Cuando pregunto a mis amigos, conocidos y familiares si su próximo coche llevará cambio manual o automático, sigue sorprendiéndome la escasa aceptación de este último. Y lo que me parece más curioso es que las razones esgrimidas suelen ser simples prejuicios que, por tanto, no se basan en la experiencia. Sin ir más lejos, mi padre y mi ex argumentan que “el cambio automático es más complicado de manejar”... justo antes de terminar con un “¿verdad?” pronunciado entre dientes.
En este artículo intentaremos despejar dudas y explicaros cuáles son las ventajas -e inconvenientes, que también los hay- del cambio automático; pero antes, demos un repaso a las principales variantes de transmisión automática que podemos encontrar en los coches actuales (dejando a un lado los eléctricos, que no precisan de una caja de cambios al uso). Pero estad tranquilos: el recorrido será breve y lo haremos desde la perspectiva de un conductor, no la de un ingeniero. En parte porque no soy ingeniero; y sobre todo, por no aburriros. Así que, ¡al lío!
¿Qué tipos de cambio automático hay?
Con excepción del sistema de variador continuo -al que haremos referencia más abajo y que no cuenta con relaciones de cambio como tales- las cajas de cambio automáticas se encargan, obviamente, de subir y bajar marchas de manera secuencial sin necesidad de actuación por parte del conductor. Por tanto, el selector del cambio cuenta con solo tres posiciones básicas: D (letra inicial de Drive), que sirve para conducir en el sentido de la circulación, N (Neutral) que es el “punto muerto” en el que se desconecta la transmisión, y R (Rear) que es la “marcha atrás”. Nótese que los coches con cambio automático no llevan pedal de embrague, de cuyo accionamiento se ocupa la propia caja de cambios.
Enumeremos ahora las distintas clases de transmisión automática:
DOBLE EMBRAGUE
Como su nombre sugiere, este sistema no cuenta con un único embrague (como es el caso de los coches con cambio manual) sino con dos. Es más, este sistema emplea dos ejes secundarios, uno para las marchas impares y otro para las marchas pares. Básicamente, mientras uno de ellos engrana la marcha adecuada a la velocidad del vehículo, el otro eje ya tiene engranada la marcha siguiente; así, llegado el momento, se desacopla del motor el primer embrague y se acopla el embrague complementario; maniobra que se produce sin apenas pérdida de velocidad. Este procedimiento se alterna hasta llegar a la relación más larga y se invierte a la hora de reducir marchas.
Aunque podemos encontrar transmisiones de doble embrague en coches de altas prestaciones, su concepto se adapta mejor a los motores de pequeña o media cilindrada, y con un par máximo bajo o moderado. Así, este sistema es usado de manera extensiva por los grupos Renault, Volkswagen, Ford y Hyundai a través de sus distintas marcas.
CONVERTIDOR DE PAR
Esta tecnología, de corte más tradicional, cuenta con un único selector de marchas conectado a distintos engranajes planetarios y a un embrague hidráulico centrífugo, que funciona a mayor o menor presión dependiendo de nuestra exigencia a través del pedal del acelerador. En efecto: un lío. Lo que importa es que los sistemas de transmisión mediante convertidor de par tienen un funcionamiento suave en términos generales -aunque a veces son algo imprecisos en las maniobras de aparcamiento- y, además, soportan bien el elevado nivel de par de los motores de media y alta cilindrada.
En la actualidad, marcas como Peugeot, Citroën, Opel y Ford emplean con asiduidad este tipo de transmisión; pero también es habitual encontrarlo en los modelos más lujosos y potentes de Alfa Romeo, Audi, BMW, DS, Mercedes-Benz y Volvo, entre otras.
