Tras el lanzamiento del Opel Mokka, la firma germana del grupo PSA se encuentra en plena vorágine de cambios. Ahora le toca el turno al Opel Crossland, que también pierde la X que poseía el modelo presentado a finales de 2017. El nuevo lenguaje de la firma, mostrado en el SUV del que os habla Joan Dalmau en este artículo, se adapta al todocamino compacto de Opel. Esta renovación, principalmente estética, le convertirá en un rival más acertado de cada a competir en uno de los segmentos con más opciones. Su precio de partida, desde 19.400 euros, con descuentos. Se sitúa en la tabla de los baratos, sin llegar a ser el más accesible. No tendrá variantes híbridas o eléctricas pero sí han refinado sus motores para ser más eficientes.
Los cambios más significativos son los estéticos. El frontal Opel Vizor mejora en persona y más si lo comparamos con el modelo anterior. Este morro, que tanto nos gusta en el Mokka, le sienta diferente a la carrocería del Crossland. Su hermano, algo más pequeño y bajo, ofrece una imagen atrevida y poco común pero, en este caso, es más bien al contrario. Parece como si hubieran cogido elementos de otros coches alemanes para crearlo. Eso sí, con mucho acierto. La intención de este nuevo lenguaje es rendir homenaje a modelos clásicos como el Opel Manta, lanzado en 1970, sin perder de vista las infinitas posibilidades tecnológicas que existen hoy en día.
La parrilla está situada en una posición más elevada y es muy fina, algo curioso en un momento en el que vemos las calandras más grandes y exageradas hasta la fecha. Los faros pasan a tener una forma alargada y muy afilada, acorde con los gustos actuales y con tecnología LED de serie, clave para dotarlo de una firma lumínica moderna. En comparación al Mokka, los faros tienen cierta inclinación, no son completamente rectos. Los nuevos grupos ópticos, también el trasero, consiguen aportar mayor amplitud visual a la silueta, algo en lo que también ayuda el paragolpes inferior con dos módulos claramente diferenciados.
El lateral cuenta ahora con una línea muy marcada que recorre la cintura del vehículo de abajo a arriba, hasta la rueda posterior. Este simple detalle mejora el aspecto dinámico del Crossland, que parece más deportivo y listo para la acción. El elemento decorativo, disponible en colores distintos al de la carrocería y el techo, que perfila las ventanillas laterales y baja por el pilar C para unirse con los faros posteriores es sublime. Es, sin duda, el detalle más característico de este modelo de Opel y personalmente considero un acierto mantenerlo. Los protectores inferiores son un guiño más a su carácter campero, algo complicado de llevar a cabo si tenemos en cuenta las llantas de 16 y 17 pulgadas de diseño refinado y delicado. Recurrir al negro en el portón trasero, justo por debajo de luneta y en el paragolpes, también incrementa la percepción de robustez y capacidades off-road de este Crossland.
Mantiene los tres niveles de equipamiento anteriores (Edition, Business Elegance y Ultimate) a los que se suma el GS Line, que estaría al nivel intermedio del Elegance. Esta incorporación llega para dotarle de una imagen más juvenil y deportiva, con llantas de 17 pulgadas con diseño específico, techo bicolor en negro con barras, faros LED traseros, la línea lateral es roja y los asientos premium también tienen ese tono, que se repite en salpicadero y molduras de puertas. La tapicería Alcantara se reserva para el nivel de equipamiento Ultimate, que tiene detalles en cuero en la parte alta del respaldo y los tonos son más suaves y elegantes.
Un segmento muy competido
El nuevo diseño le sienta fenomenal y le ayudará a la hora de situarse como una opción en un segmento donde encontramos alternativas como el Citroën C3 Aircross, Seat Arona, Peugeot 2008 o Hyundai Kona. Un mercado en el que Opel cuenta ya con tres opciones, las dos nombradas hasta ahora y el Opel Corsa, que también tiene versión eléctrica. En su momento, el Crossland X llegó a ser el primer B-SUV de la firma y seguimos siendo el país que se encarga de su producción tres años más tarde, tiempo en el que ha conseguido más de 300.000 matriculaciones. Ofrecer tantas variantes podría acabar siendo un problema, ya que unas a otras se puede canibalizar compradores. Sin embargo, para Opel seguiría significando una venta más en su Excel, así que prefieren seguir sumando opciones con el emblema del rayo en su calandra.
Para ello, el nuevo Crossland también cuenta con más tecnología de serie y algunos retoques en el chasis con el objetivo de hacerlo más emocional en el apartado dinámico. El habitáculo se mantiene bastante parecido al anterior, con la introducción del Head Up Display (opción) y la opción de añadir los asientos AGR, desarrollados junto a la Asociación de Espalda Sana de Alemania (opcionales en el Edition). Opel siempre se ha caracterizado por ofrecer un confort de rodadura superior y, gracias a estos nuevos asientos, seguirá tomando la delantera ante aquellos clientes que busquen un vehículo con el que hacer muchos kilómetros. Sigue quedándose algo rezagado en cuanto a pantallas, ofreciendo una de 8 pulgadas con el paquete tope de gama Navi Pro. Es algo pequeña si la comparamos con las opciones del mercado actual pero no le falta la compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay, que aquí te cuenta Juan Carlos cómo van. Tiene dos puertos USB y puede incorporar la carga inalámbrica (opcional).
