La llegada de la nueva generación del Citroën C3 añade picante a un segmento, el de los polivalentes urbanos de cuatro metros que va a estar muy movido en los próximos meses cuando además de este Citroën lleguen coches como el nuevo Kia Rio, el también completamente nuevo Nissan Micra, el nuevo Ford Fiesta y, por supuesto, el líder del mismo, el Seat Ibiza cuya nueva generación estará a la venta antes del verano.
Citroën sigue al pie de la letra la moda actual en este segmento y ofrece numerosas posibilidades de personalización en su nuevo C3 pero, además, se ha dejado llevar por otra moda actual, la de los crossover y ha dotado a su nuevo coche de una estética alejada de las formas tradicionales de este modelo que se había asemejado siempre a una simpática burbujita. En el caso de nuestra unidad de pruebas, el color blanco cuesta 180 euros (el resto de metalizados valen 410 euros) pero el techo bicolor, en rojo o negro, es de serie y lo mismo sucede con los detalles en rojo en los airbumps, los faros antiniebla y los retrovisores.
Cabe mencionar además que también son de serie los cristales traseros sobretintados y las llantas de aleación aunque en nuestra unidad de pruebas, éstas pasaron de las 16 pulgadas de serie a 17 por 250 euros extra. Si optamos por unas llantas también de 17 pulgadas pero en color completamente negro brillante, el precio es de 350 euros.
Ahora, el C3, con su morro alto, sus grupos ópticos partidos en tres piezas, sus protectores negros en los pasos de rueda y, sobre todo, los airbumps, esos protectores laterales en las puertas que son de serie en esta versión Shine aunque se puede pedir el coche sin ellos por el mismo precio, tiene un aspecto de todoterreno urbano, ideal para lidiar en la jungla en que se convierte el tráfico diario en nuestras ciudades.
Además de una estética diferente y de las posibilidades de personalización anteriormente descritas, el C3 es un coche que retoma otras dos tendencias imperantes en la industria del automóvil actual. La primera es la conectividad y la segunda el downsizing de los motores.
En el habitáculo encontramos de serie una pantalla central de 7 pulgadas que ya conocemos de otros modelos de la marca como el C4 Picasso o el C4 Cactus. Esta pantalla da servicio al navegador (que cuesta 500 euros y es 3D), al climatizador, al equipo de sonido y a algunas funciones extra del vehículo. También se ve en la pantalla la imagen de la cámara de marcha atrás que es de serie en este acabado y que se complementa con los sensores de aparcamiento traseros, también de serie.
La verdad es que es una pantalla grande que se maneja mediante un interface táctil y que tiene unos menús relativamente intuitivos pero, en mi opinión tiene dos problemas; que está situada un poco baja, lo que le aleja del campo visual habitual del conductor y que exige pasar por ella, por ejemplo, para modificar la temperatura o el caudal del aire, lo que hace que perdamos de vista bien el navegador bien los datos del equipo de sonido.
Eso sí, para algunas funciones que están relacionadas con la seguridad como el desempañado rápido del parabrisas o de la luneta trasera, se mantienen dos botones en la consola central para exitar tener que cambiar de menú en la pantalla. Ésta ofrece también conectividad con teléfonos móviles mediante el software Mirror Link que reproduce en la pantalla del coche la del teléfono y permite usar algunas aplicaciones del mismo. Este sistema funciona con teléfonos Apple y con teléfonos Android.
Otra innovación que es exclusiva del C3 y que no tiene parangón en la industria es el sistema Connected Cam que es opcional y cuesta 300 euros. Se trata de una cámara situada en la parte superior del parabrisas (detrás del retrovisor interior) que tiene en su base un botón que permite grabar secuencias de 30 segundos o hacer fotos de lo que está delante del coche. Luego, mediante una aplicación de móvil que se descarga gratuitamente, esas imágenes pueden compartirse en las redes sociales o almacenarlas en el móvil.
Esta cámara me produce personalmente, tal como ya expliqué en el primer contacto con este coche una sensación doble. Por un lado me parece una innovación interesante, sobre todo si quién la usa es el acompañante pero por otro, tengo la sensación de que disponer de una cámara para grabar o fotografiar cosas puede predisponer a algunos conductores a capturar imágenes interesantes y adaptar su conducción a ello, lo que podría suponer un problema. Ejemplo; vemos en ciudad un coche que nos parece gracioso o que nos apetece enseñar a los amigos y lo perseguimos hasta hacerle la foto. Esto puede acarrear algunas infracciones pero también es cierto que es más peligros hacer eso mismo y usar el móvil para hacer la foto.
Finalmente, destacar que el C3 dispone de un sistema de llamada de emergencia automática en caso de accidente (propio o ajeno) que es de serie y que, en caso de accidente, la cámara conectada conserva la grabación del último minuto en que el coche ha estado en movimiento lo que puede resultar muy útil para esclarecer las circunstancias de algún siniestro.
Ya que hablamos del habitáculo, comentar que el diseño es agradable, con un salpicadero muy limpio y con detalles en el color de contraste de la carrocería, rojo en este caso, tanto en el propio salpicadero como en la tapicería. En este acabado, la tapicería es gris y si queremos la del coche de pruebas, con detalles en rojo, hay que abonar 200 euros. Citroën ofrece también una tapicería mixta cuero-tela facturada a 500 euros.
Otros detalles destacables del interior son los mandos del equipo de audio en el volante que, por cierto, está ligeramente achatado por debajo, el freno de mano que se mantiene de tipo convencional, por palanca y algunos elementos de diseño que utilizan una forma rectangular suavizada en los cuatro extremos como, por ejemplo, los aireadores centrales, la pequeña guantera que hay junto al botón de puesta en marcha (éste, junto al acceso sin llave cuestan 300 euros), los mandos del volante o las palancas de apertura de las puertas. Como en el Cactus, los tiradores de las mismas se asemejan al asa de una maleta.
