Mitsubishi le ha dado un giro a su Mitsubishi Outlander 200 MPI al que -según la marca- se le han aplicado más de cien mejoras tanto de diseño como de chasis. Desde luego no las citaremos todas, pero sí las principales para demostrar que el “retoque” que se le ha dado ha sido importante, hasta el punto que la marca defienda que “se trata de un nuevo coche", algo que ya es más discutible. Y más teneindo en cuenta que ya se trabaja en la próxima generación de este modelo.
Objetivos conseguidos
Tras la presentación Mitsubishi Outlander 2016 con motor diésel y la renovación del PHEV (aquí os presentamos una comparativa en vídeo de las versiones diésel e híbrida), la gama se completa ahora con el 200 MPI 2WD CVT disponible sólo en el acabado Motion y que ha permitido rebajar de manera muy significativa el precio de acceso a esta gama. Esta versión de acceso a la gama, está dotada, como su nombre indica con motor de gasolina, cambio automático CVT con levas en el volante y tracción delantera y sólo se vende con cinco plazas.
El nuevo Outlander de gasolina dispone de un propulsor de dos litros de cilindrada con 150 CV de potencia y un par máximo de 195 Nm. Con este motor, el Outlander pesa 1.430 kg -155 kg menos que el diesel- con lo que consigue una mayor agilidad y unas prestaciones parejas al propulsor del 220 DI-D. Mitsubishi anuncia un consumo medio de 6,2 litros cada 100 km y 144 gr/km de CO2. Veremos en cuanto queda el consumo real tras realizar nuestra prueba.
Cambios
El Outlander es cuatro centímetros más largo que la versión anterior –aunque es la única cota que varía- e incorpora novedades estéticas que lo identifican. Recibe un nuevo frontal en el que destaca una nueva parrilla rodeada de elementos cromados, aletas delanteras de nueva factura, luces diurnas de LED y en los laterales, unas láminas cromadas en la parte inferior de las puertas, aunque lo que más destaca lateralmente son las nuevas llantas de 18” bitono.
En la zaga, ha variado la forma de las ópticas -ahora “se adentran” hacia el portón- y las líneas del paragolpes. Con estos cambios, el Outlander parece más ancho. Los cambios también llegan al interior pero conservando la funcionalidad de la que siempre ha hecho gala, manteniendo una amplitud de habitáculo fantástica y, eso sí, la apariencia de su predecesor pero con materiales un poco mejores que le dan un aspecto algo más sobrio.
Lo más destacable lo encontramos en unos nuevos asientos delanteros -amplios y cómodos- una nueva consola central, el sistema de navegación multifunción MMCS con pantalla táctil de 7'' y algunos cambios en el volante que también incorpora las levas del cambio. Una de las curiosidades del salpicadero es que la pantalla, que es táctil, es abatible para dejar acceso a las dos ranuras para tarjetas SD, una para la cartografía del navegador (actualizable, por lo tanto) y otra para datos del usuario (imágenes música) que queramos descargar en el equipo.
Las plazas traseras también son cómodas pero, sobre todo, destacan por el espacio para las piernas de que disponen sus ocupantes, realmente muy genberoso. Este hecho, combinado con la posibilidad de reclinar los respaldos traseros, hacen que viajar en la zona posterior del Outlander sea realmente cómodo. Los asientos están partidos en proporción 40/60 y la reclinación del respaldo es realmente notable. Lástima que esta segunda fila no sea corredera ya que aportaría un plus de funcionalidad al habitáculo.
El volumen del maletero es de 550 litros que se convierten en 1.718 litros con los asientos posteriores plegados y dispone de un compartimento con diferentes secciones bajo el suelo. Cuatro argollas para poder sujetar el equipaje y dos huecos portabebidas completan el equipamiento del maletero. En el doble piso inferior, además de los compartimientos para dejar pequeños objetos, hay un alojamiento específico para el estor cubreequipajes, lo que permite que este elemento pueda mantenerse en el coche cuando decidimos retirarlo de su posición.