La banqueta trasera sigue pudiéndose desplazar longitudinalmente (adelante o atrás) unos 15 centímetros gracias a los raíles colocados en el piso (acabados superiores). Este detalle, que parece una tontería, es clave para plantearnos al Crossland como el coche de la familia. En caso de ir los dos adultos y necesitar de maletero, podemos tirar los asiento hacia adelante y contar con 520 litros de capacidad de carga. Si optamos por que nuestros pasajeros viajen más cómodos y tengan más espacio para las piernas, corremos la banqueta hacia atrás y nos quedan 410 litros de capacidad. Incluso con esta distribución hablamos de uno de los maleteros más acertados del segmento, con unas formas cuadradas y elementos útiles para sujetar maletas y bolsas. Tiene un Ski pass en el asiento central para poder colocar esquís si nos vamos a la nieve.
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Como novedad más importante, y una diferencia más respecto al Mokka, está el IntelliGrip. Esta consola nos permite cambiar los modos de conducción: Normal, Barro, Nieve, Arena y ESP off. Esto se suma al control de descenso en pendiente, disponible de 3 a 30 km/h, por lo que podríamos llegar a recorrer tramos sin asfaltar y bastante complicados según la marca. La prueba se llevó a cabo por la ciudad de Madrid y fue bastante breve, de ahí que no pudiéramos extraer conclusiones definitivas sobre su conducción.
Una opción familiar
En el caso del Crossland no contaremos con variantes cero emisiones, como sí sucede con el Mokka, pero la marca asegura que estamos ante el SUV-B más eficiente del mercado. Es más, Opel firma el mejor dato en emisiones de CO2 de su segmento, siempre y cuando lo calculen en NEDC, que ya no es el oficial. Si el tema de las emisiones no es lo que más te preocupa, sino el gasto para tu bolsillo deberás saber que los motores gasolina tienen todos unos consumos por debajo de los 5 litros. Ese gasto se reduce por debajo de los 4 litros a los cien en los propulsores diésel. Vuelve a ser un dato en ciclo NEDC por lo que podemos esperar más diferencia con la realidad respecto a datos del ciclo WLTP.
La oferta de motorizaciones cuenta con dos opciones gasolina y otros dos diésel. El primero de ellos es el motor 1.2T de 110 y 130 CV, que van asociados a una caja de cambios manual de 6 velocidades en ambos casos pero puede incorporar la automática (AT6) en el de más potencia. Como variantes diésel tenemos el 1.5D de 110 CV y 120, con caja manual y automática respectivamente. Durante la prueba pudimos conducir el diésel más potente con transmisión automática y acabado Ultimate, una opción que parte de los 25.250 euros.
Es muy complicado notar las diferencias respecto al modelo anterior, sobre todo por la brevedad del contacto. La firma asegura haber retocado su chasis con el objetivo de que sea más versátil y que desaparezcan los balanceos que tenía antes. Se ha endurecido el sistema de amortiguación para hacerlo más deportivo y menos rebotón, consiguiendo una mayor estabilidad en zonas de curvas y en las autovías alemanas, donde la velocidad máxima es ilimitada. La dirección ha mejorado para ser más sincera y precisa, ajustándose a las nuevas suspensiones. De todas formas, sigue siendo algo artificial y demasiado asistida para mi gusto.
No estamos ante un modelo pensado para tramos de curvas y no ha hecho falta comprobarlo. La baza del Crossland es, y seguirá siendo, las carreteras más bien rectas y de velocidad constante. Tanto la suspensión como los asientos, además de la finura del cambio automático, están optimizados para ese tipo de entorno. Incluso se ha reforzado la hermeticidad de las puertas para mejorar la insonorización que, junto a los motores más silenciosos, permitirá recorrer kilómetros sin apenas cansancio. En cuanto a las ayudas a la conducción, el Crossland no viene pelado de serie, con sistemas como el freno automático con detección peatones o la alerta cambio carril. También cuenta con detección señales de tráfico, alerta de ángulo muerto, aviso por somnolencia y alguno más que dependerá del nivel de equipamiento escogido.
La pregunta final es obvia, ¿Opto por un Mokka o por un Crossland? Pueden parecer coches demasiado iguales pero, como hemos ido viendo, el cliente final es muy distinto. El Mokka está pensado para clientes más atrevidos, que prioricen la expresividad de su coche y la personalización. El comprador del Crossland opta por modelos más conservadores, espaciosos y funcionales. Este último es más grande y ofrece mayor espacio de carga, pero también es más barato.
creo que se parece más al Ascona 400...... por dios, compararlos con un SUV