¿Familiar, Monovolumen o SUV?. Resolvemos la duda con tres Renault el Scénic, el Kadjar y el Mégane ST. Dos de ellos, el Scénic y el Mégane Sport Tourer no habían pasado todavía por nuestras manos ya que son novedades absolutas en nuestro mercado pero este comparativo valdría igual si hubiésemos elegido vehículos equivalentes de cualquier otra marca. Por ejemplo, valdría si hubiésemos comparado los Toyota Verso, Auris Touring Sports y RAV4, o los Volkswagen Touran, Golf Variant y Tiguan o los Peugeot 5008, 308 SW y 3008, o los Ford Focus Sportbreak, C-Max y Kuga e incluso los BMW Serie 3 Touring, Serie 2 Active Tourer y X1. Los resultados en la mayoría de los casos -siempre con matices-, hubieran sido parecidos.
Una elección cada día más complicada
Durante muchos años, los break fueron los familiares por definición. Tenían más maletero que las berlinas y, en algunos casos, podían montar una tercera fila de asientos en sentido opuesto al de marcha, por lo que resultaban ideales para familias numerosas. En España, este tipo de coches, estigmatizados por feos apodos como "furgoneta" o "coches de muertos" no tuvieron nunca el éxito que por su polivalencia merecían. En los últimos años, no obstante, los breaks han ido ganando cuota de mercado y sin llegar a las cifras de otros países como Italia, Portugal o Alemania, donde algunos se venden más que las berlinas de las que derivan, van ganando en popularidad.
En las tres últimas décadas, los Renault Espace primero y Scénic después, revolucionaron el concepto de coche familiar con sus asientos individuales, deslizantes, reclinables, plegables y extraíbles que nos permitieron introducir un concepto nuevo: la modularidad interior. Ambos fueron los primeros monovolúmenes de sus respectivos segmentos diseñados en Europa y establecieron el modelo a seguir para la competencia. Durante 30 años, los monovolúmenes han sido los reyes indiscutibles de los coches para familias.
En los últimos tiempos, no obstante, las ventas de monovolúmenes han menguado ante el empuje de los SUV, coches con aspecto de todoterreno, altos, espaciosos y con buen maletero que se han convertido en los modelos de moda. Hoy queremos saber qué tipología de vehículo es la más adecuada para un uso familiar y compararemos un representante de cada uno de los tres segmentos: break, monovolumen y SUV.
El Scénic es el más ancho y el más alto
Vamos a empezar con las dimensiones físicas de los tres coches. El Scénic es claramente el más ancho (1,86 metros por 1,83 el Kadjar y 1,81 el Mégane) y el más alto (1,65 por 1,60 del SUV y 1,45 del familiar, nada menos que 20 cm más bajo). Y si ponemos a los tres de lado, el monovolumen es el más corto, con 4,40 metros pero tiene la distancia entre ejes más larga, con 2,73 metros. El Kadjar es 5 cm más largo (mide 4,45) y tiene la batalla más corta, con 2,64 metros mientras que el Mégane Sport Tourer es el más largo con diferencia (mide 4,62) y tiene una batalla 2 cm más corta que la del Scénic, con 2,71 metros.
Estas dimensiones condicionan la habitabilidad interior así que, vamos con ella. El Scénic tiene las plazas delanteras más amplias, tanto por anchura como por altura al techo, en este caso empatado con el Kadjar y con casi 5 cm de ventaja sobre el Mégane en la posición másbaja de los asientos de los tres. La regulación en altura es de casi 10 cm en los tres casos de manera que el Scénic, que tiene una posición de conducción más elevada (más incluso que la del Kadjar) es el más habitable.
En las plazas traseras pasa lo mismo. El Scénic es el que más espacio ofrece para las rodillas (1 cm más que el Kadjar y 3 cm más que el Mégane) aunque en los tres esta distancia es correcta y en el monovolumen la presencia de las mesillas tipo avión, que son muy gruesas, complican a las personas altas ya que pueden golpear las rodillas en ellas. En el monovolumen puede, además reducirse el espacio adelantando la banqueta trasera, algo que resulta útil cuando queremos aumentar la capacidad de maletero o cuando llevamos niños en sillitas y queremos tenerlos más cerca.