Equipado y sin opciones
El 200 MPI CVT está disponible únicamente en el acabado Motion y ello implica que, prácticamente, ofrece el mismo equipamiento que el diesel en ese mismo acabado. En cuanto a elementos de seguridad se refiere, dispone de airbag de rodilla para conductor, airbags frontales de conductor y pasajero airbags de cabeza delanteros, traseros y laterales delanteros. Dispone de ABS y de asistencia a la frenada, además de la asistencia de arranque en pendiente, control de estabilidad y distribución electrónica de frenado.
Otros elementos que incorpora de serie son control de velocidad, luces diurnas LED, señalización de frenada de emergencia, cámara de visión trasera y volante multifunción con levas. En lo que respecta a elementos de confort dispone de climatizador bizona, asientos traseros reclinables, cristales traseros tintados, botón de puesta en marcha y apertura sin llave, sensor de lluvia, reposabrazos delantero con guantera, modo de conducción ECO, faros antiniebla delanteros, conexión Bluetooth para telefóno móvil y USB en reposabrazos delantero como los principales elementos. Tan sólo queda como opción la pintura metalizada con un coste de 495 €.
Con todo este equipamiento, el Outlander se sitúa como una de las mejores opciones de este segmento de los SUV medianos de gasolina en la relación precio-equipamiento, un tipo de coche que se vende muy poco por la importante diselización del mercado pero que, para aquellas personas que hagan pocos kilómetros al año, puede ser interesante por su precio de adquisición claramente inferior al diesel.
Para los que quieran un Outlander automático, además, esta versión de acceso a la gama resulta muy interesante ya que en diésel, Mitsubishi sólo ofrece el automático combinado con la tracción a las cuatro ruedas y el precio es de 8.000 euros más caro a igualdad de equipamiento. Ese dinero resulta casi imposible de recuperar en un uso habitual del coche a noser que se haga una cantidad elevadísima de kilómetros anuales y se alargue mucho la vida del coche.
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Suavidad de marcha
Uno de los objetivos de la marca en la actualización del coche era conseguir mejorar el aislamiento del habitáculo, disminuir las vibraciones y ganar suavidad de marcha y calidad global en el “nuevo” Outlander. Y la verdad es que lo ha conseguido totalmente. De las muchas mejorar que anunciaron cuando lo presentaron, un buen puñado de ellas estaban encaminadas a conseguirlo, como lo demuestran los refuerzos estructurales en acero de alta resistencia que recibió para lograr mayor rigidez, unos nuevos ajustes de suspensión en pos de un mayor confort y la inclusión de soportes dinámicos para minimizar las vibraciones.
Pero todavía quedaba uno de los principales objetivos por cumplir: lograr un buen aislamiento del habitáculo. Para conseguirlo se le dotó de doble acristalamiento en las ventanillas delanteras, parabrisas acústico, ventanillas traseras cuatro milímetros más gruesas y puertas mejor selladas. El resultado global ha sido realmente satisfactorio porque el Outlander ha mejorado sensiblemente en este sentido.
Qué pena
Dinámicamente, el Outlander 200 MPI CVT Motion 2WD -no está disponible con tracción total con el propulsor de gasolina- no decepcionará a nadie, si uno es consciente de qué tipo de coche está conduciendo. Pese a sus casi 5 metros de longitud se mueve bien incluso en la ciudad gracias a una dirección suave, a una buena visibilidad y a una respuesta de motor constante desde que empezamos a acelerar, especialmente si lo hacemos “dulcemente”. De lo contrario, el resbalamiento del cambio entra en acción y se acaba la sensación de finura y eficacia. Y es que, la verdad, es una pena que el Outlander 2016 monte sólo el cambio CVT con este motor de gasolina de 150 CV.
