En Nürburgring con el Peugeot RCZ R

Días como estos son por los que a un periodista del motor le gusta tanto su profesión. Siempre es bonito poder probar las últimas novedades de las marcas y expresar nuestro punto de vista para informar o apasionar al lector interesado, pero también debéis saber que detrás de los artículos, las pruebas y las tomas de contacto que os ofrecemos normalmente hay muchas horas de trabajo, dedicación, viajes e interminables esperas en aeropuertos, en estaciones de tren y muchas noches durmiendo fuera de casa. Este trabajo, como cualquier otro, también es duro, pero de vez en cuando debemos reconocer que nos sentimos un poco privilegiados.

Peugeot nos ha invitado, junto a otros periodistas de varios países, a vivir una jornada dificilmente olvidable en la meca del automovilismo: el circuito de Nürburgring. Con la excusa de probar el nuevo Peugeot RCZ R, del que Joan Dalmau ya realizó un primer contacto, nos plantamos en el pueblo de Nürburg, en Alemania, no sin antes tener que coger dos aviones y realizar otros 150 km por carretera para conseguirlo.

La noche del viernes serviría de presentación, para conocernos un poco entre los allí presentes, cenar, y hablar del planning del fin de semana. Éste empezó bien pronto. El sábado a primera hora estábamos listos para entrar al circuito y presenciar una carrera del campeonato VLN de resistencia en Nürburgring.

Este campeonato tiene bastante semejanza con las LeMans Series, para que os hagáis una idea. Son carreras de resistencia, normalmente de cuatro horas, y únicamente se corren en Nürburgring, sumando al trazado del Nordshleife el circuito corto de F1 adjunto.

En el campeonato corren desde turismos de serie hasta Gran Turismos (GT) procedentes de las más famosas competiciones. Aunque todos ellos corren a la vez, la clasificación final está computada por categorías. Así que en realidad cada tipo de coche está compitiendo en su propia carrera a la vez, compartiendo pista con vehículos mucho más rápidos o lentos que el suyo.

Hablamos de más de 150 coches en pista y de mucha, muchísima gente en las gradas y en los alrededores del “infierno verde”. Un evento que parece despertar gran interés del aficionado alemán y del turista que ha venido a visitar el circuito o a darse una vuelta con su propio coche, o con uno de alquiler. Los precios de las entradas, a tribuna por ejemplo, con acceso antes de la carrera al pit lane, a los boxes y a la parrilla de salida no sobrepasan los 15 euros. También puedes ver alguna curva en los "miradores" situados en varios lugares del circuito Nordschleife gratiuitamente.

Como os comentaba, el día empezó pronto para presenciar los últimos minutos de la clasificación. Pudimos ver varios puntos clave del circuito GP “moderno” como la recta de meta o la chicane previa a empezar el tradazo Nordschleife.

Aquello parecía una procesión de coches de todas las clases: desde los más punteros de la categoría GT3 hasta los de estricta serie. Todos luchaban por hacerse con un buen puesto en la parrilla de salida.

Al finalizar la sesión bajamos al Pit Lane para darnos una vuelta por los boxes y ver como trabajaban los diferentes equipos en los últimos arreglos previos a la carrera. No cabía ni un alfiler, entre público, coches, mecánicos, pilotos, comisarios… aquello parecía las Ramblas en hora punta. Los boxes, también abiertos al público, estaban compartidos por seis equipos distintos.

Durante estas dos horas "libres" comprobé como la mayoría de equipos de las clases más bajas estaban compuestos por familiares y amigos. Entre el padre, el hijo, el hermano, amigos y familiares se lo hacían todo, piloto, mecánico, “jefe de filas”, etc. Hasta la señora de la casa aportaba con tuppers de comida. Aquí cada uno aportaba su propio granito de arena a la hora de cambiar neumáticos, frenos, ajustar suspensiones…

También estaban los denominados GT3, coches que pueden verse en campeonatos como las 24 horas de LeMans, por ejemplo. Paseando entre Mercedes SLS AMG, Porsche 911, Ferrari 458 y demás me topé con un reconocible Nissan GT-R. Digo reconocible porque este es el coche del piloto español Lucas Ordoñez, ganador de la GT Academy de 2008, y que salía desde la "pole position".

Lo bonito de pasear por el pit lane es que tienes la ocasión de conversar con todo el mundo: pilotos, ingenieros, mecánicos… prácticamente todos ellos te dedicaran unos minutos de su tiempo si no están demasiado ocupados. Aproveché la ocasión para saludar a Lucas, estrecharle la mano y desearle buena suerte para la carrera.

Los coches empezaron a salir del pit lane entre una multitud de público para formar en la parrilla de salida, dar una vuelta de reconocimiento y empezar la carrera con una salida lanzada.

Durante las 4 horas que duró la prueba nos fuimos moviendo por diferentes partes del Nordschleife. Estuvimos un rato en el puente que pasa por Adenau, allí comimos también, y luego la organización nos llevó a dos puntos emblemáticos, abarrotados de gente con barbacoas y caravanas, que venían a pasar la mañana con sus familias.

