A conciencia
Renault siempre ha dado a las versiones GT del Mégane una chispa deportiva que no tienen el resto, y las ha convertido en un buen ejemplo de hasta dónde este modelo puede convertirse en un deportivo de altas prestaciones.
Renault ha echado mano de la división Renault Sport para diseñar este Mégane con mayor carácter, el que dan básicamente los 205 CV que ofrece su motor de gasolina TCe 1.6 Turbo. Este motor es el mismo que se monta en el Clio R.S. y en las versiones más potentes del Nissan Juke, pero adaptado a las características del Mégane GT. Inevitablemente va unido al cambio automático EDC de doble embrague de Renault; en esta versión no hay opción de cambio manual.
Este motor ofrece casi el doble de potencia que cualquier otra versión del Mégane gasolina o diésel y, por lo tanto, debe acompañarse de un chasis a la altura. Renault no ha tenido bastante con fabricar el Mégane GT con muelles, amortiguadores, barras estabilizadoras dirección y frenos específicos, sino que también ha introducido la más reciente tecnología de la marca al servicio de la efectividad en carretera: me refiero al sistema 4Control de ruedas directrices en el eje trasero, ya visto en el Renault Talisman, y que se introduce por primera vez en un coche del segmento C; y al sistema Multi-sense de modos de conducción que permite configurar el chasis y la respuesta del coche de forma automática.
Esta tecnología es la que hace al Mégane GT un compacto muy efectivo en carretera, y la que justifica en parte el precio del coche, superior al cualquier otra versión de la gama Mégane: 29.100 €. Son 5.700€ por encima de la versión GT Line con motor de gasolina de 130 CV, parecida estéticamente pero con sin preparación en su cadena cinemática.
No esconde su carácter
La mujer del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo, dice el refran. El Mégane GT muestra exteriormente su carácter más deportivo con detalles como la parrilla con trama de nido de abeja, el paragolpes con diferente diseño y entradas de aire más grandes, las llantas de 18 pulgadas, el difusor trasero con doble escape y los logos Renault Sport en las aletas, el portón, el paso inferior de las puertas y el salpicadero.
La estética del Renault Mégane, en mi opinión muy acertada, mejora con estos detalles más deportivos. El coche resulta bastante llamativo a primer golpe de vista, y llega a desviar miradas a su paso. La unidad de pruebas que nos dejó Renault venía pintada en un bonito Azul Rayo (opción de 830 €) que lo hacía todavía más atractivo.
El interior tampoco decepciona, y encontramos un salpicadero bien terminado, con buenos detalles, un diseño orientado hacia el conductor y con la pantalla de 8,7” del sistema R-Link 2 en primer término. El volante está forrado en cuero perforado parcialmente, está achatado en su parte inferior, dispone de levas para manejar el cambio automático y se remata con doble costura en color azul.
Esta doble costura también podéis verla en el recubrimiento de cuero de la palanca del cambio automático y en los laterales de los asientos deportivos, que tienen bordado en sus cabezales el emblema de Renault Sport. Tanto el volante como los asientos deportivos son exclusivos de esta versión GT y de la GT Line, y sólo en el GT podemos ver los pedales de aluminio.
Chasis configurable
Por lo tanto, el primer contacto que tomas con el coche a través de estos elementos (volante, asientos, cambio y pedales) ya indica que estás ante una versión un tanto especial, diferente, del Mégane. Estos elementos te impregnan del aire deportivo que esperas en un compacto con más de 200 CV, y se acompañan de otros interesantes detalles, como la moldura en azul con el indicativo Renault Sport, un logo que también podéis ver en la llave de tipo tarjeta, o el pulsador RS Drive, que activa directamente el programa más deportivo del sistema Multi-Sense. Esta tecnología permite que el conductor adapte el comportamiento del coche según su estado de ánimo y estilo de conducción. Ofrece varios programas: Neutro, Confort, Sport y Personalizado.
A pesar de que el Renault Mégane GT cuenta ya de por sí con un tarado más rígido de suspensión respecto al resto de la gama Mégane, circulando en modo Neutro o Comfort se obtiene un buen nivel de comodidad. No hay brusquedades en ningún elemento de la cadena cinemática, y el GT se conduce como cualquier otro Mégane. De hecho, esta versión GT es perfectamente capaz de ser utilizada a diario, no es en absoluto radical si uno no quiere. El motor funciona muy suave, no hay apenas ruido de escape, las suspensiones absorben perfectamente, el habitáculo está bien insonorizado… su derivación deportiva queda bastante disimulada.