VARIADOR CONTINUO
Los cambios de tipo CVT (sigla de 'Continuous Variable Transmission') no presentan relaciones de marcha fijas: recurren a dos poleas cónicas, conectadas por correa o por cadena; y en función de a qué altura se conecten dichas poleas, se producirá una relación específica que puede variar en incrementos teóricamente infinitos. Su objetivo es aprovechar el régimen óptimo de potencia del propulsor; y como éste suele encontrarse en un rango de giro medio-alto, el motor debe subir bastante de revoluciones hasta encontrar el desarrollo más adecuado a la velocidad. Como consecuencia, es fácil que lleguen al habitáculo más ruido y más vibraciones de lo deseable.
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Este tipo de transmisión sigue siendo el elegido por la mayoría de fabricantes japoneses, de manera que lo encontraremos en casi todos los Honda, Nissan, Toyota, Lexus, Suzuki y Subaru.
CAMBIO MANUAL ROBOTIZADO
Esta tecnología se ocupa de reemplazar, de la manera más sencilla posible, el accionamiento del conductor sobre una caja de cambios manual. Así, ésta se acompaña de un embrague pilotado hidráulico y un selector de cambio de acconamiento eléctrico conectado a una centralita que tiene en consideración el régimen de giro del motor y la velocidad del vehículo.
Los sistemas de cambio manual robotizado resultan especialmente asequibles pero no son ni suaves ni eficaces; lo que, sumado al abaratamiento de las alternativas anteriormente mencionadas, ha supuesto que su presencia en el mercado está en fase de retirada.
Ventajas y desventajas del cambio automático
Así pues, ¿interesa o no elegir un coche con transmisión automática? Para ayudaros a decidir, anotamos a continuación sus principales pros y contras:
Ventajas
Comodidad de uso: solo hay que acelerar y frenar; podemos olvidarnos de usar pie izquierdo y de las operaciones de cambio -a menos que queramos usar con nuestras manos las levas del volante o el accionamiento secuencial de la palanca-
Suavidad: excepción hecha del cambio robotizado, todos estos sistemas de cambio son más refinados que cualquier conductor usando el pedal del embrague
El motor girará en el régimen más aprovechable sin intervención por nuestra parte
Los coches automáticos no se calan: ponen el punto muerto ellos solitos
Desventajas
Precio: para una misma motorización, las versiones con cambio automático suelen tener un sobrecoste entre 700 y 1.500 euros
Consumos: este factor se ha igualado en los últimos años entre las versiones con cambio manual y automático; pero es habitual que estas últimas sumen entre 0,5 y 1,5 litros al consumo medio de cabrurante
Averías: aquí sucede un poco lo mismo, ya que las transmisiones automáticas de hoy necesitan menos mantenimiento que las de antaño y son menos propensas al fallo mecánico
Placer de conducción (deportiva): … porque hay quienes todavía desean tener el máximo control del vehículo entre curva y curva; pero ojo, porque casi todos los coches deportivos de alto nivel ya solo están disponibles con cambio automático
Sólo unos apuntes: El mantenimiento de un cambio automático es caro, al contrario que uno manual, siendo la sustitución del aceite y filtro fundamental, por mucho que renieguen los fabricantes, a los que les es suficiente con que lleguen a superar la garantía. Difícilmente veremos averías en cambios manuales, sobre todo si no lo castigamos mucho, salvo el desgaste del embrague, avería bastante económica en comparación con la equivalente de un automático, en cambio es bastante habitual encontrarnos averías en cambios automáticos que son siempre carísimas, y muchas veces requieren o compensa la sustitución íntegra del sistema, lo que eleva la cifra estratosféricamente, según el caso incluso descartando su reparación y optando por cambiar de coche. Me encantan los cambios automáticos actuales, aunque también me gusta quitarme el gusanillo de vez en cuando con uno manual, el cambio secuencial está bien, pero el juego de pies también forma parte de una conducción divertida y/o deportiva…, pero es fundamental atender a estas consideraciones, comprar un coche usado con cambio automático, significa un elevado riesgo de comerte una importante avería de este sistema…