Solidaridad a fondo
Las 24 Horas Ford son una carrera muy especial. Intervienen en ella tantos factores y aglutina a tanta gente que cada año se convierten en una experiencia única. La carrera funciona del siguiente modo: Ford organiza una convocatoria en que aquellas ONG que lo deseen presentan un proyecto concreto al que destinar los 30.000 euros de premio al primer clasificado.
Una vez recibidos los proyectos, más de 40 este año, un comité elige 12 de ellos que son los invitados a participar en las 24 Horas. A cada asociación o ONG se le asigna uno de los 12 coches participantes que están patrocinados por diferentes medios de comunicación. Cada equipo está formado por nueve pilotos. Dos de ellos son personajes famosos, algunos de ellos con una vinculación previa a la ONG que representan y otros no. Los otros siete son periodistas del motor, invitados del medio que patrocina cada coche o representantes de algunos de los patrocinadores técnicos o de la marca.
Los 12 coches se alinean a las cinco de la tarde en la parrilla de salida del Circuito del Jarama y compiten durante 24 Horas por ser el que más vueltas dé al circuito. El reglamento es muy simple. Cada coche dispone de 240 litros de combustible para las 24 Horas y cada equipo, liderado por un coordinador, se organiza como quiere. Sólo hay algunas restricciones en los turnos de pilotaje. Para igualar las fuerzas, los pilotos pueden hacer un máximo de cuatro turnos, éstos no pueden exceder de una hora y deben pasar un mínimo de tres turnos entre cada uno de los de un mismo piloto.
La clave para ganar las 24 Horas es tener un equipo compensado. Las diferencias de nivel entre los pilotos son notables ya que hay personas en los equipos que tienen experiencia en la prueba y otras que no han rodado nunca en circuito. Además, coger el aire al tipo de conducción que se requiere en esta carrera no es una tarea fácil. En las 24 Horas hay que correr al máximo gastando lo mínimo y eso no resulta fácil. Lo ideal es rodar entre 2'30" y 2'35" por vuelta con un consumo próximo a los 10 litros. El equipo con más pilotos capaces de rodar en esos tiempos con ese consumo tiene muchos números para ganar la prueba.
Y esto es lo que sucedió este año en el equipo de la Asociación de Familiares de personas con Enfermedad Mental (AFEM), una pequeña entidad de Getafe que se dedica a orientar y ayudar a familias con personas con enfermedades mentales y que contaba como embajador con el actor y director Dani Guzmán y del que fui uno de los pilotos. El equipo estaba integrado por el propio Guzmán, Fernando Gil y Mariona Tena como embajadores, Sergio García de Continental, proveedor de neumáticos, Martín Gabilondo, Eduardo Lausín y Fran Fernández del Grupo V, Jaime Sánchez, concesionario de la marca, Jesús Arnáiz, de Ford y yo mismo en representación de Coches.net.
La estrategia del equipo, dirigido por Teudo Sangüesa y patrocinado por las publicaciones del Grupo V Love, Coches 2000 y Altagama, fue buscar desde el principio esos tiempos próximos a los 2'30" gastando una media de 10 litros. Con diez litros por hora disponibles, gastar 10 litros en cada hora teniendo en cuenta que en cada hora se cubren unos 95 kilómetros, debe permitir llegar al final con una cierta reserva de combustible.
Rodar a 2'30" fue, este año, más fácil que en otras ocasiones. El motivo es que los Ford Fiesta ST con que se disputaron las 24 Horas son coches mucho más eficaces que los Ford Focus Ecoboost o los Mondeo de ediciones anteriores. El Fiesta ST es un coche superágil, que se adapta perfectamente a la conducción en pista, que elimina por completo el subviraje gracias a su sistema de vectorización del par y que resulta muy fácil de llevar deprisa por las cualidades del chasis.
En esta carrera, en la que se rueda siempre en marchas largas, redondeando mucho las curvas e intentando no perder velocidad en los virajes, disponer de un coche con un chasis ágil capaz de entrar fuerte en las curvas resulta fundamental y el Fiesta es, sin duda, el mejor coche utilizado hasta la fecha en esta competición. Su magnífico motor, con muchos bajos, permitía recuperar tras las curvas en quinta sin problemas y, de este modo, se hacía el circuito completo en quinta y sexta para gastar poco y sin apenas frenar más que a final de recta y en la bajada de Bugatti.