Los asientos son grandes, de los más grandes en este tipo de coches y cómodos al sentarse en ellos pero a la larga, son demasiado blandos para mi gusto. En desplazamientos cortos son estupendos pero para viajes largos acaban fatigando un poco la espalda y además tienen muy poca sujeción lateral, lo que se nota en las curvas.
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La banqueta trasera es amplia y la verdad es que el C3 es uno de los coches del segmento con más espacio en la parte trasera. Lógicamente, la anchura es algo justa para tres ocupantes y no cabrán en el interior dos sillitas más un adulto pero la distancia entre filas y la existente al techo permiten que dos personas viajen muy holgadas incluso si son personas altas.
El maletero ofrece 300 litros, una capacidad en la media del segmento que se amplía hasta 922 en el caso que abatamos el respaldo de los asientos traseros partido en mitades asimétricas. El abatido no es muy ortodoxo y además del escalón habitual al final del maletero, los respaldos no quedan planos de manera que el espacio resultante es poco práctico. El maletero cuenta con una bandeja superior rígida de poca calidad (es muy enclenque y se suelta con facilidad) y puede alojar bajo el piso bien un kit de reparación de pinchazos bien una rueda de repuesto de emergencia que nos costará 120 euros.
Motor de tres cilindros
Nuestro C3 equipaba el motor más potente de los dos de gasolina de la gama. Esencialmente son el mismo bloque, un tres cilindros de 1,2 litros pero mientras que el de 82 CV básico es atmosférico, el de la unidad probada es la variante turboalimentada de 110 CV. De este motor hay una segunda versión de 130 CV pero que no está disponible en el C3, al menos no de manera inmediata, de manera que esta es la versión de gasolina más potente.
El motor es correcto para su nivel de potencia y tras probar el de 82 CV en la presentación, recomiendo que el que se decida por un C3 haga un esfuerzo económico y compre éste. Es un motor algo áspero y ruidoso (hay que recordar que es un 3 cilindros y que la mayoría lo son) pero con un buen rendimiento. Sube de vueltas con cierta alegría, se estira hasta las 6.000 vueltas y para un coche de talante utilitario y nada deportivo como es el C3 es un motor más que suficiente, incluso para circular con carga o con cuatro personas a bordo.
La caja de cambios es de cinco marchas y con un salto apreciable entre las mismas, sobre todo entre segunda y tercera. Ese salto "mata" un poco el motor, de manera que hay que apurar bastante la segunda para conservar una buena aceleración en tercera. El coche agradecería un cambio de seis marchas para acortar algo las dos marchas superiores y dejar una sexta larga en lugar de la quinta actual que también lo es.
El consumo homologado por Citroën es de 4,6 litros a los 100 pero resulta muy difícil conseguirlo en una conducción normal. En ciudad, el consumo se va a los 7,5 litros con facilidad mientras que en carretera es difícil bajar de 6 litros a no ser que se conduzca siempre con marchas largas y sin aceleraciones. Una media ponderada de 7 litros será lo más habitual (algo más en ciudad).
La suspensión del C3 es de las más blandas que recuerdo en un coche de su categoría. Citroën enfoca el vehículo para ciudad y autopista de manera que ha elegido un tarado muy suave de los elementos elásticos de la suspensión. Esto hace que el coche resulte muy confortable tanto en zonas urbanas como en vías rápidas ya que la suspensión filtra con eficacia los baches y las ondulaciones del asfalto y no las repercute al habitáculo.
El problema es que esa blandeza de la suspensión le condiciona en conducción en carretera donde, pese a que se trata de un coche estable y que tracciona muy bien, muestra unas notables inclinaciones de carrocería que restan algo de confianza. Ya se sabe que cuando se hace un coche pensando en un uso urbano, las carreteras de montaña no son su hábitat predilecto y en el caso del C3, esta premisa se cumple a rajatabla aunque también es verdad que carreteras de montaña cada vez quedan menos y que el que compra un coche de este tipo busca, ante todo, confort para el día a día en el caos urbano. Y en eso, el C3 es muy, muy bueno.
Equipamiento completo
La versión Shine es la más completa y dispone de serie de elementos de seguridad como los faros antiniebla, el aviso de cambio involuntario de carril (sin corrección automática de dirección), el asistente de arranque en pendiente, el reconocimiento de señales de tráfico, el control de crucero o la llamada de emergencia en caso de accidente.
A nivel de confort, lleva sensores de aparcamiento traseros y cámara de marcha atrás, control de velocidad de crucero, climatizador (que, como ha quedado dicho, funciona a través de la pantalla), faros y limpias de accionamiento automático y cristales traseros oscurecidos mientras que por lo que respecta a la conectividad, equipa la pantalla de 7 pulgadas con equipo de audio, sistema Bluetooth y Mirror Link tanto para teléfonos Android como Apple.
Por lo que respecta a las opciones, Citroën ofrece el control de ángulo muerto (250 euros), el acceso sin llave (300 euros), el techo panorámico de cristal (500 euros), una tapicería mixta de tela y cuero (500 euros), la cámara conectada en la base del retrovisor interior (300 euros) y el navegador (500 euros)
El precio de tarifa de este Citroën es de 17.830 euros sin tener en cuenta los descuentos. En el momento de cerrar esta prueba, la marca tenía activo un descuento de 1.200 euros. Nuestra unidad probada, con todos los elementos opcionales que montaba, tenía un precio de 19.480 euros.
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