Mucha suerte no debimos darle al equipo Nissan GT Academy porque terminaron octavos. La victoria en la categoría reina se la llevó un BMW Z4 GT3.

Lo más divertido de esta carrera es poder ver como los más punteros deben abrirse paso entre los más lentos, a la vez que luchan por que el coche que les persigue no les rebase. De esta forma veíamos luchas intensas entre un McLaren MP4 GT3 y un AUDI TT LMS mientras buscaban el hueco entre la multitud de Toyotas GT86, Opel Astra OPC, Renault Clio RS… y hasta un BMW M1 o un Hyundai Veloster. ¡Que maravilla!

Amaneció el día lluvioso, con las carreteras y el circuito mojado. La primera parte del programa nos ofrecía la posibilidad de probar brevemente las cualidades del RCZ más deportivo por las carreteras aledañas a Nürburgring, y así lo hicimos.

El RCZ R tiene un propulsor 1.6 THP que entrega la sorprendente cifra de 270 CV de potencia y 330 Nm de par a partir de las 1.900 rpm. Joan Dalmau lo pudo probar a fondo en el Jarama pero se quedó con las ganas de hacerlo también en carretera abierta. Yo he tenido la posibilidad de hacerlo, pero si os soy sincero, ni las condiciones meteorológicas ni la brevedad de la ruta prevista, de apenas 8 kilómetros, no me ha permitido sacar nada en claro. Así a bote pronto, me ha gustado el tacto de la dirección y el tarado de las suspensiones bastante deportivo. El motor empuja realmente bien y el coche desprende por la doble salida de escape un sonido muy ronco que invita a pisar más fuerte el acelerador, algo que no he podido hacer por temas de seguridad obvios y por llevar al lado a un organizador diciéndome en cada curva que fuese más lento.

Me hubiese gustado ver hasta que punto el RCZ R es tan buen coche como lo parece. Quizás no sea tan rápido como un Seat León Cupra 280 pero la primera impresión es la de tratarse de un coche con el que se puede ir muy pero que muy rápido. Os emplazo a que no os perdáis la prueba a fondo que le realizaremos en cuanto la marca nos ceda una unidad.

Si os digo la verdad, pensaba que íbamos a poder dar una vuelta al trazado del Nordschleife y me había tirado media semana practicando con el Forza Motorsport para refrescar la memoria.

La tristeza se apoderó de mí, y de varios de mis compañeros que también pensaban como yo, al comunicarnos la “mala” noticia de que el planning contemplaba una vuelta al circuito… de copiloto. Una pena.

Me senté al lado de Eric, uno de los organizadores con el que había compartido mesa estos dos días. Él ya me había contado que es piloto de carreras de forma ocasional y que tenía un buen puñado de vueltas en Nürburgring a sus espaldas, así que supongo que la vuelta que dimos fue realmente rápida. O al menos eso me lo pareció a mí…

Se había secado el carril de la trazada así que no tuvo reparos en darle cera de la buena. En las primeras curvas ya habíamos adelantado a un BMW M3 que, sinceramente, iba de paseo, a un Suzuki Swift Sport de alquiler y a un par de Toyota GT86 que nos frenaron durante varios virajes.

Teníamos pista libre. Empezó a trazar de piano a piano, sin tocarlos, aprovechando toda la anchura de la pista, con cambios de marcha rápidos y frenadas contundentes. Noté en la entrada de algunas curvas como la zaga se movía de forma nerviosa. “Es un coche muy rápido, fácil de conducir y a la vez muy divertido”. Así lo describió Eric mientras pasábamos la curva del “Carroussel” a toda velocidad. Las frenadas eran contundentes y el RCZ R se aguantaba en curva dando muestras de la excelente puesta a punto del chasis.

Llegamos a contactar con un Lotus Elise calzado con neumáticos “slick” que había salido bastante antes que nosotros. No lo pasamos porque, sin darme cuenta, ya habíamos completado la vuelta. Las sensaciones que me transmitió el RCZ R fueron muy buenas. Sentado en el asiento del acompañante pude ver cómo, en buenas manos, es un coche muy efectivo.

El circuito es sencillamente espectacular. No encuentro otra forma de describirlo. En vivo asusta, tanto por sus cambios de rasante, curvas de diferentes ángulos y de visibilidad nula y por una velocidad media muy elevada. Tres pequeños saltos precedidos de fuertes frenadas pondrán a prueba la habilidad del piloto. No hay que subestimar al circuito porque es muy traicionero. No vimos ningún coche accidentado pero sí alguna valla abollada y roderas en las pequeñas escapatorias que delataban que ahí alguien había tenido que pasar por el taller...

Lo que empezó como una decepción acabó sacándome una de mis mayores sonrisas. Me he quedado con las ganas de poder pilotar, pero tengo clarísimo que algún día volveré para darme una vuelta y sacarme esa espinita. Sin lugar a duda sólo me queda recomendar esta experiencia a todo el amante de la competición y de los coches en general. Nürburgring es un destino obligatorio para el aficionado al motor.