Europa exigirá una reducción del 37,5% de las emisiones de CO2 de los coches nuevos en el año 2030. Esta medida ha sido consensuada y debe ser aprobada próximamente por el Parlamento Europeo. Los fabricantes avisan de que tendrá perniciosos efectos sobre los precios, las ventas y el empleo.
Los constructores de automóviles deberán enfrentarse a las drásticas reducciones de emisiones pactada este lunes y que debe ser aprobada tanto por el Parlamento Europeo como por la Comisión Europea. El pacto prevé una reducción de emisiones de CO2 para 2025 y alcanzar un 37,5% de reducción en 2030. El acuerdo se ha conseguido tras larguísimas negociaciones porque la Comisión Europea había previsto inicialmente una reducción del 30% para 2030, pero el Parlamento Europeo quería que fuera de, al menos, un 40%.
Antes, los 28 estados habían llegado a un primer consenso de una reducción del 35%, después de que algunos países (Alemania y los países del Este mayoritariamente) propusieran un 30% mientras que otros, más concienciados ecológicamente hablaban del 40%. La reducción será paulatina ya que para 2025 se exigirá una reducción del 25%. Y esta reducción interesará asimismo a los LTV, los Vehículos Industriales Ligeros, que deberán reducir sus emisiones en un 25% de cara a 2025 y en un 31% en 2030.
La industria del automóvil ya ha hecho oír su protesta inicial. Cree que las norma “responde a motivaciones exclusivamente políticas sin tener en cuenta a razones tecnológicas o socio/económicas”. Creen que la incertidumbre ralentizará el mercado, las ventas caerán y el empleo puede sufrir drásticos recortes. Sin embargo, algunos de los más potentes grupos de automoción han anunciado importantes inversiones para electrificar sus gamas, la eliminación paulatina de su oferta diésel e incluso han puesto fecha de caducidad al lanzamiento de nuevos modelos con motor térmico. También están poniendo en marcha su conversión, al menos parcial, en proveedores de servicios de movilidad.
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Frente a la industria del automóvil, diversas ONG de defensa del medio ambiente, como ‘Transporte & Medio Ambiente’, consideran insuficiente la medida aunque la aplauden. Estas ONG calculan que en 2030 un tercio de las ventas serán de coches eléctricos, ya sea con baterías o con pila de combustible (Fuel Cell).
Esta reducción de emisiones conlleva, lógicamente, reducción de consumos y a priori también de NOx y de partículas. Y obligará a los fabricantes a actuar no sólo sobre los motores sino también sobre todo el conjunto del automóvil para que este sea más ligero y más aerodinámico. Esto podría implicar coches más pequeños y un cierto abandono de los SUV.