de gran tamaño en la consola central para cambiar el modo de conducción, incrementar el sonido, elevar el alerón, endurecer la suspensión... todo menos accionar el freno de estacionamiento, que está situado a la izquierda del volante, en una posición menos cómoda.
El Porsche es más sobrio, con un acabado tan bueno, sino más que el de su rival y con unos asientos que también sujetan muy bien. Como en el Mercedes, las regulaciones del volante y de los asientos son eléctricas aunque las del asiento del Porsche están en la base del propio asiento, una posición menos intuitiva que en la puerta.
El Panamera tiene una posición de conducción menos estirada y un poco más holgada en altura, con unos asientos menos extremos que el Mercedes pero que también recogen bien el cuerpo. La instrumentación combina elementos analógicos (cuentarrevoluciones en el centro) con otros digitales que pueden configurarse y mantiene una pantalla central bien situada y-esta sí- táctil, para gestionar audio, navegación y todos los parámetros del coche. La climatización, por su parte, mantiene una serie de botones para no tener que pasar por la pantalla.
En la consola central, junto al cambio, encontramos el freno de estacionamiento, mandos para la calefacción y la ventilación del asiento y, como en el Mercedes, los botones para la desconexión del ESP y la regulación de la suspensión pilotada. En el Porsche hay algún hueco más para objetos (no mucho más), tenemos un volante redondo y no achatado (afortunadamente) y, eso sí, el mando giratorio de puesta en marcha desplazado al lado izquierdo del volante, como siempre en la marca.
Ambos coches permiten elegir entre unas plazas traseras para dos o para tres ocupantes. En nuestro caso, ambas marcas configuraron ambas unidades para tres. Bueno, al menos eso es lo que daba a entender la presencia de tres cinturones de seguridad. La realidad es muy simple. En las dos plazas exteriores, se va mejor en el Porsche, que es un poco más alto y permite también un acceso más fácil.
Por lo que respecta a la plaza central, olvidaros de ella en el Panamera ya que no sirve ni para un niño puesto que tiene un túnel de transmisión con una consola que evita que pueda utilizarse. La del Mercedes, sin ser en absoluto cómoda, puede utilizarse en caso de emergencia pero, difícilmente por un adulto.
Por lo que respecta al maletero, la ventaja del Porsche es clara debido a que hemos elegido su versión Sport Turismo, lo que vendría a ser, un Panamera Break. Tiene una capacidad de maletero más grande, con 520 litros (un Panamera normal tiene 495) por 461 del Mercedes. Ambos tienen cinco puertas, pero mientras que el AMG presenta un plano de carga muy alto, en el Panamera es casi 20 cm más bajo lo que facilita la carga y descarga de bultos muy pesados.
Si nos pusiéramos a hablar de los equipamientos y los precios de los opcionales de ambos no acabaríamos. Sólo os diremos que el Mercedes está más equipado de serie, algo lógico si tenemos en cuenta que el nuestro es un Edition One y que cuesta 30.000 euros más pero también diremos que es casi un insulto, con perdón, que en el Porsche te cobren aparte la cámara de visión trasera o que ambos dejen como opción algunas de las ayudas a la conducción que marcas generalistas ofrecen de serie en algunos modelos. En cualquier caso, cuando hablamos de precios próximos a los 200.000 euros, 50.000 euros arriba o abajo no tienen ninguna trascendencia.
En definitiva, que resulta muy complicado pronunciarse sobre cuál de estos dos coches es mejor. El Porsche tiene unas plazas delanteras más holgadas, un interior más sobrio, un maletero más grande y utilizable, un chasis más equilibrado y un acabado de más calidad. El Mercedes tiene un motor impresionante, una tercera plaza trasera utilizable, un habitáculo de diseño espectacular y un sonido que enamora. Son dos coches muy distintos pero que llegan casi al mismo resultado partiendo de premisas diferentes.
En definitiva, que si tenéis la inmensa suerte de plantearos la compra de cualquiera de los dos, nuestro consejo es que, teniendo en cuenta que no existen carreteras en España donde ambos puedan ser llevados al límite de sus cualidades, comprar el que más os guste. Así de simple.
Me quedo por diseño con Porsche. Por motor claramente con Mercedes. En esta prueba.