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Para sacar a relucir esos 205 CV hay que activar los programas Sport o el Personalizado, que permiten reglar la dureza y desmultiplicación de la dirección, la reacción del motor al dar gas y la velocidad del cambio. En configuración Sport todo se acelera, se hace más instantáneo y resulta más eficaz para la conducción deportiva.
En el Mégane GT se perciben al volante de forma perfecta los cambios entre los diferentes programas de conducción, algo que no siempre ocurre en otros coches. Además, Renault quiere remarcar estas diferencias, ya que cada programa modifica el diseño y el color de los gráficos del cuadro de instrumentos.
Motor con buen empuje y progresivo
En modo Sport, el motor 1.6 Turbo de este Mégane sube de revoluciones sin titubeos, de forma totalmente lineal y desde bajo régimen. Los 280 Nm de par máximo están disponibles desde 2.400 vueltas, pero por debajo de ese régimen ya responde con convicción, por lo que no hace falta abusar del embrague en las salidas desde parado. El cambio automático EDC se asocia bien con este propulsor, y cuando circulamos en modo Sport realiza la transición entre marchas de forma muy rápida y precisa. Deja estirar el motor hasta las más allá de las 6.000 vueltas, aunque evitando el corte de encendido.
Girando unos grados las ruedas traseras
A la hora de circular rápido con el coche por una carretera de montaña no sólo el motor es un buen aliado. También lo es el chasis del Mégane GT, que cuenta con el sistema 4Control de ruedas traseras directrices. Esta tecnología deriva de la que ya montó en su momento el Renault Laguna y que se ha trasladado a esta nueva plataforma sobre la que se ha construido el Mégane, denominada CMF (Common Module Family) y que también comparten el Renault Talisman y el Renault Espace.
El 4Control aporta una mayor precisión en el trazado de las curvas, ya que modifica el ángulo de dirección de las ruedas del eje posterior según interesa en el momento en el que iniciamos el viraje. Cuando giramos a una velocidad por debajo de 80 km/h (en modo Sport) o 60 km/h en el resto de programas, las ruedas traseras viran en sentido contrario a las delanteras, produciendo un efecto de “acortar la batalla”.
Así, el Mégane entra en la curva con mayor precisión y rapidez. Si giramos a una velocidad superior, por ejemplo, en autopista, las ruedas traseras viran en el mismo sentido que las delanteras, provocando el efecto contrario, como si se alargase la batalla. Esta tecnología hace que este Mégane GT sorprenda por la agilidad y seguridad que transmite, ya sea en carretera de montaña (negociar los virajes es casi un juego) como en autovía o autopista. Se nota aplomado y con muy buena motricidad. Aunque no está entre los más ligeros de su segmento y potencia (pesa 1.392 kilos con conductor frente a los 1.308 kgs. de un Opel Astra Turbo, 1.325 de un Ford Focus ST con motor de 182 CV, los 1.330 de un Nissan Pulsar 1-6 DiGT con 190 CV o los 1.370 de un Golf GTI con 220 CV) , por citar algunos de sus rivales.
No obstante, sí que está entre los que mejor acelera de 0 a 100 km/, como demuestran los 7,1” que registra. Acelera mejor un Golf GTI (tiene más potencia), pero Opel Astra, Focus o Pulsar no van más rápido.
Renault ha rebajado hasta en 80 kilos el peso del Mégane al incorporar la nueva plataforma, pero eso no es lo más importante. La nueva base ha permitido introducir avanzados sistemas de asistencia y seguridad, como la alerta de cambio involuntario de carril, el aviso de límites de seguridad, el regulador de velocidad adaptativa (opcional), el reconocimiento de señales de tráfico, aviso de presencia en el ángulo muerto, el sistema de aparcamiento asistido o el head-up display (también opcional), entre otros.
En definitiva, el Renault Mégane GT es una buena opción a tener en cuenta para aquellos de vosotros que busquéis un coche todouso, compacto, con un motor potente y un estilo deportivo no sólo en cuanto a estética, sino también en cuanto a comportamiento. Si buscáis sólo estética, la versión GT Line también podría en esta filosofía, aunque se trata de un coche bastante diferente, sin la "chicha" de este Mégane GT desarrollado por Renault Sport.
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