En anchura también gana el Scénic aunque con menos diferencia que en la generación precedente. El Scénic tiene las tres plazas muy marcadas pero en su notable evolución hacia el concepto Crossover, ha perdido uno de sus grandes activos hasta ahora; los asientos individuales que sí conservan otros modelos como el Citroën C4 Picasso, el Toyota Verso, el Volkswagen Touran o el futuro Peugeot 5008. Este detalle es importante ya que el Scénic tiene ahora la banqueta partida en dos mitades asimétricas y eso obliga a desplazar dos plazas al mismo tiempo. Antes, si se utilizaban las plazas exteriores para sillitas, podía adelantarse la central para que un adulto viajara con algo más de confort y eso ahora no es posible.
En nuestra prueba sentamos a dos niños con sillitas (una de tipo 0+ y otra de tipo 1) en los asientos exteriores de los tres cochesy situamos a otro más mayor en el centro. El del centro quedó encajado en el Scénic y tuvo problemas para sentarse en los otros dos coches de manera que aunque el monovolumen sea ligeramente más ancho, no es un coche para los que tengan tres niños y tres sillitas no caben detrás. Por supuesto, instalar un adulto en el centro cuando usamos sillitas es virtualmente imposible, ni tan siquiera en trayectos cortos a no ser que sea alguien de complexión muy ligera. En este caso, cabrá en el Scénic pero no estará nada cómodo.
Los otros dos modelos son claramente vehículos de cuatro plazas reales con una quinta accesoria. En ningún caso pueden instalarse las dos sillitas en el Mégane y el Kadjar y pretender que se pueda utilizar el hueco entre ambas para alojar siquiera a un adulto de complexión fina. Y, por supuesto, tres sillitas no entran en ningún caso.
En capacidad de maletero, el Mégane Sport Tourer se impone a sus rivales con el Scénic a continuación y el Kadjar en tercer lugar. El familiar tiene 536 litros por 502 del monovolumen y 480 del familiar. Aquí hay que resaltar que el maletero del Mégane Sport Tourer es más ancho y más profundo pero no tan alto y que tiene el plano de carga más bajo, 10 cm menor que el del Scénic y 20 que el del Kadjar.
A la hora de cargar, el Mégane demostró que, efectivamente es el que más espacio tiene. Su maletero, con un estor cubre-equipajes que se pliega automáticamente y que se esconde bajo el piso cuando no se utiliza, tiene un doble fondo de poca profundidad y puede disponer en opción de una red de separación de carga. Los asientos pueden abatirse desde el maletero mediante tiradores.
El Scénic tiene un maletero más alto y más ancho pero no tan profundo aunque cuenta con la posibilidad de adelantar la banqueta trasera y ganar 17 cm de profundidad, perfectos para salir de un apuro. Tiene bandeja rígida, un doble fondo de 10 cm de altura y plegado de los asientos traseros con desbloqueo eléctrico. En el Scénic cabe lo mismo que en el Mégane siempre que adelantemos los asientos.
Finalmente, el Kadjar tiene menos capacidad teórica pero sus formas son muy regulares de manera que es capaz de "engullir" las mismas maletas que el Scénic con los asientos retrasados. El SUV tiene un estor enrrollable, un doble fondo partido en dos que permite además segmentar el espacio transversalmente y abatido también por palanca de los asientos traseros. Todos estos elementos son idénticos a los del Nissan Qashqai del que deriva.
La misma mecánica
Estos tres coches son muy distintos entre sí a nivel formal pero tienen, no obstante, el mismo motor, el 1.6 dCi turbodiésel de Renault con 130 CV, una de las mejores mecánicas del mercado a este nivel de potencia. Cuando se coloca un mismo motor en coches distintos, los resultados no son necesariamente idénticos así que, de entrada, quisimos comprobar las diferencias existentes en un tema muy importante para las economías familiares: el consumo.