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Tres equipos en cabeza
La carrera dejó muy pronto a tres equipos en cabeza: el nuestro, el del Diario El Mundo, que representaba a la Fundación Madrina y el de La Razón, con la Fundación Pablo Horstmann. Durante la primera mitad de la carrera y en función de las entradas a repostar y de los cambios de rueda, los tres coches nos alternamos en cabeza aunque en nuestro equipo, donde conseguimos clavar los repostajes al final de cinco turnos, ahorramos algo más de gasolina que nuestros rivales.
A las doce del mediodía del sábado, antes del último repostaje, teníamos la carrera ganada ya que llevábamos una vuelta de ventaja a los otros dos equipos y teníamos algo más de gasolina ahorrada lo que nos habría permitido incluso aumentar un poco el ritmo para asegurar el triunfo. En ese momento, no obstante, ocurrió algo imprevisto. En el repostaje falló la bomba de la cisterna y nuestro coche se quedó parado durante seis vueltas esperando que saliera gasolina de la misma. Además, cuando por fin funcionó la bomba, la cantidad medida no se correspondía con la cantidad suministrada. Ese mismo problema lo tuvieron otros equipos que repostaron con posterioridad lo que provocó una serie de reclamaciones.
Para los responsables de la organización, el momento fue delicado. Los equipos se juegan cantidades importantes de dinero para sus ONG (30.000 euros el ganador, 20.000 el segundo, 15.000 el tercero y el resto, cantidades decrecientes hasta 5.000 de manera que quedar más o menos arriba supone sumas importantes para las asociaciones). Ford, no obstante, resolvió el problema con profesionalidad. Analizó los datos de los repostajes -horas, tiempos invertidos y caudal de la bomba- lo que no es nada fácil, sobre todo cuando hay que tomar una decisisón a contrarreloj y los equipos esperan una respuesta para adaptar su estrategia y, al final, resolvió devolver vueltas y gasolina a los equipos perjudicados.
En nuestro caso, recuperamos cuatro de las seis vueltas perdidas y los 15 litros que faltaban en nuestro depósito y eso nos dejó segundos, en la misma vuelta que el coche de El Mundo. Eso fue debido no a un mal cálculo de la organización en la devolución de vueltas sino al hecho de que hicimos casi tres relevos a un ritmo más bajo al no saber si se nos devolvería la gasolina no cargada e intentar llegar, como mínimo, a la meta en el podio. Con el combustible repostado, recuperar la primera plaza fue relativamente fácil y al final, ganamos con las dos vueltas de ventaja que calculamos en su momento que obtendríamos con el ritmo al que rodamos.
El equipo de El Mundo-Fundación Madrina, dignísimo rival que peleó hasta el último cuarto de hora de carrera cuando tuvo que levantar el pie al quedarse con muy poco combustible, se clasificó en segunda posición mientras que el equipo de La Razón-Fundación Pablo Horstmann fue tercero a cuatro vueltas.
Como suele ser habitual, el calor fue el principal rival de los equipos -para no gastar no suele ponerse el aire acondicionado- y de los neumáticos Continental, que proporcionaban un agarre fantástico pero que acusaban el desgaste de rodar en circuito -sobre todo el delantero izquierdo, el que más apoyos soporta en el Jarama- y Ford organizó la carrera a la perfección utilizando además las nuevas y modernas instalaciones del Jarama que han permitido al circuito madrileño resituarse en el panorama de pistas para este tipo de eventos con unos servicios a la altura de los mejores.
Al final, el Jarama volvió a ser una fiesta -y no sólo por los coches utilizados-. Año tras año la prueba se consolida, las ONG se implican cada vez más -AFEM no nos dejó sólos en el box en ningún momento e incluso de madrugada tuvimos siempre a alguno de sus representantes al pie del cañón para apoyarnos- y el ambiente es fantástico entre los pilotos de los diferentes equipos. Las caras de sueño en los boxes de madrugada, el esfuerzo de cambiar ruedas, los nervios en los repostajes y en la aplicación de la estrategia, el rabillo del ojo siempre en la pantalla de tiempos, el cansancio y el calor en las últimas horas de carrera... todo ello convierten a las 24 Horas Ford en uno de los eventos del año. Además, como dijo aquel: lo importante es participar pero ganar es la bomba.
Al menos han acabado la prueba, si hubiera sido toyotis les hubiera quedado tirados en la ultima vuelta...o a 300 metros