Sí, ya lo sé. Estás inmerso en la compra de tu próximo automóvil -en coches.net ¿dónde si no?- pero pasas las noches en vela preguntándote si deberías elegirlo con cambio manual o con cambio automático. La buena noticia es que si dedicas cinco minutos a leer esto habrás descubierto las muchas ventajas que ofrece la transmisión automática; porque cuenta la leyenda (urbana) que son más complicados... cuando en realidad son justo lo lo contrario. En este artículo os explicaremos, a ti y a todos nuestros lectores, lo sencillo que es conducir un coche automático.
¿Es más fácil conducir un coche automático?
¡Por supuesto! Pensad que lo primero que hace un cambio automático es quitarnos problemas de encima: ya no tendremos que usar el pedal de embrague (porque no lo hay) ni que cambiar de marcha manualmente (a menos que queramos hacerlo). Es más: tampoco hay palanca de cambios como tal, aunque sí un selector de marcha que puede mostrarse en forma de botonera, de mando giratorio, o... de palanca.
Sea cual sea el tipo de selector, sus posiciones principales son las mismas: ‘Drive’ (representada habitualmente con la letra D), que permite avanzar al vehículo; ‘Reverse’ (letra R), que engrana la marcha atrás, ‘Neutral’ (letra N), que equivale al “punto muerto” y, como en los coches con cambio manual, desacopla motor y transmisión; y ‘Park’ (letra P), posición de “estacionamiento” que tendremos que seleccionar antes de salir del vehículo.
Con solo conocer estas posiciones básicas, ya seremos capaces de circular con un coche automático: es tan fácil como poner la “marcha adelante”, acelerar cuando toque moverse y frenar cuando toque pararse. No hará falta seleccionar ninguna marcha ni tampoco poner punto muerto, ya que el cambio automático se encarga de controlar el embrague y evitar que el vehículo se cale. A la hora de aparcar, solo tendremos que cambiar entre las posiciones D y R para realizar la maniobra; y una vez el vehículo esté bien situado, basta con elegir la posición P y apagar el motor.
La cosa se complica (pero solo si queremos)
A partir de aquí, los automóviles con transmisión automática “tradicional” (ya sea de doble embrague, convertidor de par, manual robotizada o de variador continuo) pueden ofrecer funcionalidades añadidas. Es habitual que podamos seleccionar un modo ‘Sport’ (señalado con la letra S) pensado para apurar más cada relación de cambio y ofrecer una respuesta más dinámica; y también es común ofrecer un modo de funcionamiento manual secuencial en el que podremos subir o bajar marchas a voluntad de manera progresiva, bien llevando adelante o atrás la palanca del selector de la consola central, bien a través de unas levas situadas tras el volante. En este último caso, la palanca izquierda se encarga de bajar marchas y la derecha de subirlas; y es común que, al dejar accionada la leva derecha, el sistema retorne a su funcionamiento automático.
Además del modo ‘Sport’ muchos automóviles cuentan con un modo ‘Eco’ que se encarga de maximizar la eficiencia del vehículo alterando el comportamiento de la caja de cambios: por un lado, el “cerebro electrónico” procurará seleccionar aquella marcha que permita mantener el régimen de giro del motor en su rango de menor consumo de combustible; y con idea de reducirlo más todavía, suele recurrirse además a la técnica popularmente conocida como “conducción a vela” y que consiste en dejar rodar al vehículo cuando ha adquirido suficiente inercia como para no necesitar empuje mecánico. Para lograr dicho efecto, la caja de cambios puede desconectarse del propulsor (lo que equivaldría a circular en punto muerto) o, directamente, apagar el motor y volver a encenderlo cuando sea necesario. Todo dependerá de la tecnología incorporada por nuestro vehículo.
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Los coches electrificados tienen sus cosillas...
Ya que hablamos de tecnología. Los sofisticados sistemas híbridos y eléctricos de la actualidad han ampliado o transformado las posibilidades de las transmisiones automáticas: en algunos híbridos, integrando su motor eléctrico en la propia caja de cambios; y en casi todos los eléctricos puros, prescindiendo de ella directamente.
En cualquier caso, la funcionalidad específica más común en los coches “electrificados” es la regulación del nivel de recuperación de energía cinética, que nos permitirá definir hasta qué punto el vehículo puede aprovechar las fases de deceleración para recargar la batería. En función del nivel elegido (operación que con algunas marcas podemos realizar a través de unas reimaginadas levas tras el volante) haremos más o menos patente dicha recuperación -así como el consiguiente efecto de “freno motor”-; y la mayoría de fabricantes ofrece una posición específica del selector de marcha (identificada habitualmente como ‘B’ y en algún caso como ‘L’) que concede aceso directo al máximo nivel de recuperación; con una marcada retención de marcha que lo hace ideal para el uso en ciudad.
La opción más sencilla y, algún día, la única
Todo esto que os he contado sobre los modos ‘Sport’, la “conducción a vela” y la recuperación de energía cinética puede sonar un poco lioso al explicarlo así, de sopetón. Lo importante es recordar que, en esencia, conducir un coche automático es tan fácil como “poner marcha adelante” y “poner marcha atrás”; y todo lo demás ya es para nota.
Solo un par de apuntes antes de cerrar este artículo. El primero: ya que un coche automático no lleva pedal de embrague, nuestro pie izquierdo ya no cumple ninguna función. El primer día, concentraos en llevarlo clavado en el reposapiés si no queréis dejar clavado el coche... de un frenazo al “embragar”. Y el segundo: puede que hoy todavía dudéis entre un coche manual o automático; pero vista la hoja de ruta de la electrificación, igual de aquí a 2035 será una decisión menos que tomar.
Y lo mejor es como facilitan los adelantamientos e incorporaciones gracias al kick down.