Estamos hablando de tres Renault que se caracterizan por su economía de consumo, ya que uno de ellos gasta de media sólo 4 l/100 km (Renault Mégane Sport Tourer), mientras que los otros dos no lo superan más que por unas décimas: el Renault Scénic marca 4,5 l/100km y el Renault Kadjar 4,8 l/100 km. Pero estas son las cifras oficiales, las que las marcas homologan e indican en sus catálogos de venta.
La realidad es diferente, y por ello quisimos comprobar qué gastan en una ruta variada por ciudad, carretera, autovía y autopista, que nos llevó de Barcelona a Girona, ida y vuelta. Y los resultados fueron los siguientes: el Renault Mégane Sport Tourer gastó una media de 5,7 l/100km. Es más de lo esperado, y 1,7 l/100 por encima del consumo medio oficial. Pero aún así, es el que menos gasta de los tres. El Renault Scénic marcó 5,9 l/100km., mientras que el Renault Kadjar registró 6 l/100km de media. Por lo tanto, no hubo sorpresas en cuanto al ganador, pero sí en lo referente al consumo real, por encima del oficial en un litro y medio aproximadamente en todos ellos.
En cualquier caso, las diferencias entre unos y otros no son abismales, por lo que la decisión de compra irá en la mayoría de los casos por otros parámetros. Aunque éste también debe ser tenido en cuenta si se esperan hacer muchos kilómetros al coche. Ya sabéis, a más kilómetros más fácil es amortizar el superior coste del motor diésel frente al mismo coche con motor de gasolina.
Diferencias de comportamiento dinámico
A nivel dinámico hay más diferencias que en el consumo de combustible. Según nuestro piloto, Luís Miguel Reyes, el Mégane Sport Tourer es el más efectivo en curvas y el coche con el que más rápido podremos ir sin tener la sensación de que lo estamos haciendo. Sus 1.469 kg, una buena motricidad, unos controles poco intrusivos, unos frenos de 296 mm de buen tacto y efectividad y un cambio con un recorrido correcto –aunque con el tacto de la palanca menos preciso que en el Scénic- lo hacen posible. Por autopista y vías rápidas las diferencias no son exageradas entre ellos –especialmente entre el Mégane y el Scénic- pero por su menor rumorosidad y por su sensación de aplomo, gana el Mégane.
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El Scenic ha sido una agradable sorpresa por su eficacia en un terreno en el que, en un principio, por peso y por concepto, debería sufrir más. Sin embargo, la vivacidad de respuesta de su motor, una dirección rápida y precisa, unos frenos de 320 mm delante –los más grandes de los tres- y las llantas de 20” de serie le otorgan un comportamiento dinámico en zonas viradas sorprendente. Nos gustó mucho su posición de conducción y la elevada ubicación de la palanca del cambio que es el más preciso de todos.
Y es curioso que, pese a disponer los tres del mismo propulsor, la respuesta sea algo diferente. La más viva desde abajo -a partir de 1.700/1.800 vueltas- es la del Scenic con el Mégane prácticamente “a rebufo” pero sin ser tan viva al inicio. El Kadjar, con el mismo propulsor, se muestra más perezoso. Quizá el motivo sea la programación electrónica de Mégane y Scenic, diferente al incorporar la tecnología Multi-Sense que permite variar los modos de conducción de que disponen, algo que no ocurre en el SUV.
Los neumáticos de baja resistencia a la rodadura con el perfil más alto de los tres, una suspensión muy blanda y una dirección bastante desmultiplicada, dejan al Kadjar por detrás de sus hermanos, tanto en carreteras viradas como en zonas más rápidas. Dispone de unos discos de freno de 296 mm que le proporcionan una frenada correcta -aunque con un tacto de pedal algo esponjoso- y se aprovecha de su tracción total cuando la adherencia es precaria pero, en conjunto, es el menos efectivo de los tres y el que menos sensación de finura y de suavidad transmite. Eso sí, como buen SUV, permite una circulación en pistas rotas vetada a sus dos hermanos.
Para finalizar, vamos a hacer un pequeño repaso a lo que ofrecen, a nivel de equipamiento, estos tres modelos de Renault ya que tanto el Scénic como el Mégane Sport Tourer son vehículos nuevos en el mercado.