Un propulsor que, si bien no es explosivo, ofrece una buena dosis de potencia para poder rodar a un buen ritmo en cualquier tipo de carreteras y autopistas. En vías rápidas, tanto por motor como por aplomo, el Outlander es donde mejor se encuentra. Ahí se desenvuelve francamente bien gracias a un rodar excelente, fino y de una suavidad que consigue que sea muy agradable circular con él. El motor colabora a ello por una respuesta constante cuando la aguja supera las 2.400 rpm aunque es a partir de 3.800/4.000 rpm cuando tenemos lo mejor de él hasta las alcanzar las 6.000 rpm, momento en que ofrece la potencia máxima. Lo podemos estirar más, pero no vale la pena.
Bien en curvas pero limitado por el cambio
Ya hemos comentado que el Outlander ofrece lo mejor de si en vías rápidas y autopistas y que se muestra como una gran opción para viajar en familia. Pero tampoco le asustan las curvas y las carreteras de montaña. El cuatro cilindros gasolina le permite ser eficaz en este tipo de terrenos -sin grandes alegrías, eso sí- y el comportamiento dinámico es más que correcto, beneficiado por un menor peso que su hermano diesel -y por supuesto que el PHEV-, por una dirección precisa y por una agilidad -dadas sus dimensiones y tipo de carrocería- considerable. Una suspensión blanda no permitirá muchas alegrías si imprimimos un ritmo elevado, pero la verdadera limitación llega de la mano del cambio.
Como suele ocurrir con los variadores, cuando se acelera fuerte, porque necesitas respuesta, el motor sube y sube de vueltas con una descompensación excesiva entre el régimen del motor y el empuje efectivo, limitando las prestaciones y, desde luego el confort de marcha con el que se viaja hasta ese momento. En mi opinión, una verdadera lástima.
Por su parte, los frenos acompañan al conjunto con un buen mordiente, aunque la reacción inicial es algo brusca en cuanto pisas el pedal. Como ya hemos comentado, esta versión con el motor de gasolina solo se vende con tracción delantera, pero gracias a una buena altura al suelo y a una suspensión blanda, se atreve con caminos de tierra que no estén en muy mal estado, ofreciendo ese plus que dan este tipo de coches.
En pista, el coche copia muy correctamente el terreno y la extensión de la suspensión permite superar baches y pequeños obstáculos sin problemas. Obviamente no es un todoterreno (no tiene reductora ni tan siquiera tracción a las cuatro ruedas) pero los ángulos no son malos y la altura le permiten circular por pistas sin tener que preocuparnos en exceso por posibles golpes en los bajos. Además, el cambio, en pista, se muestra muy suave y permite que el coche avance con un elevado confort.
Mejoras muy acertadas
Tras probarlo, la conclusión es que todo lo que pretendían conseguir lo han conseguido y la posibilidad de acceder al modelo con la versión del motor de gasolina completa los aciertos. El Outlander es un SUV confortable, amplio, ideal para viajar en familia y, sobre todo, con un gran nivel de finura y confort de marcha.
Como suele ocurrir los consumos, no nos coincidieron con los de la marca y la media, tras haber rodado por carreteras y autopistas, “se fue” hasta los 9,2 litros. El 200 MPI CVT Motion 2WD tiene un precio de 27.400 € que con las ayudas actualmente en vigor publicadas en la página web de la marca, pueden llegar a dejar el precio final en unos muy competitivos 23.395 €, una cifra muy buena teniendo en cuenta que estamos ante un coche de cambio automático y que cuenta con un completo equipamiento de serie.
Tengo un ASX y me estoy planteando la compra de un Outlande 200 Mpi CVT, me oparece un cochazo, fiable, duro como una roca y sin mucho coste de mantenimiento, la única pega que le veo es que pueda gastar un poco de más, pero para mí compensa la tranquilidad de que sea una roca, ya que el coste de una avería de la mayoría de coches de hoy en día te quita años de combustible.