Dos de los coches analizados, el Renault Mégane Sport Tourer y el Renault Scénic, tienen unas plazas delanteras con un diseño parecido, sobre todo en lo que hace referencia al salpicadero. Ambos heredan la línea de diseño que la marca francesa ya ha dejado ver en el Renault Talisman o el Renault Espace, acorde con la introducción de la nueva plataforma Common Module Family (CMF), que comparten.
Lo que destaca en sus salpicaderos es la digitalización del cuadro de instrumentos y la instalación de una pantalla con forma de Tablet en el centro, de nada menos que 8,5 pulgadas. Esta pantalla enseña los gráficos del sistema RLink 2 y sirve para controlar diferentes sistemas del vehículo, desde el Multisense (ajuste del chasis) hasta el climatizador. Tanto el Mégane como el Scénic comparten esta pantalla y el sistema de infoentretenimiento, pero difieren en el diseño de la consola central y en algunos otros detalles.
Por ejemplo: en el Rénault Scénic la palanca del cambio de marchas manual se sitúa en una posición más elevada que la del Mégane, señalando de primera mano que se trata de un monovolumen. En el Mégane, justo delante de esta palanca hay un generoso hueco donde poder colocar el móvil o la cartera mientras se conduce, que en el Scénic no existe. El monovolumen ofrece a cambio una guantera central más grande y más profunda, que además puede desplazarse hacia atrás para disponer de mayor espacio entre conductor y pasajero, y disfrutar de un práctico portabebidas.
Finalmente, otra de las diferencias en estas plazas la marca la guantera del pasajero. En el Mégane Sport Tourer es convencional, de apertura hacia abajo, mientras que en el Scénic es de tipo “cajón”, de apertura horizontal y además, de tipo eléctrico.
El tercer contendiente en este comparativo, el Renault Kadjar, difiere notablemente de los otros dos. El diseño de su interior es completamente diferente, con la excepción del volante, que respeta el mismo diseño, aunque no dispone de los mismos pulsadores multifunción, y parte de la botonería. El Kadjar no se construye con la plataforma CMF de Renault, sino que es un modelo que aprovecha la ingeniería desarrollada por Nissan para el Qashqai. Y eso ha obligado a hacer un diseño que, por ejemplo, impide que en el interior pueda instalarse un RLink2 con el sistema multisense incorporado. El Kadjar sí que equipa RLink, con los mismos gráficos que el de sus hermanos de marca, pero sin las mismas funcionalidades. Esto hace que, por ejemplo, la pantalla sea algo más pequeña y menos vistosa. No obstante, también cuenta con un cuadro de instrumentos digital.
En el Kadjar, como en el Mégane, existe un buen hueco en la consola central para depositar objetos, además de un práctico portabebidas. También ofrece una agarradera en el lado del acompañante, útil para sujetarse durante las excursiones en off-road. Otro indicador de su condición de SUV es el dial de la consola con el cual se activan los diferentes modos de transmisión: 2WD, Auto y Lock.
La posición de conducción, como buen SUV, es elevada, ligeramente superior a la del Scénic y, sobretodo, a la del Mégane. Los acabados, en el caso de esta versión Zen, son buenos, aunque mejorables en el aspecto de algunos plásticos. Por todo ello, el Kadjar da la sensación de que está en un escalón algo inferior en comparación con sus otros dos compañeros de gama.
Precios y equipamientos
El Mégane Sport Tourer es el más barato de los tres modelos comparados. El precio de gama arranca en 17.300 euros y nuestra versión probada, un dCi de 130 CV con acabado Bose, muy completo, cuesta 24.200 euros. El Scénic arranca con una tarifa de 18.600 euros y nuestro Edition One, a tope de equipamiento, se va a 26.765. Finalmente, el Kadjar debuta en 20.130 euros mientras que el 1.6 dCi 4x4 cuesta 27.350 en acabado X-Mod y 28.365 en acabado Zen. A estos precios hay que descontar 2.000 euros si lo elegimos con sólo dos ruedas motrices. En este caso sería algo más asequible que el Scénic aunque siempre con algo menos equipamiento.
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